Pese a la gravedad de los hechos -es la primera
vez que muere una persona durante su deportación
por parte de la Policía española-, y a las peticiones
de una explicación oficial por parte de
diversas organizaciones, al cierre de esta edición
ninguna voz autorizada había aportado su versión
de los hechos. La familia del fallecido denuncia
el silencio oficial y exige justicia.
- MADRID, 1 DE JULIO. Concentración frente al Ministerio del Interior para pedir responsavilidades
por la muerte del nigeriano Osamuyia durante su deportación / José Pujol
El 21 de junio, el Consejo General de
la Abogacía Española exigió una explicación
pública a la Dirección General
de la Policía y Guardia Civil, y
la depuración de responsabilidades
civiles, penales y administrativas, calificando
los hechos de inadmisibles.
El 26 del mismo mes se hacían públicos
los resultados del análisis del
Instituto de Toxicología de Barcelona,
que completan la autopsia inicial
que certificaba la presencia de
moratones, confirmando que la causa
de la muerte del joven es la asfixia.
La familia del fallecido, multitud
de organizaciones sociales -la
Federación de Comunidades de Nigerianos,
SOS Racismo, CEAR...- e
incluso el PP exigen una explicación
de los hechos. Sin embargo,
por ahora, Interior se mantiene mudo.
Siguen abiertas las investigaciones
judiciales e interna, además de
los trámites de las dos denuncias -por malos tratos y por provocar la
muerte- interpuestas por la familia
contra la policía.
El 9 de junio aterrizaba en Alicante
el vuelo de Madrid a Lagos de
Iberia, al haber fallecido el joven
Osamuyia Aikpitanhi, uno de los tres
pasajeros de origen nigeriano que
eran deportados bajo custodia de la
Policía Nacional. Los dos agentes
policiales encargados de ellos lo tenían
inmovilizado -estaba atado de
manos y piernas- y amordazado,
hasta que al cabo de una hora de
vuelo se dieron cuenta de que el joven
respiraba con mucha dificultad.
No lo pudieron salvar.
El enfado de la familia
En conversaciones con DIAGONAL,
Chester, hermano de la víctima, se
queja amargamente del trato recibido
por las instituciones: “hasta hoy,
ni Gobierno, ni Policía, ni nadie se
ha puesto en contacto con nosotros.
Ninguna excusa, nada. Desde el día
que nos llamaron para identificar el
cuerpo, no ha habido más contacto.
He sido yo el que ha avisado a nuestra
familia en Nigeria. Nunca había
visto nada igual en mi vida. Se te hace
muy difícil creer en la justicia.
Mira que han pasado días”.
Por desconocer, la familia de Osamuyia
en el Estado español no sabía
ni que el joven estuviese detenido en
el Centro de Internamiento Temporal
de Extranjeros de Aluche, a la espera
de su deportación. Creían que
estaba en su piso alquilado en
Torrejón. Tampoco han sido informados
por el juez o fiscal del juzgado
de instrucción nº 1 de Elche, responsables
del sumario. El cuerpo sigue
en el tanatorio de Alicante, sin
que lo puedan recuperar hasta que
finalicen las investigaciones.
Chester agradece el apoyo recibido,
que valora como muy importante,
sobre todo para seguir con las
denuncias, tanto por parte de organismos
internacionales (“hemos
contactado con la ONU y con una
asociación inglesa de inmigrantes”,
afirma), como de organizaciones autóctonas
(Amnistía Internacional
España, SOS Racismo...) y personas
a título individual.
Justicia
La familia tiene muy claro que va a
seguir con las denuncias interpuestas,
aunque para los pasos siguientes
está a la espera de las sugerencias
del abogado. Su objetivo es la
justicia: “mi hermano ya está muerto,
no nos lo van a devolver, pero
que no vuelva ocurrir más. Si van a
expulsar a alguien, que por lo menos
no lo maten. Ni maltratarlo y
tenerlo amordazado, y dejarlo
abandonado en la parte de atrás del
avión, donde guardan la comida.
En el tanatorio de Alicante nos dijeron
que tenía los pulmones llenos
de sangre. Que como tenía una cinta
en la boca, no pudo respirar bien
y eso provocó una hemorragia interna.
En la prensa ha salido que
murió asfixiado”. Chester remacha:
“me acerqué a Aluche, donde había
estado detenido, a preguntar por
cómo estaba mi hermano antes del
viaje, y me informaron de que él se
encontraba con buena salud, que
ellos no pueden expulsar a nadie si
está enfermo, que si ha pasado algo
en el aeropuerto o en el avión,
ellos ya no lo saben”.
Para Chester, la responsabilidad
de la muerte es de la policía: “cuando
una persona muere asfixiada,
pues alguien lo habrá tenido que
hacer. Cuando van a expulsar a una
persona que está bien y después la
entregan muerta, pues... Alguien lo
ha maltratado, le ha atado una cinta
en la boca, como un esclavo, lo
ha atado como una cabra. ¿Qué le
podía haber ocurrido?”. Por ello, su
valoración de la política de inmigración
del Gobierno es dura: “yo
no sé mucho de esto, pero lo que
ha pasado con mi hermano es increíble:
por no tener los papeles,
parece que una persona ya no tiene
valor alguno”
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