Donna Ferrato lleva más de 20 años fotografiando
y documentando el maltrato a
las mujeres en EE UU. Su empeño y dedicación
la llevaron al activismo y a crear
una fundación contra la violencia machista.
Es una mujer menuda, de apariencia
frágil que crece y se fortalece en
cuanto comienza a hablar. Referente del
fotoperiodismo, ha hecho de su cámara
una herramienta de denuncia y compromiso.
Su obra es un esfuerzo para intentar
analizar los malos tratos en el hogar.
- DONNA FERRATO. La fotógrafa norteamericana lleva 20 años retratando la violencia contra las mujeres en Estados Unidos./Eva Mañez
DIAGONAL: ¿Cómo empezaste a
trabajar en este tema?
DONNA FERRATO: Siempre he sido
una especie de lobo solitario.
Salgo a la calle y busco, sigo mi olfato
como mujer y como fotógrafa.
En 1992 era una mujer despreocupada,
tenía una cámara, viajaba por
el mundo sin preocuparme por el
dinero ni por el activismo. Entonces
me interesaba el tema de la sexualidad.
Realizaba un reportaje sobre
parejas enamoradas para el Penthouse
japonés, y estando en casa
de una familia rica vi cómo el esposo
pegaba a su mujer. Era un tipo
que estaba desquiciado por las drogas.
Yo tomé mi cámara e hice fotos.
Al principio no quería seguir
con el tema, dejé la película en un
cajón e intenté olvidarme de todo.
Pero unos meses después retomé
esas fotografías y me presenté con
ellas en varias revistas. Nadie las
quería publicar, decían que esto no
tenía interés y yo sentí rabia. A principio
de los ‘90 nadie hablaba de la
violencia doméstica. La gente creía
que si a una mujer le pegaba su
compañero era porque lo soportaba
o era una inútil. Entonces sólo se
hablaba de los niños que sufrían
abusos y malos tratos.
D.: Has sacado fotos no sólo como
una reportera o una artista, sino
también como una activista...
D.F.: No hay nada de artístico en
mis fotografías. Decidí que quería
mostrar el rostro de mujeres víctimas
de violencia doméstica. Así que
llamé a todos los albergues y casas
de acogida para mujeres maltratadas
para pedir que me dejaran entrar.
También me puse en contacto
con la policía para que me permitieran
acompañarlos en los casos de
violencia doméstica. Pero todos me
dijeron que no. Seguí en mi empeño
hasta que encontré una persona que
me dijo “vale, ven”. Así que fui a la
redacción de Life y les pedí dinero
para poder hacer fotos (viajes, película
y demás) e ir a la casa de acogida
que me había permitido hacerlo.
En la redacción me dieron el dinero,
no mucho, pero me dijeron que
no creían que fuera una historia que
se pudiera publicar en su revista. De
todas maneras, tener la conexión
con una revista importante fue una
gran ayuda. Pensaban que nadie podría
documentar la violencia doméstica;
pero yo viví durante meses
en los albergues, fui con ellas a sus
casas cuando se reunían con sus esposos,
también viajé con la policía
más de 500 horas. Incluso estuve en
una cárcel viviendo y fotografiando
a mujeres que habían matado a sus
maridos maltratadores.
No me interesa el acto violento
en sí, sino cómo se reacciona después:
qué sucede con las mujeres
que han sufrido malos tratos. Y qué
sucede también con los hombres.
D.: Los medios de comunicación
victimizan a las mujeres maltratadas,
en cambio en tus fotos las mujeres
parecen fuertes.
D.F.: No creo que sean fuertes, están
en el punto más bajo de su vida.
Han tocado fondo, ya no se pueden
degradar más, sólo pueden salir.
Todas quieren salir de este círculo
vicioso de la violencia, pero hay
muchas que no tienen la fuerza.
Ten en cuenta que cuando yo le pido
permiso a una mujer para sacarle
fotos, ella tiene el derecho a decir
que no. Y sólo un 2% me dice sí
y me permite hacerle las fotografías.
Eso demuestra que las que aceptan
en realidad son fuertes, que
quieren cambiar sus vidas y que
han dicho basta. Si en un albergue
hay 20 mujeres sólo una o dos me
permiten hacerles fotos. Y eso que
con los años que llevo haciéndolo,
ya tengo un porfolio, he ganado
premios, he publicado y tengo una
reputación; eso hace que ellas tengan
más confianza.
D.: ¿Por qué te decidiste a montar
la Fundación Domestic Abuse Awareness,
Inc. (DAA)?
D.F.: Era la época Reagan y se habían
eliminado los fondos para las
casas de acogida y los albergues para
mujeres maltratadas con la excusa
de que son territorios para lesbianas.
No había recursos, dinero para
leche, comida, etc. Yo quería enseñar
mis fotos en una exposición e
invitar a gente muy rica, dar una pequeña
fiesta y conseguir fondos para
poder dárselos a un albergue de
Nueva York. Ese día recaudamos
50.000 dólares. Allí me di cuenta de
que ésta era una buena manera de
conseguir dinero para esta causa.
D.: Muchas mujeres son asesinadas
pese a que existen leyes de alejamiento
para sus parejas.
D.F.: Las órdenes de alejamiento sólo
funcionan para hombres que dan
importancia a las leyes. Pero si no
tiene trabajo y su esposa es independiente,
a él no le importa nada y
puede hacer lo que quiera porque
está celoso. Otras veces el problema
son los jueces que no hacen cumplir
las leyes. Y la cultura machista.
Tampoco creo en las casas de acogida
y los albergues porque son como
cárceles. Los maltratadotes deberían
ser tratados como criminales
y delincuentes, que es lo que son, y
llevar una pulsera electrónica que
garantice su localización permanente.
Y las mujeres deberían poder
quedarse en sus casas, con su identidad
y no tener que salir como fugitivas.
Los hombres no pueden cambiar
así como así, deben ser “reprogramados”.
Además los medios de
comunicación y el público deberían
abrirse un poco.
D.: Negras, blancas, ricas y pobres.
¿cualquiera puede ser víctima de
maltrato doméstico?
D. F.: El maltrato no es una cuestión
de clases sociales. Las mujeres
pobres no tienen mucho que perder
cuando deciden romper con sus
compañeros maltratadores, pero las
mujeres que en su matrimonio tienen
mucho dinero no quieren perder
su estilo de vida y les es más difícil
sentir que pueden salir de esto.
D.: ¿Por qué pegan los hombres?
D.F.: Porque pueden.
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