Cerca de 60 presos en régimen de aislamiento especial
denuncian en primera persona las vejaciones a las que se
ven sometidos a través de cartas, poemas y testimonios.
DIAGONAL: Intervención artística
y cárcel, parecen realidades alejadas.
¿Cómo nace la idea de relacionarlas?
NÙRIA GÜELL: Mi línea de investigación
se centra en analizar la ética
de las instituciones que nos gobiernan,
así como los abusos de poder
permitidos por la legalidad establecida
evidenciando sus perversas estrategias
camufladas a través del uso
del lenguaje. He realizado trabajos
con diferentes instituciones como la
escuela, la banca, la policía, las leyes
migratorias y en algún momento me
tenía que centrar en la cárcel, ya que,
aunque es muy invisible para la mayoría
de la sociedad, es la institución
punitiva por excelencia, la que desde
su silencio consigue intimidar y así
controlar a la ciudadanía.
La metodología de trabajo que he
usado es lo que llamo “aplicación
legal desplazada”, que consiste en
analizar una ley y aplicarla de forma
inversa. En este caso, he intentado
aplicarla a los que yo considero
responsables de que exista el régimen
FIES (tortura blanca), aunque
por lo macabra que ésta es, en
esta ocasión la aplicación legal desplazada
la he llevado a cabo de forma muy metafórica.
Contraté a una
empresa de investigadores para
que me facilitara la dirección de la
casa de descanso del responsable
político que el año pasado legalizó
de nuevo el régimen FIES. Les
mando, día tras día, uno de los poemas
o dibujos que me han enviado
los presos, lo haré hasta que se
termine el material recibido. Me
gusta lo de los investigadores que
rastrean ficheros de datos porque
el FIES también es un fichero de internos
de especial seguimiento.
D.: Pediste a diferentes presos que te
enviaran “un dibujo, un poema, una
carta a modo de reclamación”.
¿Crees que la expresión artística sirve
de válvula de escape?
N.G.: No se lo pedí con esta intención.
Les pedía estos formatos con
un fin estratégico, ya que el FIES, entre
otras medidas, supone tener todas
las comunicaciones intervenidas
y pensé que el formato “artístico” podía
ser una buena forma de expresión
para esquivar la posible censura.
Y, sí, pienso que en algunos casos
la expresión artística puede servir
como válvula de escape. De hecho,
varios presos me han mandado poemas
o dibujos que ya tenían hechos
antes de mi petición.
D.: ¿Cómo valoras las respuestas?
N.G.: Llevo más de un año con este
proyecto y unos siete meses recibiendo
correspondencia de los presos. El
perfil de los que me han contestado
es variado.Muchos de ellos son presos
sociales a los que la experiencia
carcelaria ha politizado y otros directamente
se consideran presos políticos.
En lo que sí que he detectado
una diferencia fundamental es en el
tono de sus cartas dependiendo de
su posición ideológica, los que creen
en una causa por la que luchar transmiten
una fuerza digna de admiración
que para mí ha sido una lección
de vida. En cambio, las cartas de presos
que no tienen este componente
político son mucho más desgarradoras.
La mayoría de éstas no están
publicadas en el archivo online
(www.acvic.org/fies) ya que así me
lo pedían sus autores. El perfil que
más abunda, según el delito por el
que están pagando cárcel, es el de
atracadores de bancos.
D.: ¿Cómo te has comunicado con
los presos?
N.G.: El proceso ha sido un poco de
ensayo y error. Al inicio mandé cartas
a 50 presos desde una de las instituciones
culturales que ha apoyado
el proyecto. Sólo obtuve respuesta
de tres presos y con un desfase temporal
enorme. Analizando los motivos
constaté que la institución artística
había mandado las cartas con sus
sobres oficiales, con el logotipo del
centro de arte impreso, y debió sonar
la alarma. Parece que fue motivo para que
los carceleros sospecharan del
contenido y retuvieran las cartas sin
entregárselas a los presos. Parece,
que para ellos sí que hay una distancia
enorme entre arte y cárcel: el arte
les pareció sospechoso. Viéndolo con
perspectiva, creo que nosotros fuimos
ingenuos. Imagino que no les
suelen llegar cartas de instituciones
culturales. Hay bastante que analizar
en esta anécdota.
Posteriormente les he escrito a
título personal. No sé hasta qué
punto ha habido colaboración de
los carceleros, lo que si sé es que
varias de las cartas no han sido entregadas
a sus destinatarios y que
otras que los presos me han mandado
nunca me han llegado, han
sido interceptadas. También muchos
de los sobres vienen con un
sello que indica que la carta ha sido
revisada y en algún caso el sello
está en la propia carta.
Los presos lo saben muy bien y algunos
de ellos, para esquivar la posible
censura, han introducido el contenido
dentro de una carta dirigida a
sus destinatarios habituales (amigos
o familiares) y éstos me lo han hecho
llegar. También se ha repetido el que
el preso no contestara, pero que me
contactara alguien cercano a él para
pasarme información que ya tenían
fuera. Y por último también me ha
llegado material de un remitente que
no coincidía con el del autor.
D.: Antes has hablado de “tortura
blanca”, ¿de qué se trata?
N.G.: Se refiere a la tortura psicológica.
La tortura blanca es mucho más
perjudicial para un ser pensante que
la tortura física, ya que el dolor físico
se va con el paso del tiempo, pero la
psicológica deja huellas irreparables.
Este proyecto ha cambiado totalmente
la visión que tenía de España.
Era consciente de que la idea de “Estado
de derecho” dejaba mucho que
desear, pero nunca me hubiese imaginado
que la vulneración y la impunidad
pudieran llegar hasta ese
punto. Estamos hablando de tortura
institucional sistemática, eso son palabras
mayores. Lo que más me ha
impresionado de las denuncias de
los presos es la impunidad con la que
se llevan a cabo las torturas.
Mi impresión
del conjunto de testimonios
es que la cárcel funciona como el basurero
de un sistema económico capitalista
que sólo acepta consumidores,
productores y corruptos de
guante blanco que contribuyan a engordar
las arcas de los poderosos y
de un sistema político totalitario que
hace desaparecer a quién no le es sumiso
y no acata sus dictados.
El aislamiento aplicado a los presos
politizados somete a los reclusos
a privación sensorial, monotonía estimular
y pérdida de contraste con la
realidad para bloquear su mente,
neutralizar su espíritu reivindicativo,
su conciencia, y afecta a su sistema
nervioso hasta lograr su anulación
efectiva. Son estrategias que conllevan
un largo proceso de despersonalización
donde la condición de ser
pensante termina torturándote.
D.: ¿Cuál ha sido la reacción de los
medios de comunicación?
N.G.: Mandé un sobre con una
selección de los testimonios a periodistas
de los principales medios de
prensa de España, si hubieran querido
informar de esta situación intolerable,
lo podían haber hecho.
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