Las duras políticas de extranjería no sólo arrojan a las
personas ‘sin papeles’ a la invisibilidad y la indefensión,
sino que propician abusos como extorsiones económicas
y favorecen la impunidad de los agresores.
- REDADAS MULTITUDINARIAS. Inmigrantes retenidos en la plaza de Lavapiés, Madrid.
La permanente amenaza de expulsión
que pende sobre los y las inmigrantes
sin papeles les deja indefensos.
Sobre todo ante los abusos
de las autoridades. DIAGONAL
ha recopilado algunos de ellos.
Según ha explicado uno de los
afectados, los hechos se produjeron
cerca de la medianoche de un
día cualquiera de finales de abril,
en un conocido parque de la zona
Este de Madrid. Una patrulla de la
Policía Nacional se acercó a un nutrido
grupo de inmigrantes y les pidió
la documentación. Varios de
ellos no la tenían. Los agentes les
dijeron que les acompañaran. “Nos
condujeron a un coche patrulla. De
allí nos llevaron a un sitio poco
transitado, un aparcamiento descampado”,
relata. “Nos bajaron del
vehículo y nos dijeron que ‘habíamos
tenido suerte’, que ellos eran
‘buenos’ y teníamos que colaborar”.
Luego, siempre según el testimonio,
los policías plantearon claramente
la extorsión: les dijeron
que “no les iban a detener, pero que
a cambio les debíamos dar todo el
dinero que llevábamos”. Dos de
ellos vaciaron sus carteras con “todo
el dinero que llevaban, unos 50
euros cada uno”. Aun así, “les registraron
los bolsillos. Una vez
comprobado que no tenían más,
les dijeron “que tuvieran cuidado
la próxima vez, que les detendrían”.
Después les dejaron marchar.
Sin embargo, los policías retuvieron
a una inmigrante que no llevaba
dinero. Ésta explica a DIAGONAL
que “al ver que llevaba
una copia del DNI de mi pareja, española,
me preguntaron por ello”.
Les contó que estaban “tramitando
los papeles para casarnos”. Al saber
que había llamado por teléfono
a su pareja y ésta estaba avisada de
su situación, “se pusieron nerviosos”,
le dijeron “que no se le ocurriera
salir otra vez sin pasaporte
ni dinero” y la dejaron marchar. La
mujer no quiere ni pensar qué hubiera
pasado si no se llegan a dar
cuenta de que su pareja estaba al
llegar. “Imagino que no les hubiera
interesado llevarme a comisaría
por su actuación, pero no sé qué
otro tipo de coacción hubieran llevado
a cabo”. No paró “de temblar
en toda la noche” y estuvo “sin poder
dormir durante semanas”.
Asegura que el “miedo continuo”
no le permite “salir a la calle”.
Un caso similar fue denunciado
a principios de 2007 por varias personas
de origen chino que declararon
haber sufrido reiteradamente
robos y abusos en el madrileño bario
de Usera. Las denuncias tuvieron
gran repercusión en la prensa.
Finalmente, el juzgado 44 de instrucción
imputó a cuatro agentes
de la Brigada de Seguridad Ciudadana
de la Policía Nacional conocidos
como ‘Centauros’ por robos
en establecimientos chinos y les
suspendió de empleo y sueldo.
Las ‘mordidas’ no son los únicos
abusos denunciados. El 4 de junio,
la Comisión Española de Ayuda al
Refugiado (CEAR) denunció que
“cinco personas de origen kurdo sirio
se hallan en el aeropuerto de
Barajas tramitando su solicitud de
asilo después de haber sufrido malos
tratos durante su estancia en la
sala de rechazados del mismo”. CEAR
exigió una investigación.
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