ENTREVISTA : CARLOS TAIBO, COORDINADOR DEL LIBRO 'NACIONALISMO ESPAÑOL'
“Es difícil ser nacionalista español y tener un proyecto de izquierdas”

Pese a su rabiosa actualidad política, la reciente publicación
de ‘Nacionalismo español. Esencias, memoria e
instituciones’, trabajo colectivo de 13 profesores de
diferentes universidades, sigue pasando desapercibida.

, Redacción
27/12/07 · 0:00
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Impulsor de este abordaje de las
“manifestaciones contemporáneas
y triviales del discurso nacionalista”,
Taibo considera que “se echaba
en falta” su enjuiciamiento crítico.

DIAGONAL: ¿Por qué consideras
que el nacionalismo español es un
nacionalismo de Estado?

CARLOS TAIBO: Casi siempre que
hablamos de nacionalismos pensamos
en aquellos que contestan la
realidad de los Estados existentes.
No es eso lo que ocurre con los nacionalismos
de Estado, cómodamente
instalados en maquinarias
oficiales que se hallan a su servicio.
Aunque la presencia de estos
últimos nacionalismos es ubicua y
evidente -ahí están, para testimoniarlo,
el sistema educativo, las
instituciones políticas, las fuerzas
armadas o los lugares de memoria-,
resulta muy común que, dado
que su efecto es a menudo inconsciente,
se niegue su existencia.
El discurso que emiten políticos
y medios parece sobreentender
que el nacionalismo, un fenómeno
siempre retratado en clave negativa,
tiene por fuerza que corresponder
a los otros. Nosotros somos, en
cambio, en el mejor de los casos,
pulidos patriotas que defendemos
la democracia y la pluralidad. No
preciso agregar, creo, que eso es
un cuento de hadas.

D.: ¿Y qué implica eso?

C.T.: Entre nosotros implica que
los debates sobre la cuestión nacional
están normalmente cojos. Pareciera
como si la conducta de muchos
de los ciudadanos españoles
que ven con malos ojos a los llamados
nacionalismos de la periferia
fuese siempre normal y educada,
frente a la insania de esos nacionalismos.
Sobran, sin embargo, las
razones para concluir que al amparo
de nuestro nacionalismo de
Estado se hacen valer muchos de
los vicios que, con razón o sin ella,
se atribuyen a los nacionalismos
de la periferia.

D.: ¿Hay un discurso nacionalista
español o hay varios?

C.T.: Admitamos que hay varios.
Así, habría modulaciones esencialistas
junto con otras más pragmáticas,
como habría manifestaciones
liberales y otras más conservadoras.
Pero, a mi entender, siendo
legítimas y necesarias esas distinciones,
por detrás de todas esas
formas del nacionalismo español
se aprecia la idea de que existe una
intocable nación española concretada
en un territorio y un Estado
cuya integridad no puede ponerse
en cuestión. Es curioso, por cierto,
este énfasis en demonizar las naciones
de los demás que se hace
acompañar de una reivindicación
siempre esencialista, en cambio,
de la propia.
El nacionalismo español es, en
primer lugar, un nacionalismo trivial,
que se impone sin que la mayoría
de los sujetos que lo llevan
sean plenamente conscientes. Por
eso parece legítimo afirmar que está
por todas partes, y ello sin necesidad
de recurrir a las versiones
más ultramontanas de aquél, como
es el caso de las heredadas del
Franquismo. Importa mucho subrayar
este hecho, que es anterior
a cualquier sesuda distinción que
haga referencia, por ejemplo, a las
diferentes modulaciones partidarias
del nacionalismo español.
Aunque la cuestión es compleja,
y por tomar un elemento de guía,
me atreveré a señalar que, siendo
el nacionalismo que hoy preconiza
el PP el más vistoso, incurriríamos
en un grave error si no apreciásemos
la huella, a menudo poderosísima
e irritante, del nacionalismo
español en muchas de las posiciones
del PSOE y, con frecuencia,
también en las de IU.

D.: ¿Existe un nuevo nacionalismo
español o estamos ante una puesta
al día de ese discurso ‘eterno’?

C.T.: Es innegable que hay esfuerzos
de adaptación. El nacionalismo
que hoy transmiten PP y PSOE no
es, con toda evidencia, el mismo
que postulaba Franco 40 años
atrás. Pero debo subrayar que los
elementos esencialistas, y la nula
voluntad de discutir sobre ellos,
son en sustancia los mismos.

D.: ¿Cuál es el papel del deporte en
la construcción del mito colectivo
nacionalista español?

C.T.: En el siglo XX el deporte se
convirtió en elemento fundamental
de aquilatamiento de las identidades
nacionales. Aunque ello no
dejó de tener alguna consecuencia
saludable -era preferible que
las disputas se dirimieran en un
estadio y no en un campo de batalla-,
sabido es que de un tiempo a
esta parte los campos de fútbol, en
singular, ofrecen un escenario muy
adecuado para que rebroten las
manifestaciones más ultramontanas
de los nacionalismos.

D.: Las mismas fuerzas que sustentan
el nacionalismo español impulsan
la integración de ‘España’ en
estructuras supranacionales (UE,
OTAN...) ¿No es contradictorio?

C.T.: Hay, en efecto, problemas al
respecto. Pero no olvidemos que
hoy por hoy, y en lo que ahora nos
interesa, la lógica de los Estados-
Nación sigue plenamente en pie en
el marco general de esas estructuras,
que a menudo han sido utilizadas,
por añadidura, para contestar
eventuales proyectos de secesión.
Tampoco olvidemos, por otra parte,
que de forma muy llamativa el
discurso de nuestros gobernantes,
en apariencia no nacionalista, bien
que echa mano de códigos patéticamente
nacionalistas cuando se
trata de defender los intereses de
las empresas españolas en el exterior.
Igualmente, en todos los órdenes,
incluido el constitucional, las
fuerzas armadas desempeñan
papeles fundamentales de preservación
en lo que respecta a los
privilegios propios del nacionalismo
de Estado.

D.: ¿Cuál es la relación entre la izquierda
y el nacionalismo español?

C.T.: Desde tiempo atrás es común
escuchar la retahíla de que la expresión
‘nacionalismo de izquierdas’
es una contradicción en los términos.
Sin entrar al trapo de esa
discusión, compleja donde las haya,
y tomando la parte por el todo,
admitiré de buen grado que es difícil
ser nacionalista español, por un
lado, y postular al tiempo, por el
otro, un proyecto creíble emplazado
políticamente en la izquierda.

Los mitos españolistas

«La mayoría remiten a la Edad Media y al proceso de 'reconquista', si bien no faltan hitos posteriores, como la colonización de América, el Siglo de Oro o la guerra de la Independencia de principios del XIX. A la hora de considerar muchos de esos procesos es obligado resaltar el papel prominente que se suele asignar, por lo demás, a Castilla. El nacionalismo español hace uso de una formidable  maquinaria de invención de tradiciones. Se habla mucho de las manipulaciones a las que se han entregado tantos libros de texto en Cataluña, 'Euzkadi' o Galicia, mientras apenas se le presta atención a las que se revelan al calor del nacionalismo español. También este último ha reescrito la historia en provecho de una suerte de permanente progreso que abocaría en la condición presuntamente acabada y halagüeña de la nación española de estos días. Y para refrendar esa invención ahí están las reales academias, la monarquía, la Iglesia y, naturalmente, un sinfín de medios de comunicación volcados en provecho de ese proyecto».

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