PANORAMA // ACTIVISTAS SOCIALES FRANCESES VALORAN PARA DIAGONAL LAS PROTESTAS
Cuando la ‘sociedad invisible’ estalla

Las organizaciones
sociales no ven el final
del progresivo retroceso
económico y coinciden en
que los protagonistas de
los motines se están
politizando fuera de los
colectivos existentes.

10/05/06 · 21:47
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RESPUESTA. El miércoles 16 de noviembre los estudiantes tomaron la facultad de Seine-Saint Denis como protesta por la instauración
del Estado de Emergencia por el Gobierno conservador de Chirac/Villepin/Sarkozi. / Jérémie Canavesio 2005 / www.unautreregard.tk

El 16 de noviembre la Policía francesa
anunciaba el fin de la oleada de
motines que han asolado Francia
desde el 27 de octubre. Volvía la normalidad:
la noche anterior, sólo habían
ardido 98 vehículos, lo usual.

El detonante de esta espectacular
revuelta fue la muerte, en confusas
circunstancias, de dos chavales que
se escondían de la Policía. Pero ¿ese
hecho explica por si sólo tanta furia?
Para Michel Rodinson, dirigente del
partido Lucha Obrera, “la revuelta
no es para nada una sorpresa, ya que
la degradación en los suburbios
transformados en ghettos, el paro, la
falta de infraestructuras, de servicios
públicos y sobretodo de la enseñanza,
que ya no está en condiciones de
aportar ninguna perspectiva a los jóvenes,
son las causas de estos motines,
que ya tenían signos premonitorios.
Tanto los chavales como los demás
habitantes de los extrarradios
ven, día tras día, que las cosas no mejoran,
sino que empeoran; el Estado
cada vez más, sólo aparece por allí
bajo forma de redadas y controles
policiales”.

Las razones

Para Majid, portavoz del colectivo
‘Sans Papiers’ (Sin Papeles) de París,
“los jóvenes no querían destruir porque
sí, se han atacado algunos símbolos,
como la escuela que los ha
marginado. Es un grito de alarma,
de revuelta, ya que fuera de los barrios,
estos chicos, muchos descendientes
de la inmigración, están muy
marginados. Están más que hartos”.

Pocos se creen las razones esgrimidas
por el ministro de Interior,
Nicolas Sarkozy, para explicar el estallido:
los traficantes de drogas y las
bandas de delincuentes. Para François
Besanti, portavoz de los parados
del poderoso sindicato CGT,
“puede que haya algunas bandas
que se aprovechan, pero eso es muy
marginal, la parte más importante es
una población confrontada a fortísimos
problemas sociales y que ha escogido
formas de expresión nuevas,
un poco sorprendentes”.

Sobre las razones de la vuelta a la
calma, hay visiones contrastadas.
Para Diallo, también de los ‘Sans
Papiers’, “las cosas se están calmando,
pero no por el toque de queda declarado
en algunos sitios, sino por la
intervención e implicación de las familias
de los chavales”. Sin embargo,
para Sophie Zafari del sindicato
Federación Sindical Unitaria, “con
la fuerte represión que sufren los jóvenes
amotinados, se puede obtener
una relativa calma, pero esta es precaria,
ya que los problemas de fondo
evidenciados por esta revuelta siguen
ahí”.

Nuevo sujeto

Hay unanimidad en torno a la primera
consecuencia de estos sucesos:
la toma del centro del escenario
por un sector de la población invisibilizado.
Para Antropos, de la
red de colectivos antifascistas ‘No
Pasarán’, “el motín es la expresión
de una revuelta, no politizada en
sentido político tradicional, pero política,
aunque con formas un poco
autodestructivas, ya que se destrozan
los barrios donde ellos mismos
viven”. Para B. Bertha, trabajadora
social con menores “difíciles” en
París, “siempre ha habido motines
tras algún crimen policial. Lo que
es nuevo es su extensión a toda
Francia. Es interesante este cierto
sentido de clase (incluso si no se
puede hablar todavía de solidaridad
y no hay lazos intergeneracionales),
lo que explica el hecho de que hubiese
tan pocas agresiones físicas
frente a miles de incendios. Creo
que a través de esta revuelta, se puede
hablar de un principio de concienciación
política. Se enfrentan
con la Policía, pero sus acciones tienen
una fuerte carga simbólica
(destrucción de espacios institucionales
vistos como responsables de
su relegación social: comisarías, oficinas
del INEM, etc), lo que le da un
sentido a esta revuelta espontánea.
En cuanto a los coches, ¡están en el
barrio y son de muy fácil acceso!”.

El abandono por
las organizaciones

Asumiendo ciertos errores de la izquierda,
Christian , de la confederación
sindical SUD-railes (ferrocarriles)
afirma que son “críticos con algunos
de los modus operandi de los
amotinados. Pero sus métodos de lucha,
sin perspectivas, se explican ante
todo por el aislamiento de los jóvenes
“proletas” en relación al movimiento
sindical, lo que ha supuesto
una degradación del espíritu de solidaridad
y acción colectiva. El año pasado,
los estudiantes de instituto se
han peleado solos contra la ley de
discriminación escolar. Las confederaciones
obreras y los sindicatos de
enseñanzas tienen una gran responsabilidad
por haber dejado totalmente
aislados a los estudiantes”.

Según B. Bertha, “las organizaciones
políticas llevan unos 30 años desertando
de estos barrios, antiguamente
estructurados por el Partido
Comunista. Los sindicatos se dirigen
a los trabajadores, y aquí son menores
con fracaso escolar o jóvenes con
trabajos precarios. Las asociaciones
de lucha, sobre todo de parados, que
conocieron un boom en los ’80, están
astilladas por la pobreza y la dificultad
para la movilización. Hoy, el clima
social es muy tenso, con una creciente
represión sobre todo para los
que no aceptan el modelo liberal totalitario”.

Yves, militante de una asociación
de barrio, afirma que no se puede escandalizar
con estas formas de intervención:
“primero se les debía de haber
dado el acceso a la política. Ya
en 1991, Mitterand prometió el derecho
de voto en las elecciones locales
para los inmigrantes, cosa que nunca
se ha cumplido. Si te niegan el acceso
a la participación política, a la
vida como ciudadano, es lógico que
se busquen otros caminos, quizás no
adecuados, pero legítimos, ya que es
una revuelta legítima. Y se están politizando
solitos”.

Para Sophie Zafari, “aquellos de
los que se dice que no votan, que se
desinteresan de la cosa pública, han
entrado en la política. Están demostrando
que existen y que tienen algo
que aportar. Se han convertido, en
unas horas y algunas noches de incendios,
en actores de ese espacio
público en el que se les recomendaba
integrarse mientras se les denegaba
el acceso”.

Negros nubarrones

En este contexto, las valoraciones
sobre el futuro son muy negativas.
Según Majid, tras los disturbios
“nada ha cambiado. Los políticos
llegan ahora con sus promesas, pero
la población de los barrios desconfía
enormemente, quieren actos
concretos”. Para B. Berta, los chavales
no tienen salida: “la situación
social francesa de pauperización
de las clases trabajadora y media,
no les va a permitir insertarse en
la sociedad ni mantenerse en un
estatus social parecido al de los
padres”.

Según declara Antropos, “el Gobierno
va a seguir por unos derroteros
preocupantes. La prolongación
del estado de emergencia ya es un
inicio de naturalización y creemos
que parte de estas medidas serán
integradas en la ley antiterrorista
actualmente en discusión. Ya ocurrió
antes que se normalizaran leyes
de excepción, como ha sido el
caso de las leyes antiterroristas
aprobadas provisionalmente tras el
11-S, que se han integrado con leyes
posteriores. Por otro lado, el
Gobierno no ofrece nada nuevo: la
mayor parte de las medidas que
promete Chirac ya existían antes.
Esperamos un endurecimiento y un
aumento de la represión, ya que se
trata de hacer competencia a la extrema
derecha. El entorno de Sarkozy
lo afirma claramente: “Le Pen
se dedica a un programa electoral,
mientras que el ministro de Interior
pasa a la acción”.

Es una visión compartida también
por François Besanti: “las concepciones
‘securitarias’ tienen bastantes
adhesiones, hay una parte importante
de la población que las apoya.
¿Pero eso es una solución?”.

Para Fabrice, responsable de
Relaciones Internacionales de CNTFrancia,
“ahora la represión judicial
es terrible: miles de jóvenes detenidos
están siendo procesados, varios
centenares han sido condenados.
Muchos que, contrariamente a lo
que declara el Gobierno, nunca han
sido detenidos por la Policía, han expresado
su cólera por primera vez”.

Para Sophie Zafari, “a la crisis social,
el Gobierno responde con represión
y al déficit de representación,
con el autoritarismo. ‘Hay que
restablecer el orden ante todo’, aunque
sea tapando todas las injusticias
y con la criminalización colectiva de
las poblaciones -incluidos los padres,
que son llevados ante el juez
porque son incapaces de encerrar al
anochecer a sus hijos en el 10 piso
de un bloque de viviendas a rehabilitar.
Es de esperar que esta explosión
haya abierto los ojos a muchos sobre
la situación que viven, se están dando
debates apasionados y apasionantes.
Pero también podemos temer
que la ruptura de la sociedad en
dos pueda agravarse. Si se quisiera
sembrar el odio mutuo entre los ciudadanos,
crear una frontera entre la
“nación” y el enemigo del interior,
precipitar los extrarradios y las ciudades
desfavorecidas en un status
de ghetto étnico, desalentar las iniciativas
económicas y toda tentativa
de rehabilitación social, volviendo
imposible el trabajo y la práctica de
los servicios públicos, no se las podían
haber arreglado de otra manera”.

Para Michel Rodinson “el problema
va mucho más allá del barrio, es
un problema político, del dinero del
Estado destinado a subvencionar a
los grandes patrones en vez de
mantener las infraestructuras públicas,
a la educación, al transporte,
al paro, que es la gran tela de fondo
que alimenta esta situación. Hay
que dar marcha atrás a esta tendencia
de acrecentar la distancia entre
los ricos y los pobres, y eso es cuestión
de una lucha del conjunto de la
sociedad. La crisis de los extrarradios
es un síntoma de la degradación
y desesperación que se esta
adueñando de buena parte de la sociedad”.

Intentando ser mas positiva, Sophie
Zafari señala que “se están organizando
movilizaciones alrededor
de las asociaciones y sindicatos para
denunciar las leyes de excepción
y las medidas liberticidas, pero también
para exigir respuestas reales a
las urgencias sociales. En el ámbito
sindical sería necesario retomar la
ofensiva con una movilización de
gran amplitud, hay debates en marcha.
Pero pesan las derrotas de los
últimos años, las rencillas también”.

Ellas también

SIHEM HABCHI, vicepresidenta de
la organización 'Ni Putas ni Sumisas':
«Las protestas son masculinas.
Las chicas están sometidas a presiones
específicas debidas a los valores
patriarcales vigentes, no han
podido participar en los motines.
Pese a eso, sí comparten la constatación
de la discriminación y la
miseria. Los jóvenes no han tenido
capacidad de formular un discurso
político, pero el resto de los vecinos
sí se posiciona claramente contra la
violencia social que sufren».

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