En apenas dos meses de
2007, trece mujeres han
muerto a manos de sus
maridos o compañeros.
El pasado año fueron asesinadas
91 mujeres; 52 en 2005. En su primer
año de funcionamiento, los
tribunales contra la violencia doméstica
de todo el Estado español
En apenas dos meses de
2007, trece mujeres han
muerto a manos de sus
maridos o compañeros.
El pasado año fueron asesinadas
91 mujeres; 52 en 2005. En su primer
año de funcionamiento, los
tribunales contra la violencia doméstica
de todo el Estado español
juzgaron a 19.696 hombres, el 80%
de los cuales fueron condenados,
según datos del Consejo General
del Poder Judicial. Además de estos
varones, 436 mujeres fueron
enjuiciadas, pero porque se produjeron
agresiones mutuas. Entre julio
de 2005 y julio de 2006, los juzgados
especializados en violencia
sexista (21 de los cuales solo entienden
de estas denuncias y 417
son mixtos) tramitaron 148.448
asuntos penales. De ellos 81.543
correspondieron a casos de malos
tratos (tanto físicos como psicológicos)
y de lesiones. El resto fueron
asesinatos, amenazas o lesiones
al feto. Sólo el 30% de las mujeres
asesinadas en 2006 había denunciado
a su agresor y siete de cada
diez convivía con su asesino.
La muerte de Ana Orantes
Hace diez años que Ana Orantes
fue asesinada. Hace una década de
aquella muerte que marcó un antes
y un después en la lucha contra la
violencia de sexo. El 17 de diciembre
de 1997, su ex marido la ató a
una silla, la roció con gasolina y le
prendió fuego. Días antes, Ana había
relatado en un programa de televisión
los 40 años de martirio junto
a su ex marido, con quien todavía
compartía vivienda tras el divorcio,
por orden de un juez. Han
pasado más de diez años y 700
muertes, una intensa movilización
por parte de las organizaciones de
mujeres, un cambio de Gobierno...
Tras la aprobación por unanimidad
una Ley Integral Contra la Violencia
de Género, está en trámites
una Ley de Igualdad, que pretende
actuar en el origen de algo que tiene
que ver con la desigualdad y el
reparto del poder. Pero la violencia
machista no era algo nuevo cuando
Ana fue quemada. Las organizaciones
de mujeres ya habían puesto
foco y nombre a esta sangría en los
‘80 e incluso antes. La aprobación
de la Ley Integral generó falsas expectativas,
las leyes solas no cambian
comportamientos. De aquella
euforia se pasó a la frustración al
comprobar que siguen produciéndose
muertes, incluso en mayor número
que antes. Hay más mujeres
atendidas, menos miedo, más denuncias
y, por lo tanto, también
más mujeres en situación de máxima
vulnerabilidad.
Y para numerosas organizaciones
de mujeres, faltan recursos para
las mujeres que quieren romper
con esa espiral de violencia faltan
recursos en muchos juzgados y
profesionales mejor preparados.
Pero sobre todo falta que cambie la
mentalidad de una sociedad que
permite que la violencia de género
siga siendo el pan de cada día.
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