INMIGRACIÓN: SE MULTIPLICAN LAS DENUNCIAS DE TRATO ARBITRARIO Y ABUSOS
CIE: cárceles para ‘sin papeles’

Un proyecto de directiva
europea pretende ampliar
hasta los 18 meses el
tiempo de encierro de
inmigrantes ilegales, pese
a que no hayan cometido
delito alguno, sino una
infracción administrativa:
no tener papeles.

10/01/08 · 0:11
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POR LAS PERSONAS PRESAS. Manifestación ante el CIE de Carabanchel (Madrid) el pasado 31 de diciembre./ Miguel Ángel Martín

El rechazo a la “directiva de la vergüenza”
y el cierre de los CIE o Centros
de Internamiento para Extranjeros
son las reivindicaciones centrales
de la manifestación internacional
convocada en Bruselas el 19
de enero por colectivos de inmigrantes
y de defensa de los derechos humanos.
Culmina así una campaña
contra la aprobación por parte del
Parlamento Europeo del proyecto
de Directiva de Retorno sobre detención
y expulsión de extranjeros.

Dicho texto, en teoría, apunta a una
regulación común de las legislaciones
pero sólo aborda, a la baja, cuestiones
sobre el encierro, la retención
y la expulsión de las personas sin
papeles junto con cuestiones como
el fondo económico para el retorno,
los vuelos compartidos, etc. El proyecto
establece una prohibición por
cinco años antes de volver a Europa
para toda persona expulsada. Fija,
además, un periodo de encierro de
hasta 18 meses en los CIE para hacer
efectiva la expulsión. Según sus
detractores, supone la generalización
del encierro prolongado como
vía normal para la gestión de las poblaciones
migrantes irregulares y el
alejamiento forzado, y su consiguiente
estigmatización, como castigo
al derecho de libre movimiento.

Todo ello en el marco de constantes
denuncias, a nivel europeo, contra
los CIE. Sin ir más lejos, el pasado
27 de noviembre, 30 internas en
el CIE de Carabanchel, en Madrid,
hacían pública una carta a la Comisión
Europea en la que denunciaban
que se las encerrase por no tener
los papeles en unos espacios en
pésimas condiciones y sufriendo
malos tratos. Afirmaban, por ejemplo:
“Nos tienen aguantando hambre
y cuando nos dan comida, se encuentran
pelos, gusanos, excrementos
de ratas y restos de cucaracha”.

Los CIE no son centros penitenciarios,
es decir la gran mayoría de
los ingresos en ellos no resulta de la
aplicación del Código Penal, sino
que son centros de retención de sin
papeles. Teóricamente, se entra en
ellos por decisión judicial, a petición
de la policía o de otro juez (en ejecución
de una sentencia como alternativa
a la cárcel en condenas penales
inferiores a los cinco años). Y se sale,
tras un máximo de 40 días, para
ser expulsado, o en libertad por no
haberse podido aplicar la expulsión.
Para José Maria Trillo, abogado
que lleva procesos de expulsión, en
la práctica, la entrada en el CIE “es
bastante arbitraria. En Madrid, se
entra cuando hay plaza. No hay realmente
un criterio claro y definido,
es una lotería”.

Los CIE son zonas oscuras, “no es
habitual que los abogados vayan:
cuando el extranjero entra en él, generalmente
hay poca cosa que hacer”,
afirma José, “salvo casos que
flagrantemente contrarían la ley”.
Para este letrado, lo peor es “hay
un vacío legal que impide la materialización
de los derechos humanos
de las personas internas. Se viene
denunciando desde hace años la arbitrariedad
que genera su no reconocimiento
como centros penitenciarios.
No hay una legislación que
regule el régimen disciplinario: se
depende del policía o del director de
turno. Han salido casos de agresiones
sexuales a mujeres por parte de
policías, como ocurrió en Málaga”
(reconocidas en tres sentencias, en
los años 1995, 2005 y 2006). Y remacha:
“Al no existir el equivalente a la
figura del juez de vigilancia penitenciaria,
los internos se ven desamparados
a la hora de denunciar”.

Mucho frío

Según declaraciones a DIAGONAL
de M.R., encerrada en el CIE de
Carabanchel en noviembre: “El lugar
está dividido en celdas y en calabozos
para quien se porta mal o mira
mal a los agentes. Hombres y mujeres
están separados e incomunicados.
Para las mujeres, hay ocho celdas,
con 44 camas. Cuando yo
estuve, éramos más de 40, pero el
mes anterior había 60 mujeres. Si
las camas no alcanzan, pues a dormir
en el suelo”. Insiste en el frío que
pasó: “No había agua caliente ni calefacción,
hacía mucho frío, nos daban
sólo una manta. Había mucha
humedad, había fugas de agua... Ahora,
con el frío que hace, no quiero
imaginármelo”. M. describe una dura
vida cotidiana: “Nos levantamos
a las 7.30h. de la mañana, desayunamos
a las 8.30h. regresamos a las
celdas, y esperamos la hora de la comida,
a las 14h. después hacemos
llamadas a las familias. Éstas no
pueden superar los cinco minutos,
luego nos vuelven a meter en las celdas,
hasta el momento de las visitas,
de 16h a 18h, cada persona tiene derecho
a 5 minutos de visita, que se
realiza en una sala, sin poder tocarte
y con un policía vigilando.

M. recuerda un ambiente muy
tenso: “Se pelea por el teléfono, por
ejemplo. Hay que hacer cola para
llamar, si una se pasa de los minutos,
para las otras no alcanza. También
hay peleas porque falta la comida.
Eso sí, después de comer, todas
al baño con dolor de estómago,
diarrea o a vomitar”. En cuanto al
trato policial, M.R. resalta que “depende
de cada agente: hay algunos
que comprenden que estar allí es suficiente
tortura como para volvernos
a maltratar, pero hay policías que
son unos... Había uno que te tiraba
el jabón al suelo y te decía ‘recógelo’,
por no dártelo en la mano, y nos
decía que éste lugar era para eso,
para hacernos cumplir la ley”.

Además, M. se queja de falta de
información: “No te informan de nada
cuando entras, vas viviendo al
día. No hay documento que diga cómo
son las cosas, simplemente pasan.
Tampoco te avisan cuando te
van a deportar, así que no puedes
dormir tranquila, ni puedes avisar a
la familia. Te despiertan a la hora
que haya un vuelo, y te dicen ‘prepárese,
que se tiene que ir’, y te echan
con la ropa que lleves”.
La falta de información es extensible
a las familias, relata M. Nadie
les informa ni comunica nada: “Ni
cuando entras, ni cuando sales. Eso
se supone que lo hacemos nosotras.
La familia hace cola desde las 14h
de la tarde, algunas se quedan sin
poder visitar, aunque vengan de
Murcia, porque no alcanza el tiempo,
somos mucha gente.

Y M. concluye su historia:
“Mucha gente no sabe que existen
estos lugares. Yo lo supe
cuando entré. Hay gente enferma,
embarazadas, mujeres con
hijos españoles, casadas o que se
iban a casar con un español, enamoradas...
Simplemente, eres una
inmigrante, te tienes que ir”.


Denunciados desde su nacimiento

Los CIE, dependientes de la Dirección
General de Policía, son
actualmente diez, situados en
Valencia, Murcia, Barcelona,
Málaga, Madrid, Algeciras,
Tenerife, Gran Canaria, Fuerteventura
y Lanzarote. Sin embargo,
muchas veces se habilitan
CIE improvisados en almacenes,
lonjas de pescado, etc.,
sobre todo en Canarias y Andalucía.
Muchos de estos centros
‘informales’ han tendido a consolidarse.
La inexistencia de un
reglamento de funcionamiento
interno preciso se debe a que
los CIE nacieron de una orden
ministerial de 1985. Dadas las
constantes denuncias de vulneración
de derechos, en 1999
una nueva orden ministerial
reguló su régimen interno. Pero
las denuncias continuaron entre
otras cuestiones porque correspondería
a una ley orgánica restringir
derechos fundamentales
como la privación de libertad.
La reforma de la Ley de Extranjería
de 2003 define el régimen
de los CIE –los derechos y
deberes del ‘interno’ por ejemplo–
en respuesta a una sentencia
del Tribunal Supremo,
pero la orden de 1999 sigue
definiendo aspectos del régimen
interno.


Huelgas de hambre en Francia y Bélgica

A mediados de diciembre, en el
Centro de Retención Administrativa
(CRA, el equivalente francés
a los CIE) de Mesnil-Amelot,
los internos empezaban una
serie de protestas: presentación
de quejas y denuncias, reivindicaciones
escritas sobre la ropa,
negativa a volver a las celdas...
El 27 de diciembre, varios ‘sin
papeles’ se ponían en huelga
de hambre y sed. Enseguida, la
rebelión se extiende al CRA de
Vincennes. Las reivindicaciones
son: cierre de los CRA, regularización
para todos, y fin de las
expulsiones y de la persecución
policial. La respuesta ha sido la
intervención de los antidisturbios
en diversas ocasiones, saldada
con varios heridos, el aislamiento
de parte de los internos
y la acelerada expulsión de
los ‘cabecillas’. Pese a ello,
según colectivos de solidaridad,
el 31 de diciembre, unos 130
internos estaban en huelga.
En su apoyo, se han realizado
marchas, concentraciones
ante los CRA y demás movilizaciones.
Por otro lado, en
Bruselas, Bélgica, 150 sin
papeles se pusieron en huelga
de hambre el 1 de enero para
exigir su regularización y
denunciar los CIE.

'PEGAN A LOS
INTERNOS'

_ «Pegan a los internos. Y una
compañera que ha salido ha
visto cómo una mujer policía
pegaba a una brasileña. Cuentan
que después de pegarles,
les hacen desaparecer, supongo
que expulsándolos a sus
países. Cuando yo estaba, he
visto cómo le pegaban a un
chico. Después, el funcionario
que lo hizo me amenazó con la
deportación al día siguiente si
lo denunciaba. Me dijo 'tú no
has visto nada', y me mandó
castigada a la celda. Cuando
van a pegar a uno, nos encierran
a todos para que no lo
veamos. Yo lo vi porque acababa
de entrar en el CIE, oí unos
gritos, fui a ver, y estaban pegándole»,
declara M.R.

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