EL GOBIERNO COMBINA LA POLÍTICA DE CUPOS CON DURAS MEDIDAS CONTRA LOS REFUGIADOS
Australia: el trato inhumano a los demandantes de asilo
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CONTRA LOS CENTROS DE DETENCIÓN. Unas 2.000 personas se concentraron en
una protesta en Sidney el 19 de junio de 2005, Día Mundial del Refugiado. // Chris Samuel ( Refugee Action Coalition)

Para comprender el fenómeno de la

21/02/06 · 23:20
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CONTRA LOS CENTROS DE DETENCIÓN. Unas 2.000 personas se concentraron en
una protesta en Sidney el 19 de junio de 2005, Día Mundial del Refugiado. // Chris Samuel ( Refugee Action Coalition)

Para comprender el fenómeno de la
inmigración en Australia hay que
tener en cuenta que es una isla sin
terreno fronterizo con otros países.
Así, las autoridades pueden controlar
fácilmente la entrada en
Australia. El número de personas
que tratan de entrar clandestinamente
es reducido. Debido a la distancia
que tienen que recorrer, se
detectan casi todas las barcas y sus
pasajeros son detenidos por las autoridades
migratorias. Se calcula
que hay unos 50.000 inmigrantes
sin papeles en Australia; la mayoría,
personas que entraron como turistas
y cuyo visado ha caducado.

Sin embargo, Australia no está
cerrando sus fronteras: durante los
próximos años planea aumentar su
contingente de inmigrantes a unos
120.000-150.000 al año, así como
incrementar su cupo actual de
12.000 refugiados. Australia es el
país industrializado con el porcentaje
más alto de inmigrantes. Alrededor
del 23% de la población ha
nacido fuera de sus fronteras, y más
de la mitad de los australianos tiene
al menos un progenitor que ha nacido
en el extranjero. Los inmigrantes
que llegan dentro del cupo oficial
reciben un visado permanente
y no existe una separación entre visados
de trabajo y de residencia.
Así, todos los inmigrantes y sus familias
tienen derechos de por vida
para vivir y trabajar en Australia
desde su llegada.

A pesar del programa de entrada
de inmigrantes en cupos, Australia
tiene una política increíblemente
dura contra los que llegan clandestinamente
por barco o sobrepasan
el tiempo de estancia de sus visados
de turistas y demandan asilo. En la
última década, los demandantes de
asilo provenían sobre todo de
Afganistán e Iraq, pero ahora el grupo
más amplio viene de China.

Todos los demandantes de asilo
están sujetos a una política de detención
obligatoria, y a la mayoría
se les envía a centros de detención
en el desierto, lejos de los centros
de población, o a islas en el océano
Pacífico. Una vez que están en los
centros de detención, se les retiene
indefinidamente hasta que se resuelve
su demanda de asilo o se les
deporta. Algunos detenidos han estado
retenidos hasta siete años, a
pesar del hecho de que oficialmente
no se les acusa de ningún crimen.

Varios delegados de la ONU han
dicho de los centros de detención
australianos que son “peores que
las prisiones”, y “una ofensa a la
dignidad humana”. Según Amnistía
Internacional, “Australia viola
claramente sus obligaciones con los
derechos humanos en el trato a demandantes
de asilo y refugiados.
Quienes buscan asilo en Australia,
huyendo de los abusos de derechos
humanos que sufren en otros países,
se encuentran con un sistema
que viola aún más sus derechos”.

Desde que el primer ministro
conservador John Howard fue reelegido
en 1994, su Gobierno ha
estado a la defensiva con sus otroras
políticas populares de detención
obligatoria. Ha habido escándalos
sobre detenciones erróneas
y deportaciones de residentes legales
a los que se confundió con
inmigrantes ilegales. También se
dio una gran corriente de simpatía
pública hacia los detenidos
cuando un niño nació en un centro
de detención, así como cuando
algunas personalidades destacadas
de la vida australiana presionaron
para que se liberase a un
demandante de asilo que había estado
detenido durante siete años.

Frente al descontento popular
con el partido gobernante, la estrategia
del Gobierno ha consistido en
cambios pragmáticos sin alterar sus
políticas. Últimamente se ha liberado
a los niños y a sus familias de los
centros de detención (pero siguen
detenidos en casas particulares, y
los adultos sin derecho a trabajar),
y un grupo de refugiados, que el
Gobierno había descrito como “demandantes
de asilo fallidos”, ha sido
discretamente liberado.

Pero los cambios son sólo cosméticos
y la detención obligatoria siguen
siendo la política gubernamental.
El primer ministro recordó
recientemente a los miembros
de su partido que su éxito político
se debe a esas medidas. Desgraciadamente,
también les apoyan
el sector conservador del
Partido Laborista en la oposición.
No les importa que esas políticas
hayan demonizado, encarcelado
y ocasionado problemas mentales
a personas que no han cometido
ningún crimen.

Pero también hay un movimiento
masivo que se opone a estas políticas.
Algunos ayuntamientos se
han declarado “Zona de bienvenida
a refugiados”. Instituciones como
sindicatos, iglesias, organizaciones
legales y psiquiátricas,
grupos de barrio, artistas y numerosos
individuos han formado
parte de la lucha por un trato más
humano. Pequeños partidos opositores,
como los Verdes o los Demócratas,
además de facciones disidentes
del Partido Laborista, se
oponen a la política oficial.

El movimiento de apoyo a los refugiados,
con su energía y tesón,
se ha convertido en la piedra en el
zapato de Howard. Crecerá hasta
que Australia tenga un sistema de
asilo que, en vez de castigar, acoja
a las personas que huyen de la pobreza
y la persecución.

Una de las paradojas de la globalización es que, al mismo tiempo que reduce las distancias
geográficas y culturales, multiplica las diferencias entre ricos y pobres. Por ello,
el Occidente opulento blinda sus fronteras para no tener que compartir las riquezas y
las convierte en zonas de guerra. Iniciamos aquí una serie de reportajes sobre las fronteras
Norte-Sur, sobre las que hay muy poca luz pese al dolor y muerte que las rodea.

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