Después de tres años y medio en Guantánamo y más de uno en cárceles españolas, ha sido absuelto por la Audiencia Nacional del delito de pertenencia a al-Qaeda.
Cuando EE UU atacó Afganistán en
2001, Ikassrien, marroquí que se había
trasladado allí “por motivos personales”
tras haber vivido en el
Estado español entre 1989 y 2000,
fue herido por los bombardeos, detenido
y trasladado a Guantánamo.
Después de tres años y medio, durante
los que la Policía española lo
interrogó varias veces, fue extraditado
a petición del juez Garzón, por
un supuesto delito de integración en
la célula española de al-Qaeda. Tras
la anulación de las pruebas (llamadas
telefónicas e interrogatorios de
la policía española) por el Tribunal
Supremo, el 11 de octubre la Audiencia
Nacional lo absolvía.
DIAGONAL: ¿Cuál ha sido tu situación
en Guantánamo?
LAHCEN IKASSRIEN: Primero
estuve en Camp Delta casi dos
años y medio. Las celdas eran contenedores
de chapa, hacía tanto calor
que no podíamos dormir.
Estábamos desnudos. Día y noche
se oía el arrastrar de las cadenas
de los presos que se llevaban para
interrogar. Después me llevaron a
Camp Five, que era un infierno
porque estaba encerrado 24 horas
al día. No había comida, y había
unos ventiladores enormes que
lanzaban un producto químico que
nos provocaba toses y lágrimas.
A mí me han quitado cuatro muelas,
pero se equivocaron y me sacaron
las que estaban buenas, y a mucha
gente le quitan dientes a base
de golpes. Hay gente que ha sido
torturada con perros, entre muchísimas
otras torturas. Por Guantánamo
ha pasado mucha gente, y no sabemos
ni cuántos son ni de dónde.
Hay personas a las que llevan allí
para torturarlas y luego se las llevan
otra vez. Nosotros contamos esto a
la Cruz Roja y a los abogados que
visitan Guantánamo. Los españoles
también lo saben.
D.: ¿Viste a algún abogado? ¿Recibiste
ayuda de algún tipo?
L.I.: En Guantánamo no había abogados.
Cuando se empezaron a mover
las cosas, empezaron a venir,
pero yo ya no los necesitaba porque
me mandaron los españoles aquí. Y
los abogados que han visitado
Guantánamo creo que son más policías
que abogados, porque hacían
preguntas sólo sobre el 11-S; lo que
está pasando en Guantánamo y lo
que están haciendo los americanos
les importa muy poco. Y también
nos visitaban los de la Cruz Roja,
que saben muy bien lo que está pasando
y no quieren decir nada. Cada
vez que hablamos con la Cruz Roja
dicen: “No podemos hacer nada”.
Pero ellos lo saben todo porque cada
preso les cuenta su situación.
D.: En 2005 te extraditaron al Estado
español. ¿Cuál ha sido tu situación
a la espera y durante el juicio?
L.I.: Aquí me trataron como en
Guantánamo o peor. Me trajeron a
España en julio de 2005, tirado en
un avión militar, atado como un animal.
Me trajeron a la Audiencia
Nacional, donde me interrogó el
juez Marlaska. Pedí un médico y no
me hicieron caso. En la carretera la
Guardia Civil me pegó y me insultó.
Después me llevaron a Soto del Real
y después a Palencia, donde hice
una huelga de hambre para que me
viera un médico, y para que me vieran
los periodistas y supieran quién
soy. Me pusieron en una celda muy
fría y durante dos meses no pude
hablar con mi familia, que pensaba
que todavía estaba en Guantánamo.
Aquí me han acusado de haber
conocido a gente y que esa gente me
mandó a Afganistán. El fiscal, al no
tener pruebas contra mí, me quería
condenar como talibán porque me
fui a Afganistán en el tiempo de los
talibanes, pero los talibanes no eran
terroristas, eran un gobierno estable,
y además yo no soy talibán.
D.: Tras tu detención en Guantánamo,
has estado solicitando que te
vieran un médico y un psicólogo...
L.I.: Cada vez que pido un psicólogo
o un médico me dicen que no, o
que espere. Hasta ahora estoy esperando.
En la Audiencia he hecho
muchas demandas para que me vea
un médico, y ni siquiera me responden.
Hice una huelga de hambre de
20 días pidiendo al juez que me enviara
un médico, y ni siquiera me
respondió. Y no puedo dormir, tengo
muchos problemas de salud por
mi estancia en Guantánamo. Allí
nos inyectaron sustancias que no sabemos
lo que son, y dicen que nos
pusieron inyecciones para no tener
niños. Una vez dos interrogadores
me pusieron una inyección y el cuerpo
empezó a picarme; un médico
me dijo que era una enfermedad de
perros. Aquí lo he contado en la
Audiencia y no hacen caso.
Tengo secuelas, heridas de torturas,
quemaduras de cigarrillos,
marcas de la enfermedad que me
inyectaron, y quiero que me vea un
médico. Pero cuando voy al hospital
dicen que necesito tarjeta de seguridad
social y de residencia.
Pero no tengo papeles.
D.: La Audiencia Nacional te ha absuelto
de la acusación de pertenencia
a al-Qaeda. ¿Qué prevés ahora?
L.I.: Me siento mal, porque el año
de prisión que he pasado aquí siento
que he estado secuestrado, sin
ningún delito. Y ahora me han absuelto
pero no tengo papeles. Si me
pilla la policía en la calle soy un ilegal,
así es que voy a pedir que me
expulsen, porque si no me dan los
papeles no puedo vivir aquí. Justicia
en España no la hay, porque el fiscal
ha dicho mentiras, y la investigación
de la policía también. Voy a denunciar
esto, a ver si hay algo de justicia
en este país, según dicen. A ver por
qué me han traído aquí, si no soy español,
y por qué me han metido un
año de prisión. Yo no soy terrorista.
Los terroristas son ellos, que meten
miedo y secuestran a la gente.
Las 'visitas' españolas a Guantánamo
D.: En Guantánamo fuiste
interrogado en varias ocasiones
por la policía española...
L.I.: La policía fue a interrogarme
cinco o seis veces, desde
agosto de 2002 y también
durante la época de Zapatero.
Los españoles decían que soy
un gilipollas y no quiero decir
la verdad, que ellos saben
que yo sé muchas cosas y no
quiero ayudar a los americanos...
Y cuando los españoles
se iban, los americanos
empezaban a torturarme por
las mentiras e informaciones
que traían los españoles.
Siempre que ellos venían
tenía que estar preparado
para por lo menos un mes de
torturas en Guantánamo. Al
final me dijeron los americanos
que ellos no tenían nada
contra mí, y que me estaban
torturando por lo que decía la
policía española.
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