El Corte Inglés y la homofobia

Los grandes almacenes deciden retirar un anuncio de la vuelta al cole protagonizado por una familia con dos padres tras la presión ejercida por la parte más reaccionaria del catolicismo, cada vez más alejada de la realidad.

04/10/16 · 12:09
Fotograma del anuncio censurado

Martes día 3 de octubre de 2016. El Corte Inglés decide retirar un anuncio en el que dos padres gais se dedicaban a forrar los libros de sus dos hijos. Ocurre tras la protesta y recogida de firmas de una plataforma ultracatólica llamada HazteOír.

Tras ello, las redes sociales, partidos políticos, ONG, colectivos LGTBI se indignan. Dicen que El Corte Inglés es homófobo. Hasta aquí los hechos, contados muy brevemente.

Cuando empezó a emitirse dicho anuncio ya por twitter muchas personas, asociaciones LGTBI y medios de comunicación se congratulaban. ¡Qué bien hace El Corte Inglés por incluir al colectivo LGTBI!

Antes de nada, analicemos el anuncio. Dos padres. Una casa. Un hijo y una hija. Todo da la sensación de ser una familia que, a pesar de la crisis, no parece que esté pasando muchos problemas económicos. Porque todo el mundo sabe que los gais somos ricos y no tenemos problemas de dinero. Otra cosa a destacar, todos blancos. Todos sabemos que en este país no hay gente de otros colores o razas. No. Todos blancos y bien vestidos (obviamente, se supone que compran en El Corte Inglés). Y claro, tenían que ser dos hombres. No podían ser dos mujeres, o una persona transexual, o una intersexual. No, son una pareja de hombres gais blancos.

Por otra parte, parece ser que el mayor problema que tienen ese día en la familia es no saber forrar los libros de sus hijos. ¡Ay, qué patosos somos los hombres! No deja de parecerme una imagen terroríficamente idílica.

Parece ser que nos cuesta darnos cuenta de que las grandes empresas solo buscan el beneficio. Igual que hicieron el anuncio para atraer a público LGTBI lo quitan porque han visto que les sale más rentable. ¿De verdad les sale más rentable si hay mucha más gente que ha votado la iniciativa para que el anuncio se quede? Esto es lo que se pregunta mucha gente. Como soy amante de las matemáticas, hagamos una sencilla cuenta. Tenemos 1.000 ultracatólicos votando en contra del anuncio y 3.000 personas civilizadas votando a favor. Los ultracatólicos tienen un salario de 8 y los civilizados de 2. Beneficio de retirar el anuncio: 8.000. Beneficio por dejarlo: 6.000. Ahí tenéis la respuesta. Un simple balance.

Todo el mundo sabe que los gays somos ricos y no tenemos problemas de dinero

Y esto sirve para todo lo demás. Para cadenas de ropa que hacen anuncios supuestamente para “todo tipo de mujeres”, las que plantan arbolitos por cada prenda que te llevas, las que tratan de vender más refrescos contratando a reconocidos divulgadores científicos explicando cómo ser felices, las que “inventan el futuro” destruyendo al mismo tiempo el medio ambiente…

Una realidad menos idílica

Pero volvamos a la familia. Hagamos un pequeño esfuerzo y pensemos en cómo sería un día en la vida de esa pareja si fuera real y adaptada a las circunstancias de este país. Un día en la vida de Miguel y Javier (nombres ficticios, obviamente).

Se levantan cansados, ayer Miguel trabajó hasta muy tarde y Javier tuvo que acostar a los niños. Miguel solo pudo darles un beso cuando ya estaban acostados. A pesar de que estaba cansado, Javier esperó despierto a Miguel para que tuviera la cena lista cuando llegase. Unas veces le toca a uno y otras al otro. Por desgracia, los padres de ninguno de los dos pueden hacerse cargo de los niños ya que ambos tuvieron que abandonar sus respectivas casas por la no aceptación de su condición sexual. Tampoco les llega el dinero para pagar a una persona que cuide a los niños por la tarde, por lo que cuando ellos no pueden lo hace el matrimonio del piso de al lado, sus amigos más cercanos. A veces les toca a Javier y Miguel cuidar de los hijos de sus vecinos.

Antes de tomar el desayuno Javier y Miguel se dedican a forrar los últimos libros que les quedan. A Javier se le da mejor, pero Miguel es más cabezón y se empeña en forrarlos él. Javier le mira con una sonrisa cómplice y le acaricia suavemente el brazo. Hora de desayunar.

Pero avancemos en el día. Javier lleva a la escuela a los niños. Hoy es el día de la madre. Los niños, María y Héctor, saben que hoy no van a sufrir los insultos de todas las semanas, hoy sufrirán más. Hoy tendrán que aguantar las risas de los crueles niños, hoy los insultos duelen más que nunca. Afortunadamente, la profesora es consciente de la situación y Héctor y María hacen un regalo uno para cada padre. María a Javier y Héctor a Miguel. El día del padre lo hacen al revés. Así consiguen pasar el día en la escuela.

Ahora es Miguel, quien a las cuatro de la tarde pasa a recoger en la escuela a María y a Héctor. Los lleva a casa. Mientras los niños hacen los deberes Miguel termina la tarea del trabajo que le quedaba por hacer. María le dice a Miguel que hoy ha llorado por los insultos de sus compañeros. Miguel le dice la frase de siempre: “María, tú contéstales que estás muy orgullosa de tus padres y que ya quisieran ellos tener los padres que tienes tú”. Miguel anota en un papel la frase que ya es habitual. “Ir a hablar con la tutora el lunes”.

Afortunadamente es viernes, y hoy los vecinos se han ofrecido a cuidar de María y Héctor para que Javier y Miguel puedan salir un rato por la noche.

Aunque Javier llega tarde para ser viernes, a las nueve de la noche pueden salir a tomar algo. Salen agarrados de la mano. Una vez más tienen que aguantar las risas, burlas, insultos e insinuaciones de muchas de las personas que les ven por la calle. Afortunadamente llegan al bar “gay-friendly” donde saben que pueden estar cómodos y hacerse unas caricias. Esas que no han podido darse durante la semana por el trabajo ni por la calle por el temor. Es su pequeña burbuja, su momento de desconexión.

Tras unas tapas y alguna copa les dan la una de la mañana. Hora de volver a casa. Pero desde que hace un par de años ambos estuvieron a punto de ser linchados en un callejón paralelo a la Gran Vía, ya no cogen ningún atajo. Solo por calles principales y bien iluminadas. Aun así, el miedo no desaparece y a estas horas ya no se dan la mano. Son solo dos amigos volviendo a casa.

Ya, por fin, vuelven a casa y Javier con Marta en brazos y Miguel haciendo lo propio con Héctor todos se echan a dormir. Mañana es sábado, la boda de Rocío, la hermana de Javier. Pero Javier no irá, no hay relación con la familia, y además se casa en su pueblo, en la iglesia, y el cura no oficiaría la boda con él presente. Javier se abraza fuertemente a Miguel en la cama. Se le escapa alguna lágrima. Miguel le besa la mano. Duermen.

Esto no lo veréis en ningún anuncio publicitario. Esto no interesa mostrarlo. Esta es la España real.

Texto publicado en El Salmón Contracorriente.

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comentarios

2

  • |
    anónimo
    |
    09/10/2016 - 11:35pm
    esta bien quejarse de que lo hayan quitado por unos católicos que lloriquean. Pero ¿hacía falta destripar tanto el anuncio? ¿Qué gilipollas ha escrito esta mierda? si ya estaba bien ¿por qué se deja llevar por la demagogia y lo hipocresía? Así es como no se termina nunca la homofobia
  • |
    Pancho
    |
    04/10/2016 - 6:28pm
    Vaya noticia, ¿quién lo iba a decir? menos mal que estáis vosotras ¿Cuánta pasta hay que poner para que nos sigáis abriendo los ojos?
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