Unai y otros cuatro brigadistas se enfrentan a seis años de cárcel.

Unai Vázquez tiene 37 años y desde 2003 participa como brigadista en Askapena. La noche del 28 de septiembre de 2010, la Policía Nacional le detuvo en su casa. Tras seis meses en prisión provisional, salió en libertad con una fianza de 60.000 euros y el embargo de sus cuentas bancarias y las de sus padres. Es una de las cinco personas imputadas por formar parte del colectivo internacionalista Askapena.
DIAGONAL: ¿Cómo empezaste a participar en Askapena? ¿Qué tipo de actividades haces en el colectivo?
UNAI VÁZQUEZ: Fue allá por el 2003. Siempre he tenido una visión internacionalista porque lo he mamado desde pequeño. Tengo familiares fuera, que estuvieron en Nicaragua, cuando las brigadas en apoyo al Frente Sandinista, gente de Latinoamérica ha pasado por mi casa familiar y de amigos… El internacionalismo siempre ha estado presente. Luego hice las prácticas en 2002 de mi primera carrera, Trabajo Social, en El Salvador. En 2003, la siguiente vez que salí fuera, fue con las brigadas de Askapena en Venezuela, trabajando la solidaridad internacionalista, lo que llamamos ‘solidaridad de ida y vuelta’. La de ida es la que mostramos nosotros mediante las brigadas, campañas de socialización de luchas y procesos. La de vuelta es la que organizaciones de otros países tienen con Euskal Herria.
D.: En el sumario del caso citan intervenciones telefónicas e imágenes de reuniones o actos normales de Askapena, nada que parezca ilegal. ¿Por qué crees que te han imputado?
U.V.: En 2008 comenzaron a hacer seguimiento de Askapena, siguieron diferentes reuniones, sacaron fotos... Los que aparecemos en esas fotos, hemos hecho labores de portavocía o participado en actos es a quienes deciden encausarnos. Puedes preguntarte “¿por qué a mí?”, pero una vez que han tomado la decisión política de ir a por una organización... Nos ha tocado y punto. Nosotros fuimos detenidos en un momento muy determinado: en septiembre de 2010, el mismo mes en que ETA anunció que dejaba las armas. El Estado quería demostrar que ellos no estaban en tregua y para eso atacaron a todo lo que consideraban disidencia. En ese mismo mes hubo tres operaciones: la detención de 28 jóvenes acusados de pertenencia a Segi, siete de ellos condenados este verano, las de Ekin y las nuestras, acusándonos de ser el aparato internacional de ETA en un momento muy concreto de gran relevancia internacional del comunicado del alto el fuego. Nos detienen con un objetivo político claro y ahora, cinco años después, tenemos un juicio político a las puertas de las elecciones. Siempre ha sido un tema sugerente, aunque no sean elecciones, porque puede ser que salga de la cárcel alguien determinado y quieran contrarrestar esa noticia encarcelando a otro. En este tipo de juicios, lo último es la cuestión formal judicial. Lo judicial es de risa.
D.: Os acusan de ser el aparato internacional de ETA, pero en el sumario se cita fundamentalmente una campaña que hicisteis contra Coca-Cola y el boicot a Israel, que tachan de estar dirigidos por la banda armada.
U.V.: Las acusaciones cogen las líneas de trabajo de Askapena: el tema de foros sociales, que en su día estaba más en auge, las jornadas internacionalistas que se hacen anualmente con diferentes colectivos y, sobre todo, lo que en un momento dado se consideró que eran líneas estratégicas, pero evidentemente no porque lo dijera ETA sino por la propia participación en los foros internacionalistas. 200 organizaciones palestinas impulsaron el BDS [Boicot, desinversión y sanciones] contra Israel, con grandes resultados en Europa como la paralización de proyectos importantes. El boicot a Coca-Cola se impulsó internacionalmente en solidaridad por los asesinatos de sindicalistas a petición de Sinaltrainal, el sindicato de alimentación colombiano. La campaña tuvo mucho éxito en Estados Unidos, por ejemplo, donde no creo que ETA tenga mucha capacidad de influencia.
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