Los acontecimientos de las próximas semanas mostrarán si la derrota del fascismo será permanente o temporal.

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Las elecciones que llevaron al gobierno la coalición de Syriza con un pequeño partido de la derecha, dieron también 388.000 votos al Amanecer Dorado. La pandilla nazi mantuvo su influencia electoral en el 6%, mostró esta vez una fachada más decente y presentó como candidatos a muchos oficiales del ejército y la policía. Sin embargo, el resultado fue para ella una derrota, ya que perdió 50.000 votos con respecto a las elecciones de 2012 (el 1%) y además muestra una capacidad mínima de movilizar a sus seguidores. Su ímpetu se ha perdido, sus apariciones públicas son ya escasas, los ataques a los migrantes han caído y muchas de sus oficinas han cerrado. Además, es significativo que su marcha anual en Atenas a finales de enero fuera casi tres veces menor a la de 2014.
Por otro lado, no presagia nada bueno que el 6% del electorado siga, a sabiendas, votando a los nazis. Es también ominoso el hecho de que el nexo de poder –bancarios, armadores, grandes empresarios, constructoras, curas– se haya demostrado dispuesto a financiar esta pandilla, y parece listo a volver a hacerlo para proteger sus privilegios. La derecha griega en su totalidad se ha movido hacia la extrema derecha. Especialmente el partido de Nueva Democracia, que gobernó los tres años anteriores promoviendo el despojo de la riqueza pública, la represión autoritaria de las luchas sociales y el recorte de los ingresos y los derechos sociales, aplicó una política de extrema derecha e incluso pro-fascista. En colaboración además con el mismo Amanecer Dorado, como demostraron las reuniones cotidianas entre sus dirigentes y altos miembros del gobierno, incluso después de que la mayoría de sus líderes estuviera metida en la cárcel por complicidad en el asesinato del músico antifascista Pavlos Fissas.
En todas las elecciones a partir de 2012 Amanecer Dorado fue votado por el 40-50% de los policías
En realidad, el fascismo en Grecia no se limita a Amanecer Dorado. Desde la década de 1990 el núcleo duro del estado y los medios de comunicación construyen sistemáticamente un “banco de fascismo”. Éste incluye ya posiblemente a una quinta parte de la población, es decir personas que están de acuerdo con los fascistas en los asuntos principales pero no se movilizan públicamente y a menudo votan por los partidos de gobierno. Todos estos años los canales de la televisión privada han cultivado una cultura de racismo, sexismo y extremo nacionalismo, mientras que el mismo estado ha legitimado con muchas formas el discurso de los nazis, especialmente con el cinismo inhumano con el que trata a los refugiados y los migrantes: manteniéndolos en un estado de clandestinidad y sumisión, encerrándolos en campos de concentración, tolerando los pogromos nazis, construyendo vallas en las fronteras con Turquía y realizando patrullas en el Egeo que causan hecatombes, como pasó el año pasado en Farmakonisi, donde una nave de la Guardia Costera hundió un barco y ahogó a niños y mujeres que pedían que les salvaran. Además, el sistema educativo se esmera en que la juventud no aprenda el devenir histórico y los incontables crímenes del fascismo en el siglo veinte.
A finales de 2011 el nexo del poder y el estado profundo apoyaron activamente la marginal –hasta aquel momento– organización nazi de Nikos Mijaloliakos, agente conocido de los servicios secretos. El régimen se había asustado de la escalada de las movilizaciones masivas, que duraron desde diciembre de 2008 hasta el Movimiento de las Plazas y las vísperas de las elecciones de 2012. Sabía que dentro del contexto democrático no podía concluir la masiva y abrupta redistribución de la riqueza y del poder a favor del capital, que había puesto en marcha en colaboración con la Troika. Tenía que crear un movimiento violento y masivo, haciendo uso del tanque del fascismo que estaba ya preparado, que aplastaría en las calles todo intento antagónico y volcaría la rabia contra los nuevos chivos expiatorios, los refugiados y los migrantes. Es el papel que desempeñó el Amanecer Dorado, cuando otro partido de extrema derecha, que habían promovido antes los mismos círculos, se hundió porque participó en el gobierno no electo del bancario Papadimos, impuesto por la Troika en noviembre de 2011.
Los medios de comunicación se apresuraron a presentar de forma positiva los ataques del Amanecer Dorado, así como varios trucos publicitarios, como los comedores populares y las donaciones de sangre “sólo para Griegos”. Los jueces nunca los condenaban y los cuerpos de seguridad se convirtieron, bajo supervisión más alta, la columna vertebral de los escuadrones nazis. El resultado fue que la influencia electoral del Amanecer Dorado se disparara en pocos meses del 0,3% al 7%, para culminar en el verano de 2013 alcanzando el 11-12% en las encuestas. En todas las elecciones a partir de 2012 fue votado por el 40-50% de los policías. El resto de su fuerza electoral eran el hampa y los patrones.
Parados por el antifascismo
El declive de la pandilla empezó en el otoño de 2013. El clamor en su contra que provocó el asesinato de Pavlos Fissas, al contrario de los asesinatos anteriores de migrantes, masificó el movimiento antifascista y le permitió parar en las calles de Atenas y las otras ciudades el avance de los nazis. Poco a poco muchos seguidores del Amanecer Dorado, que en un principio lo consideraban “antisistema”, vieron, al contrario, que estaba apoyado por la policía y la justicia, y que en el parlamento sostenía al régimen. El miedo a la explosión social obligó al gobierno de Samarás a encarcelar a su dirección, aunque siguió la comunicación y la colaboración con ella de manera clandestina. El prestigio de los supuestamente “incorruptos” políticos del Amanecer Dorado se deterioró cuando numerosos escándalos fueron descubiertos, desde violaciones hasta estafas. La lógica fóbica del canibalismo, típica del fascismo, se marginó gracias al avance de la solidaridad y toda clase de lucha colectiva, así como la esperanza de cambio social, que fueron registrados en el ascenso de la izquierda.
Los acontecimientos de las próximas semanas mostrarán si la derrota del fascismo será permanente o temporal. La extrema derecha no tiene campo de expansión si la coalición gubernamental, cumpliendo las promesas preelectorales de Syriza, revierte las políticas neoliberales y redistribuye la riqueza y el poder a favor de los trabajadores. Sus seguidores disminuirán y los poderosos que la apoyan se pondrán en una situación de defensa. Esto, por cierto, significa chocar con las instituciones autoritarias de la Unión Europea y el incontrolable Banco Central Europeo, así como anular la deuda y salir del euro. Significa además un política proactiva para enfrentar al fascismo.
Antes que todo es indispensable juzgar a los responsables de muchos crímenes violentos, sobre los cuales nadie hasta el momento ha ido a juicio, como era el pogromo contra los migrantes que, con la tolerancia de la policía, organizó el Amanecer Dorado en Atenas en mayo de 2011. El balance fue por lo menos un muerto, más de 100 heridos y la destrucción de decenas de tiendas. Además, hay que desmantelar los aparatos judiciales y policiales que todos estos años han estado protegiendo a los nazis, así como revelar sus colaboradores y sobre todos sus financiadores. Hace falta también una comunicación sistemática para que la juventud sepa qué es el fascismo y debatir las máximas del racismo, el sexismo y el nacionalismo, que durante la década de 2000 se presentaban como verdades absolutas del sentido común. Pero esto significa enfrentarse con los capitalistas que controlan los medios de comunicación. Es indispensable, por último, continuar la movilización masiva y la coordinación de los comités antifascistas de base que surgieron desde abajo en todo el país.
Pero si se imponen los chantajes de la Troika, el futuro se presagia malo. A medida que la enorme y odiosa deuda se siga pagando a los bancarios, es inevitable que la política actual de empobrecimiento de los trabajadores, de saqueo de la riqueza pública y de autoritarismo estatal continúe. Situaciones parecidas a las de Alemania y Weimar crearán las condiciones sociales para que una oposición de extrema derecha se arraigue en la indignación de los desdichados. La humillación y la desesperación empujan al fascismo a capas sociales que multiplican la fuerza de los oligarcas y de los aparatos del estado profundo. Si la izquierda falla, lo más probable es que después aparezcan formaciones que harán parecer a la extrema derecha y al gobierno pro-fascista de Samarás como liberales. En estas condiciones, incluso la democracia restringida de las últimas décadas será difícil que sobreviva. ¿Acaso la Unión Europea impedirá una evolución como ésta? Los ejemplos de Ucrania, Hungría y, en parte, de España, no dan lugar al optimismo.
Si a los nazis y a los que les apoyan se les concede tiempo, podrán reorganizarse y recuperarse. Por desgracia, las primeras acciones del gobierno muestran que opta por no abrir este frente, arriesgando de esta forma enfrentar en el futuro problemas mucho mayores. Como ministro responsable para la policía ha sido nombrado un antiguo miembro del Pasok que es sabido que no tiene firmeza e incluso adopta la política del gobierno anterior. Cuando asumió declaró que los servicios antiterroristas, que durante tres años no hicieron nada contra el terrorismo nazi, están haciendo su trabajo bien. Dijo también que la valla en las fronteras con Turquía se mantendrá, siguiendo de esta forma la política del Amanecer Dorado y de la Nueva Democracia en estos asuntos.
Así se ha dado la consigna para que empiecen otra vez las acciones conjuntas entre los nazis y la policía, que se vieron reflejadas por ejemplo en los arrestos de antifascistas por pegar carteles en Atenas y el ataque coordinado de los antidisturbios y los nazis en una ocupa anarquista en Kavala. Las apariciones provocadoras de las fuerzas policiales, que temporalmente se habían parado, han vuelto a empezar, y van acompañadas de la reaparición de fascistas en las calles. Si las próximas semanas muestran que estas son realmente las pautas que seguirá el nuevo gobierno, entonces probablemente el movimiento anti-fascista, adaptando de nuevo sus objetivos y sus tácticas, tendrá que admitir que dará solo las próximas luchas contra los nazis. Aun así las puede ganar.
Traducción: Kostas Papathomopoulos
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