Migración de menores en América Latina
19.000 niños deportados en América Latina

Alrededor de 250 niños son devueltos cada semana a Honduras tras ser deportados desde Estados Unidos y México.

, Redacción
17/01/15 · 8:00
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Cerca de 19.000 menores fueron deportados desde EE UU y México en 2014, según un informe de Save the Children, unas cifras que doblan las de 2013. “En México, la minoría de edad no te salva”, señala Salva Lacruz, del Centro de Derechos Humanos Fray Matías de Córdova, en Tapachula (México), donde se ubica uno de los mayores centros de detención de personas migrantes de América Latina. Allí se cruzan personas que llegan desde Centroamérica con los migrantes deportados de vuelta desde México y EE UU.

Lacruz relata que estos niños “sufren tiempos prolongadísimos en centros de detención de extranjeros o en albergues, también con privación de libertad”. Los mayores de 13 años son ingresados en un módulo de adolescentes. “Son centros con mucha presión porque muchos de ellos han optado por huir para no meterse en una mara. En el mismo módulo hay adolescentes que ya metidos o mandados por las propias maras y se dejan detener para poder controlar quién está dentro del centro”, explica Lacruz. Los menores de 13 años se quedan con su madre en el área de adultos, una estructura carcelaria. En algunos casos son acogidos en albergues de la Dirección General de Protección de la Familia, privados de libertad.

A pesar de las directrices de la Convención de Derechos del Niño, firmada por México, a la detención suele seguir la deportación, tal como pasa con los adultos. En 2013, el Gobierno mexicano concedió 300 estatutos de refugiados frente a los más de 200.000 tránsitos reconocidos por el Gobierno. “Las solicitudes también son mínimas”, explica Lacruz. En 2014 hubo cerca de 1.200 demandas de asilo, tramitadas por la Comisión Mexicana de Ayuda a Refugiados, una estructura con una oficina principal en Distrito Federal y otras dos en el resto del país. “Mientras resuelven la solicitud, el demandante de asilo sigue en el centro de detención, donde es fácil que haya personas vinculadas al crimen organizado de las que puede estar huyendo”. Lacruz destaca que los porcentajes de denegación de solicitudes de asilo son superiores al 90% y la mayoría de migrantes no tiene acceso a asesoría legal y ni siquiera sabe que existe la posibilidad de pedir asilo. El Centro Fray Matías tiene dos abogadas y es la única entidad que trabaja con migrantes en la región, el panorama en todo México es parecido. “México tiene una ley que le obliga a investigar estos contextos y dar protección, pero más bien se les detiene en centros de detención”, explica Ana Lucía Lagunes, quien trabaja también en el Fray Matías de Córdova.

Honduras, expulsor de niños

De los cerca de 19.000 niños y adolescentes deportados desde México y Estados Unidos en 2014, 8.400 son hondureños. “Honduras es un país netamente expulsor de niños, que salen para Guatemala o El Salvador, muchas veces de camino a Estados Unidos, pasando por México”, afirma a Diagonal Jaime Flores, de la Casa Alianza en Honduras, organización que trabaja con niños en situación de desamparo. Flores detalla que si bien la mayoría de hondureños que decidían abandonar el país tenía alrededor de 30 años, progresivamente se ha acortado la edad: “Primero de 20 años, después de 15 y ahora hasta niños de cuatro y cinco años migran completamente solos”.

“Primero de 20 años, después de 15 y ahora hasta niños de cuatro y cinco años migran completamente solos”

Flores explica que la niñez sale del país por tres razones: huyendo de la violencia –cada mes son asesinados entre 80 y un centenar de niños–, para reunirse con sus padres –emigrantes en los 90 y 2000– y para aspirar al sueño americano. “En Honduras no hay oportunidades, la alternativa a la migración es el crimen organizado”, señala Flores, recordando que el 80% del país vive en la pobreza o en la pobreza extrema. “El Estado se ha debilitado y el crimen organizado ha crecido en el triángulo norte de Centroamérica. Aquí se oye que hay niños y niñas cometiendo crímenes y es cierto, lo que no se dice es que detrás de cada niño y niña que comete un hecho delictivo hay un adulto”.

No hay cifras de menores que salen, pero sí de los que vuelven: cada semana una media de 250 niños llegan a Honduras tras ser detenidos en México, montados en autobuses y abandonados en la frontera. En muchos casos ahí les esperan sus familiares o los polleros –que les han ayudado a pasar la frontera cobrando de 5.000 a 10.000 dólares–. Los que no tienen compañía duermen en un albergue, donde pueden estar 24 horas, y pasan a vivir en la calle. “Estos niños han abandonado sus comunidades a causa de la violencia, y cuando vuelven encima les hacen bullying y les miran como fracasados”, concluye Flores.

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