Crónica
Arde Atenas, otra vez

El pasado 6 de diciembre, coincidiendo con el aniversario de la muerte del anarquista Alexandros Grigoropouos y con la huelga de hambre de Nikos Romanós, las calles del barrio de Exarchia volvieron iluminarse con el fuego de las barricadas y los cócteles molotov.

12/12/14 · 1:04

La situación no podía ser más tensa. El pasado 6 de diciembre se cumplían 6 años del asesinato a sangre fría por parte la policía de Alexandros Grigoropoulos, un joven anarquista de 15 años. Todos los 6 de diciembre arden las calles de Atenas, pero, para colmo, cuando aquella noche de 2008 la policía disparó en el barrio ateniense de Exarchia a Alexandros, que murió en los brazos de su compañero Nikos Romanós, joven anarquista griego que en la actualidad está encarcelado y en huelga de hambre desde el 10 de noviembre. Y todo esto aderezado de una carga explosiva de un 34% de pobreza, una tasa de suicidios disparada desde el comienzo de la crisis y una sociedad sin esperanza de que el gobierno pueda arreglar la situación.

Romanós, de 21 años, ya ha saltado a los medios de comunicación en tres ocasiones. La primera fue cuando junto a tres compañeros entró en un banco armado con fusiles AK-47 (motivo por el que cumple condena). La segunda fue cuando la policía publicó sus fotografías manipuladas con Photoshop en un intento de ocultar las torturas a las que fueron sometidos, denunciadas por Amnistía Internacional. Por último el pasado 10 de noviembre, cuando comenzó una huelga de hambre para exigir el permiso para salir de la prisión y realizar sus exámenes universitarios que la ley griega concede a los estudiantes presos.

Las manifestaciones se prohibieron en Atenas desde el viernes hasta el sábado, pero los casi 40 edificios públicos ocupados en toda Grecia, ayuntamientos incluidos, en solidaridad con Nikos Romanós ya anunciaban de que una mera medida burocrática no podría frenar la protesta. El problema se había convertido en algo político y una buena parte del pueblo griego hacía piña en torno a la, por lo menos, valentía e ideales del joven anarquista que ha rechazado una cita con el ministro de Justicia y una compensación de 500 euros por su buen expediente académico. Incluso Syriza, el partido de izquierdas con más apoyo en Grecia, apoya la causa de Romanós a pesar de que éste hubiera rechazado de mala gana un encuentro con altos cargos del partido. La barricada ardiendo marcaba el inicio del lado anarquista, el tanque de agua el lado de la policía griega.

Lo primero que sorprendería a un español acostumbrado a las protestas es que en la manifestación en Atenas del 6 de diciembre, de unas 10.000 personas, no había ni una sola bandera. Quizá las banderas las llevaban puestas ya que el color de la manifestación era el negro debido a la ropa de las personas. Desde el comienzo del recorrido por las calles céntricas de Atenas, a los laterales de la manifestación grupos de personas descargaban su rabia contra todos los bancos, cadenas de ropa como Zara o cualquier cosa que identificaran como símbolos del Estado y del capitalismo.

El despliegue policial era de 7.000 agentes, pero, al contrario de lo que ocurre en España, no se les veía continuamente rodeando a los manifestantes y demostrado superioridad numérica, sencillamente porque cuando se tocan ambos grupos las chispas saltan. Ningún bando quería verse rodeado o en una mala posición y en las calles paralelas se empezaban a ver policías correr de un lado para otro. Antes de llegar a la plaza de Syntagma, la policía ya había lanzado las primeras granadas aturdidoras y cuando la manifestación llegó al Parlamento griego la estampa era bastante demoledora: decenas de manifestantes realizaron un cordón de protección sobre a un grupo de unos 200 refugiados de guerra sirios que estaban allí acampados a modo de protesta por el trato hipócrita que están recibiendo por parte de la Unión Europea. La policía se cuidó de no disparar muy cerca evitando una imagen que hubiera saltado a todos los medios.

Teóricamente la manifestación ya había acabado, pero la gente continuó andando hasta llegar al barrio de Exarchia, la ‘guarida del rebelde’, donde los anarquistas son más fuertes y combaten de tú a tú a la policía, que les siguió desde la distancia barriendo los grupos de personas que quedaban. Por la plaza de Syntagma desfilaron, frente a los pocos manifestantes que quedaban, todas las fuerzas que se dirigían hacia Exarchia: decenas de antidistubios a pie en filas que ocupaban toda la acera, camiones de agua, autobuses blindados y lo que más me sorprendió: cuadrillas de 50 motos con dos policías en cada una, uno al volante y el de atrás con la porra, rápidos y ágiles para cazar en manada por las callejuelas de Exarchia. Me pareció gracioso ver a dos policías compartir moto, pero a Aquiles, mi amigo y guía griego, no le hacían ninguna gracia: "Esos son los peores, los más salvajes y bárbaros". Él se quedó en Syntagma mientras yo me dirigí a Exarchia, no era muy buena idea ser un griego activo en movimientos sociales y andar solo por ese barrio.

Mientras me acercaba las calles iban quedándose vacías y finalmente sólo quedaban policías en todas las esquinas. He visto muchos vídeos de la “simpatía” de la policía griega con los manifestantes y no quería que pensaran que era uno despistado y solo. Intenté poner toda la cara de periodista que pude, me colgué la cámara al cuello y seguí andando entre agentes de las MAT (cuerpo de policía antidisturbios griega). Iba buscando algún civil al que preguntar si la policía dejaba entrar al barrio de Exarchia, pronto vi una persona que salía de una esquina y fui hacia él, y de repente tras él surgieron unos 70 hombres, todos de negro, algunos con pañuelos que les tapaban la cara y todos de la misma altura y corpulencia, eran secretas. Mejor no preguntar.

Estaba cerca de Exarchia, no había duda: olía a humo y los ojos, sin llegar a ser molesto, me lloraban por el gas lacrimógeno. Finalmente vi una calle iluminada de rojo por lo que parecía una hoguera a unos 500 metros. Las aceras estaban llenas de policías sentados o acostados descansando, algunos con la cara roja y sudando, otros comiendo rápido un bocadillo en un portal, otros hablando en grupos y haciendo guardia en cada esquina… La verdad es que, sumando a esto las paredes estropeadas y llenas de pintadas de Exarchia y los uniformes de color verde militar, el panorama se parecía demasiado a la retaguardia de un frente de guerra.

Los dos bandos se miraban el uno al otro. La barricada ardiendo marcaba el inicio del lado anarquista, el tanque de agua el lado de la policía griega. El intercambio de piedras y granadas aturdidoras o de gas lacrimógeno era continuo. Cuando los anarquistas se acercaban demasiado la policía lanzaba agua desde el tanque y cuando esta intentaba acercarse a Exarchia los anarquistas los alejaban con una batería de cocteles molotov. Cada bando tenía sus técnicas, se notaba la costumbre al disturbio.

Cuando pude me escurrí por el cordón policial y di un rodeo de un par de calles hasta llegar al epicentro del lado anarquista: la plaza Exarchia, famosa junto a la Universidad Politécnica por ser el centro del levantamiento de 1973 contra la Dictadura de los Coroneles. Aquí la táctica era la contraria: esconde la cámara y quita la cara de periodista. Al igual que la policía los anarquistas tenían sus medios de seguridad y su gente controlando e inspeccionando a los curiosos como yo que se acercaban a las calles que entraban a la plaza. Una vez dentro del centro de la revuelta los choques siguieron por un par de horas hasta que la policía lanzó tanto gas que la gente se retiró un poco, en ese momento se escuchó el ruido de motos a toda velocidad directas al centro de Exarchia y con el sonido de los motores se escucharon los gritos de miedo de la gente que se escabullía en un segundo entre los portales que los vecinos mantenían abiertos para ayudar a los anarquistas. Respondiendo a la señal de la bengala empezaron a llover una batería de cócteles molotov del cielo lanzados desde las azoteas

La policía ya estaba casi en la plaza de Exarchia y en la calle no había prácticamente nadie, parecía que tras casi ocho horas los disturbios llegaban a su fin. Pero aún faltaba la guinda del pastel. Alguien lanzó una bengala roja a la calle por la que la policía intentaba entrar a Exarchia. Y de repente, respondiendo a la señal de la bengala, empezaron a llover una batería de cócteles molotov del cielo lanzados por personas desde las azoteas. Toda la calle se convirtió en fuego y la policía tuvo que salir corriendo mientras miraban desorientados al cielo.

Fue un día más de enfrentamientos en Atenas que acabó con 220 detenidos. Otra demostración de armamento y técnicas de guerra urbana que refleja que ambos bandos están preparados para la batalla. Mientras al Gobierno griego, arrodillado al poder financiero, parece que no se le pasa por la cabeza aumentar el gasto social para normalizar el país y que la única opción que contemplan, o que les permiten, es la de aumentar el presupuesto en granadas aturdidoras y autobuses blindados. Algunos hablan de la similitud con la dictadura de la Junta Militar, otros de neofascismo. Lo único seguro es que la última barricada del Estado griego es la policía y quiere estar preparado si estalla otra revuelta como la de 2008. Es cierto que la combatividad a nivel de calle se ha “relajado” estos años en Grecia, pero parece que el apoyo a los anarquistas no ha hecho más que aumentar, una encuesta revelaba que un 36% de los griegos no quiere ningún presidente de los candidatos actuales.

A una semana del 6 de diciembre, Nikos Romanós anunció que comenzaría una huelga de sed y el resultado ha sido inmediato y a las pocas horas el Gobierno ha cedido a las demandas de poder salir de la cárcel para estudiar. No me cabe duda de que, después de la demostración de fuerza en la calle del 6 de diciembre, el Gobierno no puede permitirse otro mártir y una nueva revuelta que nadie sabe, ni Estado ni anarquistas, hasta donde podría llegar esta vez…Sí, sin duda la crisis en Europa ha acabado.

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comentarios

1

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    juanperez
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    12/12/2014 - 10:59pm
    El video es del 2013
  • Tienda El Salto