El autor analiza las cargas policiales que tuvieron lugar en la noche del 22 de marzo en Madrid.
El masivo éxito de la convocatoria de protesta social del 22M en Madrid ha sido saboteado por las fuerzas antidisturbios, consiguiendo que los medios de comunicación mayoritarios dieran más importancia al “vandalismo callejero” que a las demandas planteadas, y mencionando siempre a “miles” de manifestantes, cuando para todo observador se trataba de “cientos de miles”, lo cual indica un sesgo de falseamiento de la realidad.
Desde antes del inicio de la gran manifestación, todo el recorrido previsto estaba cercado por las Unidades de Intervención Policial en estado de inminente acción, con sus chalecos antibalas, cascos y porras encima. Se palpaba que tenían órdenes de intervenir, a pesar del ambiente festivo-reivindicativo. Impedir la anunciada acampada en Recoletos era la excusa perfecta.
La actitud intimidatoria se agudizó cuando la cola de la manifestación, tras pasar Cibeles fue seguida de cerca por varias furgonetas de antidisturbios. Hacia las ocho y media, mientras seguían los discursos desde la tribuna de Colón, un leve altercado en la barrera que protegía la sede del PP sirvió de pretexto para disparar pelotas de goma y cargar contra la multitud concentrada en la plaza. A partir de ese momento, la respuesta a la agresión policial desencadenó la irrupción de decenas de furgonetas policiales y el ataque de sus efectivos. Conociendo de casos anteriores la infiltración de policías camuflados entre los manifestantes (el famoso “¡soy compañero!”), para provocar las cargas, resulta ilustrativo un vídeo colgado por la policía en Youtube (“Violentos revientan con graves incidentes”) donde se aprecia, al inicio, actuar a un pirotécnico, que tras lanzar otro petardo en el min. 2’47, se acerca a la cámara para ser bien captado e incluso saludar, en lo que parece sobreactuación en una cuidada puesta en escena.
Objetivos cumplidos. Por un lado, desviación del interés informativo hacia los destrozos violentos. A lo que se suma una cifra oficial de heridos, donde los policías duplican a los manifestantes, lo cual parece inverosímil, teniendo el cuenta la desproporción de armamento y protección corporal en ambos bandos.
Por otro lado, advertencia a futuras protestas. Dará igual que sean con o sin autorización, pacíficas o no: serán duramente reprimidas. ¡Y antes de que entre en vigor la ley mordaza!
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