Se cumple un cuarto de siglo del movimiento social que acabó con la "mili"
25 años y un día de insumisión al ejército

La Asamblea Antimilitarista de Madrid, Alternativa Antimilitarista (MOC) celebró ayer el veinticinco aniversario de la Insumisión en un acto "de espaldas al congreso".

21/02/14 · 11:17

Ayer, jueves 20 de febrero se cumplieron 25 años desde la primera presentación de insumisos al Servicio Militar Obligatorio ante las  autoridades militares.

Miles fueron quienes les siguieron, tanto en las presentaciones a los centros regionales de mando, como a los juzgados e incluso a prisión. Ni los tribunales civiles o militares (4.000 juicios celebrados), ni las inhabilitaciones, ni las penas de cárcel (más de un millar de condenas) pudieron frenar este movimiento social conocido como insumisión.

Fueron, finalmente, más de 20.000 insumisos, tanto al Servicio Militar Obligatorio (SMO) como a la posterior Prestación Social Sustitutoria (un intento estatal de mitigar el aumento exponencial de la desobediencia antimilitarista). En mayo de 2002, cinco meses después de haber desaparecido el SMO, fueron excarcelados los últimos insumisos. Habían rechazado el indulto que se les otorgaba.

La insumisión inundó la agenda política, aumentó el rechazo social al ejército (cuya posterior profesionalización estuvo a punto de fracasar por la falta de aspirantes) y disparó, como efecto colateral, las solicitudes de objeción de conciencia legal, llegando a saturar y hacer de facto impracticable, la gestión de la PSS.

Sin embargo, el fin del servicio militar obligatorio no fue celebrado por el movimiento insumiso como una victoria, sino como un paso más hacia la desmilitarización social, en la que, a día de hoy, sigue centrada la acción antimilitarista.

El legado de la insumisión es significativo: mostró a la sociedad que es posible poner en práctica la desobediencia civil y luchar de manera eficaz desde la noviolencia. Ha servido de referente a muchos movimientos sociales. En resumen, la insumisión demostró que la organización y las estrategias colectivas pueden poner en jaque a instituciones tan grandes y poderosas como el ejército.
 

 

Una lucha única y exitosa

Aunque los Testigos de Jehová rechazan incorporarse al ejército español desde 1954, no será hasta 1971 cuando se presente el primer "objetor de conciencia noviolento" en el Estado español. Se trata del valenciano Pepe Beunza, que pasará más de tres años en la cárcel y marcará el inicio de uno de los movimientos de desobediencia civil más importantes de Europa en la última parte del siglo XX.

Desde ese año, pero sobre todo desde que, en 1989, 57 jóvenes pusieron en marcha la campaña de insumisión promovida por el MOC, la negativa a realizar el servicio militar obligatorio y la Prestación Social Sustitutoria (PSS) no paró de crecer hasta 2001, año en el que el último reemplazo de la mili deja los cuarteles.

El fin de la leva obligatoria se debe sin duda a la acción de un movimiento que, como una pandemia,se extendió por toda la sociedad. En 12 años, 20.000 jóvenes se declararon insumisos y 1.670 cumplieron parte o la totalidad de sus condenas judiciales en la cárcel por defender su derecho a no hacer la mili ni la PSS. Dos de ellos, Unai Salanueva y Kike Mur, acabaron suicidándose en prisión.

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