En un hito histórico, la mayor asociación de supervivientes de abusos sexuales de la Iglesia (SNAP) ha obligado a comparecer ante la ONU al Vaticano para que explique sus modos de gestionar los casos de abuso sexuales a menores. Como Estado, el Vaticano firmó el Tratado de los Derechos del Niño. Dicho tratado vinculante obliga a presentar informes sobre la situación de la infancia en su país donde se expliquen qué medidas se están tomando para garantizar el cumplimiento efectivo de los Derechos del Niño. El Vaticano, aunque firmó el tratado, ha tardado más de 14 años en presentar el informe preceptivo al comité. Como resultado de la comparecencia, la delegación vaticana tuvo que reconocer que clérigos católicos abusaron de menores, pero se negaron a mostrar a la ONU los resultados de una investigación interna sobre abusos sexuales cometidos por sacerdotes.
Es la primera vez que la Iglesia Católica tiene que defender en un foro público su manera de gestionar los casos de abuso infantil.

SNAP, el colectivo que lo hizo posible, es la asociación más importante en la defensa de los derechos de las víctimas de abuso sexual a menores por parte del clero. Aunque en un primer momento era una organización norteamericana especializada en abusos dentro de la Iglesia católica, poco a poco ha ido expandiéndose para ayudar a víctimas de otras confesiones y áreas del mundo. En la actualidad cuentan con más de 10.000 supervivientes en una docena de países. Los objetivos de SNAP son exponer los casos de encubrimiento de sacerdotes pederastas por parte de la jerarquía católica a la opinión pública, ayudar a sanar a las víctimas y prevenir nuevos abusos exigiendo el fin de la impunidad de los sacerdotes pedófilos y la asunción de responsabilidades por parte de los obispos encubridores.

En 2012, en otra acción histórica, SNAP junto con el Centre for Constitutional Rights denunció a Benedicto XVI y otros tres altos jerarcas católicos por Crímenes contra la Humanidad ante La Corte Penal Internacional de la Haya por el encubrimiento sistemático y global de los casos de pederastia clerical. Tal y como ellos mismos comentan, estas acciones legales son tan importantes como prematuras, pero permiten ir abriendo un debate en la sociedad y romper el silencio que habitualmente rodea estos casos.

Miguel Hurtado, activista de SNAP muestra su satisfacción ante la comparecencia: "Valoramos muy positivamente que un organismo internacional de Derechos Humanos haya interrogado y pedido explicaciones por primera vez al Vaticano acerca de como gestionan los casos de violación y abuso sexual a menores".
 

"Valoramos muy positivamente que la ONU haya interrogado y pedido explicaciones por primera vez al
Vaticano sobre como gestionan los casos de violación y abuso sexual a
menores"

El silencio social sobre los abusos de sacerdotes a menores y el encubrimiento de la jerarquía eclesiástica se ha roto en la última década, obligando a los dos últimos papas a hacer declaraciones reconociendo, condenando y pidiendo perdón sobre estos casos. Y aunque desde las jerarquías eclesiásticas afirman que existen protocolos, se han negado a aportarlos y hacer públicos los informes que tienen sobre ellos como se ha demostrado en esta comparecencia ante la ONU. Miguel comenta que sí existen dichos protocolos: "El problema es que el protocolo de actuación habitual ha sido que los obispos protejan y encubran a los abusadores (destruyendo pruebas, obstruyendo a la justicia, intimidando a testigos), de forma que cuando estos crímenes han salido a la luz el delito ya había prescrito".

El activista de SNAP se pregunta: "Si las cosas han cambiado tanto, ¿porqué el Vaticano nos pide que hagamos un acto de fe y se niega a dar datos concretos que demuestren que estos casos se gestionan de forma distinta?". Algunas de las soluciones inmediatas que exigen los supervivientes de abusos sexuales son que el Vaticano entregue a las autoridades civiles los archivos secretos donde constan los detalles de todos los sacerdotes pederastas. Y la segunda, el despido inmediato para curas pederastas y obispos encubridores, no como en el caso de Robert Finn, obispo de Kansas, que recibió cartas de felicitación por su ocultación de los hechos.

Pero valoran los cambios sociales que están haciendo posible que la sociedad puedan pedir explicaciones: "se ha producido un punto de inflexión en estos temas", dice Miguel Hurtado, "ahora cuando las víctimas hablamos la sociedad ya no cuestiona la veracidad de nuestras historias ni los motivos por lo que lo hacemos público como sucedía en el pasado. Creemos que afortunadamente comienza el fin de la impunidad porque esta comparecencia legítima la importancia de hacer preguntas y pedir explicaciones. "

Otro ejemplo de encubrimiento fue el año 2002, Dario Castrillón Hoyos, con el visto bueno de Juan Pablo II, envió una carta al obispo Pican en Francia que había sido condenado por proteger a un sacerdote que fue condenado a 18 años de cárcel por abusar de 9 niños felicitándole de no haber denunciado a un "hijo sacerdote". Una copia de esa carta fue enviada a todos los obispos del mundo.

Según un estudio de Félix López, (1994) se estima que un 23-25%
de las niñas y un 10-15% de los niños sufren abusos sexuales antes de
los 17 años
Según un estudio de Félix López, (1994) se estima que un 23-25% de las niñas y un 10-15% de los niños sufren abusos sexuales antes de los 17 años. En los casos de abuso sexual por parte del clero son difícilmente calculables, debido al oscurantismo y ocultación que habitualmente están llevando a cabo las jerarquías eclesiásticas. Lo que sí tiene claro Miguel es en el seno de la Iglesia hay factores que hacen más probable el abuso sexual. Así pues señala que "el abuso sexual siempre es un abuso de poder. Cuanto más diferencia de poder haya entre víctima y agresor más grave, frecuente y reiterado tiende a ser el abuso. Un sacerdote pederasta tiene garantizado un sencillo acceso a menores, una posición de influencia, prestigio y poder para ganarse la confianza del menor y su familia y la expectativa que si estos casos eran detectados los obispos iban a utilizar todo el poder de la Iglesia para protegerle y encubrirle." Por ejemplo, en 2005 el Dallas Morning News publicó un reportaje donde identificaban 200 sacerdotes acusados de abusar de menores que habían evitado ser procesados porque la jerarquía católica los había trasladado de país.

Asimismo, aunque las consecuencias del abuso sexual a menores son devastadoras siempre, en el caso de las cometidas por sacerdotes hay diferencias que las hacen especialmente dolorosas. Por ejemplo, es frecuente que los sacerdotes pederastas utilicen la autoridad religiosa para cometer los abusos (abusar de menores en la propia Iglesia o en el confesionario, decir al menor que los abusos son la voluntad de Dios y están bendecidos por él. Según Miguel Hurtado: "Para la mente de un niño, muchas veces, cuando un sacerdote abusa de él o ella, están siendo abusados por Dios porque sus padres y otros adultos le han dicho que el sacerdote es el representante de Dios en la Tierra"
 

"Para la mente de un niño, muchas veces, cuando un sacerdote abusa de él o ella, están siendo abusados por Dios", dice Miguel

Un ejemplo de transferencia de culpa del agresor a la víctima son las declaraciones del Obispo de Tenerife, Bernardo Álvarez, son los menores los que incitan al abuso sexual: "Puede haber menores que sí lo consientan y, de hecho, los hay. Hay adolescentes de 13 años que son menores y están perfectamente de acuerdo y, además, deseándolo. Incluso si te descuidas te provocan. Esto de la sexualidad es algo más complejo de lo que parece".

Miguel Hurtado concluye recordando que estos hechos no son una catástrofe inevitable, sino el resultado de una campaña de ocultación del delito y protección del delincuente por parte de la jerarquía católica. Y esto sólo ha sido posible por el tabú social a la hora de debatir el tema. Asimismo, como ejemplo de superviviente, anima a las víctimas a que no se sientan culpables y pidan ayuda a las asociaciones que trabajan estos casos.