No queremos volver al ‘gueto activista’, seguiremos apostando por la estrategia del desborde.

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Cuando decimos que no tenemos miedo lo hacemos para empoderarnos, pero sí que lo tenemos. No somos inconscientes, tememos las multas y el duro horizonte de represión que se nos abre, pero sabemos que sólo juntas somos fuertes. La respuesta a la Ley de Seguridad Ciudadana no puede ser lo que ellos quieren que sea: esconderse, aislarse, volver al gueto activista pre 15M. No queremos reeditar esa espiral de oscurantismo que, además, no tiene fin: el Ministerio de Interior siempre podrá dedicar medios virtualmente infinitos para rastrearnos y desencapucharnos. Desde mayo de 2011 hemos salido ahí fuera y hemos aprendido que se está mejor siendo más, al aire libre, siendo cualquiera. Así que seguiremos apostando por la estrategia del desborde: ser multitud y tener la razón. Tomar los espacios públicos y generar un sentido común favorable que nos legitime, que eleve demasiado el coste político de aplicar sus instrumentos represivos contra nosotras.
La respuesta a la Ley de Seguridad Ciudadana no puede ser lo que ellos quieren que sea: esconderse, aislarse, volver al gueto activista pre 15MTenemos un segundo miedo mayor que el de pagar multas: que éstas acaben imponiendo la forma de hacer política que pretende el régimen de la Transición. Miedo a que nuestro miedo, el miedo de la gente precaria y el uso de la precariedad como chantaje, nos haga escondernos y abandonar los espacios y las prácticas que precisamente hicieron despertar su miedo, el miedo de la gente que nos quiere robar la posibilidad de vivir en democracia.
Por eso queremos seguir difundiendo y potenciando movilizaciones, denunciando los excesos que cometan las fuerzas del orden y visibilizando cualquier espacio que fomente la participación ciudadana, y tenemos claros los motivos: porque las instituciones que deberían representarnos no lo hacen, porque los derechos que deberían respetarse no se cumplen, y porque creemos que la participación ciudadana en los asuntos políticos que nos afectan es un valor que todo Estado que se haga llamar democrático debería fomentar, nunca reprimir. Lo haremos como venimos haciéndolo: utilizando la transparencia como arma legitimadora, la inteligencia colectiva y las prácticas que la potencian, y la desobediencia civil no violenta como forma de acción estratégica.
Queremos seguir experimentando: pensando juntas cómo burlar esta nueva ley, buscándole los puntos débiles con la ayuda de compañeras juristas, recurriendo en los juzgados y ante instancias internacionales de protección de derechos civiles y, sobre todo, imaginando repertorios de acción que sean irreprimibles. Las cientos de oficinas cerradas con el Toque a Bankia o el protocolo de escraches de la PAH escrupulosamente cumplido cuando visitamos los domicilios de diputados son ejemplos de que somos capaces de idear formas de protesta que sí consiguen irrumpir en la vida mediática, parlamentaria y empresarial sin apenas coste represivo.
Abrimos debate sabiendo que esto tiene que ser una actitud colectiva. Es una propuesta insostenible si no somos miles. Las consecuencias de la aplicación de esta ley pueden ser duras, pero también sabemos que si la dejamos pasar, si interiorizamos sus prohibiciones y estos niveles de represión se normalizan, será muy difícil revertirla. Y también que estamos en unas condiciones muy favorables para hacerle frente: una Policía cuya eficacia ponen en duda cada vez más jueces y ciudadanía, un Gobierno deslegitimado al que Bruselas deja poco margen para gestionar sus instituciones zombies, un clima favorable a la movilización social y, sobre todo, enormes y generosas redes de apoyo mutuo que hemos tejido con especial fuerza en los últimos dos años y medio.
Que sí, que a veces tenemos miedo, pero cuando nos juntamos y gritamos se nos quita y cambia de bando.
Marta, Lucía, José y Pablo participan en Difusión en Red, asamblea que gestiona redes sociales y webs del 15M en Madrid.
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