ITALIA // SIETE MUERTES CON TRASFONDO RACISTA EN MENOS DE UNA SEMANA
15.000 personas se manifiestan en Milán contra el racismo

Asociaciones de inmigrantes
y centros sociales
han salido a la calle para
denunciar la indiferencia
de la clase política y de la
opinión pública frente a
dos episodios de intolerancia
que provocaron
siete muertes.

02/10/08 · 19:37
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El 14 de septiembre, los dueños
de un bar de Milán, padre e hijo,
mataron a golpes con una barra
de hierro a Abba un chico de 19
años italiano, originario de
Burkina Faso. Los dos asesinos se
ensañaron contra Abba golpeándole
la cabeza y gritando “negro
de mierda”. Una vez detenidos se
justificaron afirmando que no se
trataba de una agresión racista sino
de impedir un robo. Abba murió
por haber robado, supuestamente,
un paquete de galletas.

El siguiente episodio se produjo
cuatro días después en Castelvolturno,
ayuntamiento de la provincia
de Caserta, territorio controlado
por la Camorra, la mafia que
manda en la región de Nápoles. Allí
,seis inmigrantes africanos fueron
ametrallados en una emboscada
mafiosa, en una de las matanzas
más graves del crimen organizado
desde hace años. Sin que estuviera
todavía claro qué había pasado, los
medios y las autoridades siguieron
una sola pista: el tráfico de drogas.
Posteriormente, resultó que las victimas
estaban “limpias”, sólo eran
trabajadores, de los muchos inmigrantes
que han llegado hasta Italia
para ganar sueldos de miseria. Uno
de los muertos trabajaba de sastre
por 25 euros al día.

En Castelvolturno la reacción y
la rabia de la comunidad africana
se transformaron en una revuelta.
Una marcha de diez kilómetros en
la que los amigos de las víctimas
arrollaron todo lo que encontraron:
contenedores de basura, señales
de tráfico, coches... Según ellos era
la única manera de hacer oír su
voz: una acusación contra “el Estado
italiano, que no da justicia
contra los disparos”, contra una
“Italia sin ley”, que no consigue
proteger a nadie de la mano de la
mafia. La desesperación estalló
porque el racismo había golpeado
dos veces: matando a seis personas
–todo indica que los atacantes
dispararon sin mirar– y señalándolas
como víctimas de un ajuste de
cuentas en el marco del tráfico de
drogas, cuando no era el caso. Así
los africanos han tenido que gritar
para no ser considerados camellos
sólo por el color de su piel.

En Milán, después de la muerte
de Abba, 15.000 personas participaron
en una manifestación antirracista
para denunciar el clima de
intolerancia que se vive en la ciudad
y en el país. Un cortejo, encabezado
por las asociaciones de los
inmigrantes, que se enfrentó a la
policía cuando un grupo de amigos
de Abba dejó la manifestación
para llegar hasta el lugar donde
mataron a su compañero. Allí, delante
del bar de sus asesinos, dejaron
un paquete de galletas, símbolo
de una agresión mortal sin sentido.
“Por eso lo han matado, por
una galleta. Mirad italianos por
qué se mata” gritaba uno de los
amigos del joven. En la manifestación
también se gritó “italianos ignorantes”.
Es la primera vez que
baja a la calle la segunda generación
de inmigrantes, jóvenes nacidos
y crecidos en Italia, que se proponen
ahora como sujeto político.
Juntos a ellos, los movimientos sociales
de Milán –Abba frecuentaba
con sus amigos el centro social
Leoncavallo, el más grande de la
ciudad– han denunciado las responsabilidades
de quien cada día
“contribuye a la descomposición
de las relaciones sociales”, de
quien “ayuda el crecimiento de la
intolerancia exacerbando la cuestión
de la inmigración”. La manifestación
se dirigió sobre todo contra
la indiferencia en la que tuvo
lugar la muerte de Abba: “la normalidad
del racismo, la banalidad
de los pogroms, la liviandad del
odio forman el marco en el que se
justifica esta acción”, denuncian
los movimientos sociales.

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