Junto a la inauguración de la Cumbre del G-8 en L’Aquila (Italia), con todo lujo y bajo medidas extremas de seguridad, apareció una gigante pintada en las colinas cercanas que decía “Yes We Camp” (“Sí, seguimos acampando”) para recordar que 15.000 personas siguen en campamentos por el terremoto que azotó a esta región en abril, que dejó a 60.000 sin hogar y a 300 sin vida.
Fotos de Diego Ibarra
Los titulares de muchos periódicos
anunciaban: “Las grandes potencias
acuerdan poner freno al
cambio climático” o “El G-8 se moviliza
contra el hambre”, en referencia
a los 14.200 millones de euros
que se pretende destinar a los
países empobrecidos. Toda una
maniobra de márketing para esconder
la decadencia de las reuniones
del G-8, ante la importancia
económica y geopolítica de actores
como China, India, Arabia Saudí o
Brasil, así como por la incapacidad
de EE UU y de la UE de hacer frente
a la crisis del sistema capitalista.
O sea, el G-20 toma el relevo.
Más ‘coherente’ fue La Stampa,
que tituló su edición especial sobre
el G-8 “L’opportunità”, resaltando
sobre un mapa de África –con las
palabras de Bob Geldof– las oportunidades
de inversión en el continente
africano: petróleo, finanzas, agricultura,
pesca, gas, energía solar,
turismo, Mundial de fútbol...
De forma paralela, las diferentes
protestas denunciaron la falta de
autoridad del G-8 para hablar de
“cooperación al desarrollo” y “seguridad
alimentaria”: la cumbre del
año pasado en Japón costó 600 millones
de dólares, mientras que el
presupuesto para todo ese año de la
ONU para la agricultura y la alimentación
(FAO) fue de 400 millones de
dólares. En 2008 una crisis alimentaria
afectó a más de medio mundo,
llevando a millones de personas a la
desesperación y sembrando de revueltas
y protestas multitud de países
en vías de desarrollo.
Por otro lado, gracias al “estado
de sitio” instaurado, el 6 de julio se
produjo una ola de detenciones arbitrarias
en toda Italia. La nueva legislación
de “seguridad” italiana
permite las detenciones preventivas,
violando los más básicos derechos
humanos, políticos y civiles.
Los cantos de sirena de ZP
Durante esta cumbre se han hecho
diferentes declaraciones como la
del presidente del Gobierno español,
José Luis Rodríguez Zapatero,
quien inauguró la sesión sobre seguridad
alimentaria de la cumbre y
prometió “500 millones de euros
más en los próximos cinco años para
reforzar los programas de nutrición”.
Pero si recordamos intervenciones
anteriores, descubrimos que
ya en junio de 2008, el Gobierno español
se comprometió durante la
reunión de la FAO a poner en marcha
un paquete de medidas para luchar
contra la crisis alimentaria
mundial con un presupuesto de 500
millones de euros hasta 2012. También
en enero de 2009, durante la
Reunión de Alto Nivel sobre Seguridad
Alimentaria (RANSA) en Madrid,
Rodríguez Zapatero comprometió
otros mil millones de euros
para impulsar la iniciativa del Partenariado
Global para la Agricultura
y la Seguridad Alimentaria, a desembolsar
en cinco años. Sin embargo,
de acuerdo con los estudios de
la Plataforma 2015 y más, estos
1.500 millones de euros no significan
nuevos recursos, sino un compromiso
de asignación de Ayuda
Oficial al Desarrollo previstas en los
presupuestos generales del Estado.
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