El juicio que desde mediados de noviembre
se está celebrando en la
Audiencia Nacional contra 11 vecinos
musulmanes del barcelonés barrio
de El Raval, acusados de preparar
un atentado en el metro de la capital
catalana, ha superado su ecuador.
Tras cuatro sesiones lo fundamental
ya ha sido dicho y oído, y los
principales elementos incriminatorios
sobre los que se sostenía la acusación
han perdido en estos días la
escasa credibilidad que les quedaba.
El juicio que desde mediados de noviembre
se está celebrando en la
Audiencia Nacional contra 11 vecinos
musulmanes del barcelonés barrio
de El Raval, acusados de preparar
un atentado en el metro de la capital
catalana, ha superado su ecuador.
Tras cuatro sesiones lo fundamental
ya ha sido dicho y oído, y los
principales elementos incriminatorios
sobre los que se sostenía la acusación
han perdido en estos días la
escasa credibilidad que les quedaba.
La comparecencia de un testigo
protegido, conocido como F1, sobre
cuyo testimonio se ha basado toda
la acusación, giró hacia el absurdo
cuando éste afirmó que, en lugar de
dirigirse a la policía española, el 18
de enero de 2008, se escondió en los
aseos de la mezquita, donde estaba
reunido el grupo, y desde ahí llamó
“a un amigo francés que es policía.
Le dije que estaba viviendo con una
gente que iba a hacer un atentado y
que hiciera algo para evitarlo”. El
testigo protegido afirmó que conocía
al agente porque eran asiduos
del mismo bar en París y, aunque
éste no iba uniformado, sabía su
profesión porque en una ocasión el
policía se la había revelado. A la
pregunta de si fue su llamada la que
desencadenó, el 19 de enero, las redadas,
registros y detenciones, F1
respondió: “No estoy seguro”.
F1 también sostuvo que el supuesto
atentado consistía en dos
parejas de suicidas cuyas cargas serían
explosionadas por control remoto.
Esto invalidaría el uso como
“temporizadores”, según la acusación,
de unos relojes de cocina encontrados
durante los registros.
Las declaraciones policiales
Las declaraciones de un agente del
CNI también se contradicen con la
versión dada hasta ahora. El espía
reconoció que las primeras labores
de vigilancia las realizó el 17 de enero
de 2008 y que él y otros miembros
de los servicios de inteligencia
se habían traslado de Madrid a
Barcelona “dos o tres días antes”.
Eso implicaría que había un operativo
en marcha al menos desde el día
15. La llegada de los agentes podría
coincidir con la llegada desde París
de F1 –también el 15– y seguramente
no fue la llamada de éste el día 18
la que desencadenó la operación, tal
y como se había dicho hasta ahora.
Por otro lado, los guardias civiles
que participaron en los registros
han confirmado que conocían previamente
la identidad de F1.
En cuanto al vídeo en el que un
portavoz del grupo islamista Tehrik
e Talibán Pakistán (TTP) reivindicaba
una presunta acción terrorista
en Barcelona, lo que daría
carta de naturaleza a un complot
urdido desde Pakistán, quedó muy
tocado tras la comparecencia de
su autor, el periodista Claudio
Franco. Franco reconoció al tribunal
que nunca tuvo contacto físico,
escrito o telefónico con el portavoz
del TTP, Maulvi Omar, ya
que envió “las preguntas a un colaborador”.
Éste, del cual no aportó
su identidad, habría realizado la
entrevista y la traducción del pashtu
para los subtítulos en inglés.
Franco atribuyó a “problemas técnicos”
el desfase entre la imagen y
el audio, que evidencia que se han
montado uno sobre la otra.
Más información en el número anterior
[Un juicio basado sólo en los 'indicios' de un confidente por Carlos Yatero->http://diagonalperiodico.net/Comienza-el-juicio-contra-los-11.html?var_r...
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