El calentamiento global de la tierra y el agotamiento de combustibles fósiles imponen un debate sobre nuestro modelo energético que, por fin, empieza a ser iluminado por los grandes medios de comunicación; pero el problema ya ha sido secuestrado por los defensores de la opción atómica, que buscan alargar el período de cierre de las centrales nucleares existentes. El lobby nuclear, consciente de la mala imagen de la que goza su industria, se ha lanzado a una gran campaña mediática que apela al pragmatismo energético sustentándose en una serie de ‘falacias nucleares’ que colocan esta energía como la solución ‘ecológica’ ante la crisis energética.

Si constituye una aberración que la industria más peligrosa para el medio ambiente se apropie del discurso ecologista, igualmente lo es que la II Cumbre de la Sociedad de la Información (Túnez, 16, 17 y 18 de noviembre) hable de que la forma de mejorar el bienestar es compartir información y conocimiento en un tablero de juego monopolizado por unas pocas industrias de las tecnologías de la información de países occidentales. El software propietario debe encerrar el conocimiento para hacer negocios con él, y ya en la I Cumbre los países más ricos pusieron el énfasis en el aumento de las penas y criminalización de los usuarios que deseen copiar y compartir libremente por Internet.

El verdadero corazón de la sociedad de la comunicación reside en las iniciativas sociales que, con sistemas abiertos, intentan que el conocimiento sea un bien común accesible a todo el mundo; en acciones reivindicativas como la caravana de 400 personas que del 4 al 6 de noviembre se desplazó a la ‘valla de la muerte’ de Ceuta, aunque sólo fuera para expresar el apoyo a quienes son duramente perseguidos por tratar de salir de África.