La nueva legislatura iniciada
tras la victoria del PSOE en
las elecciones generales augura
un estilo continuista
con el cierre de la anterior, con el
factor añadido de una crisis que
afecta tanto a la oposición de izquierdas
(IU-IC y ERC) como de derechas
La nueva legislatura iniciada
tras la victoria del PSOE en
las elecciones generales augura
un estilo continuista
con el cierre de la anterior, con el
factor añadido de una crisis que
afecta tanto a la oposición de izquierdas
(IU-IC y ERC) como de derechas
(PP). Esta situación coloca al
Gobierno en una cómoda posición
para reanudar una política de pactos
con los partidos de centro derecha
(CIU, CC y PNV) que le permita
tirar adelante las medidas económicas
con que afrontar la recesión económica
en ciernes.
Sin embargo, cabe recordar las
diferencias entre el inicio y cierre de
la pasada legislatura. Al principio,
tras un primer periodo rupturista,
federalizante y de defensa de los derechos
civiles –aprobación del matrimonio
homosexual y de la ley de
medidas contra la violencia de género–,
se impuso una contratendencia
simetrizadora, por la que el Estado
central se convierte en tutor del
desarrollo autonómico a partir del
control sobre el arca pública; mientras
se desarrolló un giro en las políticas
sociales que aumentaba su
sesgo familiarista, asistencialista y
clientelar: ley de Dependencia, cheque-
bebé, deducción de 400 euros
del IRPF; y se desmantelaron mecanismos
de fiscalidad redistributiva
como el impuesto sobre el patrimonio
o las ‘rebajas’ al impuesto
de sucesiones.
El Estado central
La tendencia a corto-medio plazo en
un contexto marcado por la desaceleración
del mercado inmobiliario,
principal motor del crecimiento económico,
vendrá determinada por la
creciente inyección de fondos públicos
para asistir al mercado de la
construcción y la acentuación de
una sociedad dual, en la que un segmento
social asegurado podrá seguir
disfrutando de los dividendos
del Estado, mientras los sectores no
asegurados –migrantes no regularizados
y precarios– verán reducir sus
rentas directas e indirectas agravando
su competición por el acceso a
los recursos sociales. En el plano
político parece confirmarse la tendencia
al refortalecimiento creciente
del Estado central que recupera
iniciativa legislativa desbordando
de facto el marco competencial.
Se incrementará de este modo
la dependencia económica de los
entes administrativos subestatales:
autonomías y municipios.
Frente a semejante diagnóstico,
compartido por distintos analistas
sociales, nuestra capacidad de incidencia
como movimientos sociales
alternativos en el contexto macroestructural
queda muy limitada. El
cierre de la estructura de oportunidades
políticas, la ausencia de estructuras
de coordinación y de marcos
de movilización amplios, unido
a la incapacidad de generar alternativas
plausibles de realización al paradigma
de gestión socialdemócrata
y liberal-conservador impiden pensar
mecanismos de incidencia directa
de nuestras acciones en el ámbito
de toma de decisiones.
Sin embargo, esta incapacidad en
lo macro-estructural puede ser revertida
como posibilidad en otros
ámbitos meso y microterritoriales.
La crisis de legitimidad de partidos
y sindicatos se visibiliza con mayor
fuerza en aquellas demarcaciones
subestatales –autonómicas, comarcales
y municipales– encargadas
de aplicar las políticas que mayor
incidencia tienen en la vida ciudadana.
Tras la fase de desterritorialización
del conflicto representado
por el ciclo global iniciado en las
movilizaciones de las contracumbres
y culminado en la oposición a
la guerra, asistimos a un proceso
de reterritorialización del conflicto,
dónde a partir del legado anterior,
vuelve a cobrar relevancia el territorio
como escenario y palanca de conflictos
sociales. En este sentido, una
apuesta decidida por la glocalización
y articulación de los movimientos,
puede revertir la aplicación de macro-
decisiones y generar procesos de
metástasis conflictual. A fin de mostrar
la capacidad movilizatoria de las
redes críticas subestatales y su eventual
capacidad de incidencia en ámbitos
decisionales, me basaré en algunos
ejemplos de redes críticas.
El agua
Un ejemplo de movilización que ha
sabido aunar exitosamente lo local
y lo global, lo encontramos en la lucha
desarrollada por la Plataforma
en Defensa del Ebro (PDE) contra el
Plan Hidrológico Nacional primero,
y posteriormente contra la intención
por parte del gobierno autonómico
de realizar un minitransvase a Barcelona.
Si la primera fase de movilización
contó con el apoyo de ERC,
IC y PSC; en su segundo acto, la plataforma
desarrolló su movilización
de forma autónoma y en oposición a
estos partidos. La capacidad movilizadora
de la Plataforma ha sido sorprendente,
especialmente en su segunda
fase, cuando a pesar del rechazo
de partidos y creadores de
opinión, consiguió resituar el debate
en la arena política, de la que había
sido desalojado como una mera
cuestión de gerencia.
Otras experiencias que han demostrado
su capacidad de situar en
la agenda comunicativa y política
los conflictos serían la plataforma
contra la interconexión eléctrica
con Francia (No a la MAT), o la
campaña contra el uso de semillas
genéticamente modificadas (Catalunya
Lliure de Transgènics) cuyas
iniciativas y acciones han servido
para cuestionar el modelo de
desarrollo económico y social hegemónico.
Una de las características
definitorias de estas luchas es que
trascienden las dinámicas NIMBY
(Not in My Back Yard) para constituirse
en portadoras de discurso
contrahegemónico, a partir de la hibridación
de distintos conocimientos
–el vivencial, el académico y en
menor medida el militante–, estructurando
marcos de movilización heterogéneos
y desjerarquizados con
un repertorio de acciones que bebe
de la experiencia del ciclo anterior
y que logra articularse en distintas
escalas: del ámbito local al global.
En este sentido, cabe destacar las
novedosas formas de coordinación
transfronteriza impulsadas por la
‘NO a la MAT’ con la participación
de municipios y celebración de manifestaciones
en ambos lados de la
frontera. Otra de las características
comunes que encontramos en ambas
plataformas –No a la MAT y
PDE– es la participación de cargos
electos y agrupaciones locales que
se han rebelado contra la disciplina
de partido para apoyar todas estas
reivindicaciones.
Conflicto social
Las experiencias movilizadoras reseñadas
nos muestran la capacidad de
recomposición que el territorio tiene
para expandir el conflicto social. La
mirada fragmentaria que presentan
las luchas sociales enfocadas desde
arriba se convierte, cuando las miramos
desde abajo, en una multiplicación
de las posibilidades de articulación
y contagio, posibilitando oportunidades
para desarrollar nuevas
formas de municipalismo y coordinación
en red. Este escenario autónomo
floreciente no puede ser controlado
política o intelectualmente,
ni encajonado por ninguna tentación
leninista, ya sea de viejo o nuevo cuño.
Frente a las dinámicas recentralizadoras
y fortalecedoras del rol del
Estado, el territorio no debe convertirse
en refugio, sino en palanca para
la constitución de nuevas comunidades
electivas desde donde repensar
nuevos espacios de democracia norepresentativa.
EL TEMA DEL DEBATE: LOS MOVIMIENTOS SOCIALES ANTE EL PANORAMA POLÍTICO (III). Tras las recientes elecciones y en el contexto de crisis
económica, se abre un escenario nuevo para los movimientos
sociales. Es un buen momento para analizarlo
desde la perspectiva de los espacios de base. ¿Desde
qué espacios, territorios o líneas avanzar hacia una
transformación social? Aportamos diversas reflexiones.
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