Reflexiones después de una huelga

Pese a oleadas de movilizaciones en Europa y el relativo éxito de la huelga general del 29 septiembre en la Península, no se vislumbran cambios reales en las políticas económicas, ni del Gobierno español, ni de la Unión Europea. Abrimos una hebra de reflexión, desde abajo, sobre qué hacer con esos descontentos exhibidos.

, activista vecinal
15/12/10 · 7:00
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La huelga general del 29 de septiembre supuso un éxito inesperado dadas las cir- cunstancias adversas en que tuvo que desarrollarse: silencio y boicot informativo; dudas sobre su eficacia; fatiga movilizadora en sec- tores clave como el funcionariado y la enseñanza; debilidad manifiesta de las organizaciones sindicales en el sector servicios y, last but not le- ast, reducido apoyo de la izquierda política, limitado a IU, ICV y ERC.

Los resultados finales superaron con creces las expectativas previas, que algunos en estas mismas pági- nas contabilizábamos a la baja, con- siguiendo un paro generalizado en el sector industrial y en determina- dos ámbitos del sector servicios –transporte, limpieza, etc.–. El éxito limitado, pero significativo, de la jornada de paro es indicativo de dos hipótesis contraintuitivas: la exis- tencia de una capacidad de respues- ta social y el hecho de que a pesar de la crisis del sindicalismo, los sin- dicatos continúan siendo un agente colectivo de movilización social.

Estas dos hipótesis contrastan con la incapacidad de la izquierda políti- ca para erigirse como representante de esta ola de rechazo al giro antiso- cial del Gobierno Zapatero a fin de reajustar las políticas sociales y mo- netarias a las exigencias de los foros y organismos transnacionales para hacer frente a la crisis. Esta incapa- cidad de traducir en la esfera política el descontento social y generar alter- nativas, que en el contexto actual só- lo pueden ser rupturistas, está en la base del desastre electoral que se avecina, con una victoria apabullan- te de la derecha, del cual las eleccio- nes catalanas del 29 de noviembre sólo han supuesto un anticipo.

Asistimos a la paradoja de que mientras la izquierda política es inca- paz de construir un relato convincen- te y movilizador acerca de la crisis, la ciudadanía es consciente de ciertas piezas clave que articularían este re- lato. No hace falta recurrir a las he- merotecas para recordar cómo aque- llos especuladores que se habían en- riquecido y que salvamos de la quie- bra mediante la inyección de dinero público son los mismos que ahora nos exigen apretarnos el cinturón hasta el ahogo; que aquellas entida- des financieras que se enriquecieron generando una burbuja especulativa, son las que ahora exigen ejecuciones hipotecarias. Y que aquellos trabaja- dores inmigrantes que engrasaron la tesorería de la Seguridad Social per- mitiendo las políticas populistas con que el Gobierno aseguró su victoria en las pasadas elecciones legislativas son los que ahora ‘colapsan’ los ser- vicios públicos. Seguramente, nos perderemos en los detalles de cómo han influido las subprimesamerica- nas, los ataques especulativos a la deuda pública española, la interven- ción de la economía española, los efectos dominó en las crisis financie- ras y el realineamiento de poderes en la Europa de los 27 con un posiciona- miento del eje franco-alemán, con- vertido de facto en legislador de las políticas macroeconómicas españo- las. Pero aun desconociendo estos entresijos, es sabido que esta crisis tiene responsables directos, los agen- tes financieros; cómplices, los Esta- dos y poderes públicos que han per- mitido y alimentado este enriqueci- miento; y perdedores, las clases po- pulares autóctonas y migrantes que están sufriendo en sus carnes los efectos de la misma.

La huelga del 29-S supuso una expresión de este hartazgo de los sectores populares que se niegan a seguir pagando. Sin embargo, esta fue sólo una respuesta reactiva a la contrarreforma laboral, que repre- senta únicamente la punta del ice- berg respecto a lo que se nos aveci- na: reforma del sistema de pensio- nes; nueva ola de privatizaciones y mayores bonificaciones a las em- presas y entidades financieras reali- zadas a costa de recortes en dere- chos y prestaciones sociales.

A vueltas con la izquierda

La crisis global que atravesamos no sólo tiene una dimensión económi- ca, ecológica y social, representada esta última por una refamiliarización de los costes sociales con las consi- guientes recargas a las mujeres y de la que muy poco se habla; sino tam- bién una dimensión ideológica. Los programas políticos de las opciones de izquierda, ya sean éstas socialde- mócratas, ecosocialistas o anticapi- talistas, han devenido inaplicables en la medida que los gobiernos han perdido su soberanía al encontrarse sus finanzas a merced de los merca- dos. Si la izquierda pensaba que la obtención de poder político era con- dición suficiente para el desarrollo de políticas progresistas, en el con- texto actual esta hipótesis es intran- sitable, ya que el poder político ha dejado de ser poder soberano.

La tendencia al desplazamiento de la soberanía hacia un no lugar, que ya se encontraba apuntada en el inicio del proceso de globaliza- ción, se ha consumado y las deci- siones sobre las políticas económi- cas y sociales de los Estados ya no competen a los ejecutivos ni a las cámaras legislativas, sino a las re- des de geometría variable que componen la gobernanza global.

En este contexto, todo intento de refundación o recomposición de la izquierda política es fútil a medio plazo y difícilmente conseguirá arti- cular una mayoría social dispuesta a seguirle. En cambio, se abren nue- vas posibilidades para la reconstruc- ción de una izquierda social, que ge- nere nuevas líneas de alianza entre movimiento sindical, vecinal, ecolo- gista, feminista y nuevos movimien- tos sociales. No se trata aquí de bus- car coordinaciones tácticas, sino de diseñar estrategias conjuntas de hi- bridación política que permitan construir un relato conjunto sobre la crisis promoviendo una interven- ción multiescalar: desde el ámbito local al global.

Soltando lastre

La tarea de reconstruir la izquierda social pasa por generar un movi- miento que surja desde la base, aprovechando las estructuras cons- tituidas como instrumentos de orga- nización y movilización. Precisa- mente, uno de los lastres de los nue- vos movimientos sociales para po- der mantener una acción sostenida en el tiempo ha sido su incapacidad para generar estructuras, mientras movimientos que disponen de es- tructuras, como el sindical o el veci- nal, se encuentran en muchos casos anquilosados y faltos de la frescura teórica y de la capacidad de innova- ción de la acción política de la que disponen los movimientos sociales.

Por supuesto, esta tarea de hibri- dación no será fácil dadas las reti- cencias, prejuicios mutuos; así co- mo la esclerotización de las élites del movimiento sindical y, en me- nor medida, del movimiento veci- nal. Sin embargo, y a pesar de las muchas dificultades, éste parece un camino más transitable que la ené- sima refundación de la izquierda política, porque si una de las venta- jas de la izquierda política frente a la social era la capacidad de la pri- mera para dirigir y producir políti- cas públicas transformadoras, una vez eliminada esta posibilidad ¿qué ventajas nos puede seguir ofrecien- do insistir en este camino? ¿No sería más deseable invertir nuestros esfuerzos en crear una izquierda social sólida capaz de articular respuestas rupturistas frente a la crisis y esperar a que la nueva izquierda política surja co- mo un efecto de esta apuesta?

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