Un PSOE a la deriva

Ante el escenario abierto después del retroceso electoral sufrido en las elecciones gallegas y vascas y la decisión del PSC de defender el derecho de Catalunya a decidir su futuro, son muchas las voces dentro del propio PSOE que reconocen que su partido se encuentra en la más grave crisis de su historia. No faltan, desde luego, razones para llegar a esta conclusión.

, Profesor de ciencia política en la UNED y militante de Izquierda Anticapitalista
02/12/12 · 1:06
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En efecto, son muchas las crisis que este partido ha vivido en su muy larga vida: la que condujo después de la Revolución Rusa de 1917 a dos escisiones que luego confluirían en la fundación del PCE fue la primera, seguida por las tensiones crecientes entre sus distintas corrientes –encabezadas por Indalecio Prieto, Largo Caballero y Julián Besteiro– durante la Segunda República, la Revolución del 36 y la Guerra Civil. Más tarde, el proceso traumático de ‘renovación’ en el Congreso de Suresnes de 1974 tras su papel marginal en la lucha antifranquista se vio resuelto gracias al progresivo asentamiento del liderazgo carismático de Felipe González a partir de 1982, una vez superado el momento crítico de su amenaza de dimisión en el Congreso de 1979 por no haber conseguido la renuncia a la referencia marxista.

Fuerte tradición obrera
Con todo, esa serie de crisis se daba manteniendo siempre su vinculación con una UGT de fuerte tradición obrera y, luego, consiguiendo un espacio político-electoral propio que le llevaría a jugar un papel fundamental en la conformación del nuevo régimen surgido de la ‘Transición’ y en la construcción de un modesto Estado de bienestar. Se fue consolidando así una variante de partido de aluvión y ‘atrápalo-todo’ –con cada vez menos ‘creyentes’ y más ‘arribistas’ procedentes de la nueva clase media ascendente– que ya desde la integración en la OTAN y la UE no ocultaba su adhesión al “nuevo europeísmo” neoliberal, un grado de corrupción notable e incluso el recurso al terrorismo de los GAL en la lucha contra ETA.

El paso a la oposición en 1996 y la dimisión de Felipe González abrieron una crisis de liderazgo que sólo llegaría a resolverse con la victoria electoral de Rodríguez Zapatero en 2004. Sin embargo, ya entonces su continuismo respecto al ‘modelo’ inmobiliario y especulador del PP sólo se vio compensado con reformas en materias de derechos civiles y con una tímida apuesta por apoyar la reforma del Estatut catalán, promovida por Pasqual Maragall, que se vería finalmente frustrada.

Luego, el giro de Rodríguez Zapatero en mayo de 2010 a favor de drásticos recortes sociales y del ‘rescate’ a los banqueros que culminó en la reforma del artículo 135 de la Constitución a finales de agosto de 2011 ha marcado el inicio de una crisis profunda no sólo de su identidad social-liberal –la socialdemócrata ya está bastante devaluada si exceptuamos a las reducidas minorías de Izquierda Socialista y Líneas Rojas– y de liderazgo –con un Rubalcaba sin credibilidad alguna como cabeza de la ‘oposición’ frente al PP– sino también de cualquier tipo de discurso o relato alternativo al que viene de los dictados de la troika.

Lo que da mayor gravedad a esta crisis es que se está produciendo en un contexto muy distinto al que existía antes de mayo de 2010. Si antes la desafección ciudadana frente a la ‘política sistémica’ era ya una tendencia ascendente, desde la irrupción del 15M ese sentimiento se ha convertido en rechazo activo a la ‘clase política’ y a un régimen en proceso de agotamiento. Se ha abierto así un ciclo de movilizaciones cada vez más extendido a distintos sectores de la sociedad, incluidos, aun con contradicciones, los grandes sindicatos ante el portazo sufrido en su modelo de concertación social.

Atenazados entre, por un lado, una Europa ‘austeritaria’ que utiliza el chantaje del pago de la deuda para exigir el desmantelamiento a toda velocidad de las ya frágiles conquistas sociales logradas en el pasado y, por otro, un bloque social plural en abierta confrontación con el gobierno del PP y la troika, parece muy estrecho el margen de maniobra que le queda a un PSOE que empieza a temer el riesgo de ‘pasokización’ en el que podría entrar a medio plazo.

Aun estando lejana esa perspectiva –no olvidemos que en sondeos recientes todavía mantiene un 24% de votos frente al 6% que tiene actualmente el PASOK griego–, el desplazamiento de una parte de su electorado hasta ahora fiel hacia la abstención y en menor medida a UPyD e IU, así como también a formaciones presentes en Galiza y, sobre todo, Catalunya, aparecen ya como signos de un declive innegable.

Porque si sumamos a la fractura socio-política general la relevancia creciente que está adquiriendo la divisoria nacionalismo español versus nacionalismos ‘periféricos’ en la sociedad y dentro del propio PSOE, la salida a corto plazo de su crisis actual se complica más todavía. Si por un lado hay quienes propugnan una tardía ‘federalización’ del Estado autonómico bajo la mirada vigilante de viejos ‘barones’ fundamentalistas como Bono y Rodríguez Ibarra, por el otro nos encontramos con un PSC que, obligado por su miedo al hundimiento electoral, ha tenido que dar el paso de reivindicar el “derecho a decidir”. No va a ser fácil la coexistencia de esos discursos y no cabe descartar una confrontación interna y mediática creciente.

Brutalidad venidera
¿Qué pronóstico cabe hacer entonces? Teniendo en cuenta la brutalidad de los ataques que va a seguir aplicando el gobierno del PP en los próximos meses y siempre que movilizaciones como la del 14N obtengan un seguimiento notable, es posible que la cúpula dirigente adopte cierto giro táctico buscando la confluencia con los grandes sindicatos en la protesta, pero sin renunciar por ello a la reclamación común de pactos en torno a determinadas materias –ahora, por ejemplo, respecto a los desahucios– e incluso a favor de un gobierno de “salvación nacional” a medida que Rajoy conozca un mayor desgaste a los ojos de Merkel y la troika. El problema es que los nuevos “pactos de la Moncloa” por los que presionan los principales grupos de poder españoles y transnacionales sí podrían llevar a un escenario como el de Grecia actualmente y con la particularidad de que en el caso español sería más arriesgado para el PSOE ya que iría acompañado de una recentralización del Estado frente al desafío catalán.

Sin proyecto alternativo más allá de la nostalgia retórica por un Estado de bienestar que han contribuido a desmontar, con competidores a su izquierda en relativo ascenso y con riesgos de fractura territorial interna, sólo quedaría buscar al menos solución a la crisis de liderazgo mediante una renovación profunda del ‘aparato’ en un Congreso similar al que significó el de Suresnes o en las ‘primarias’ prometidas. Objetivo que parece difícil a la vista del enrocamiento de Rubalcaba y de la ausencia de caras nuevas sin ataduras con el pasado y capaces de generar ilusiones en un partido desactivado y con un electorado cada vez más volátil.

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comentarios

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    Pepe
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    Sáb, 02/09/2013 - 09:27
    No hace falta mirar fuera de España, al PASOK, para vislumbrar hacia donde se dirige el PSOE. Es suficiente con mirar a Valencia, Murcia, Madrid, Castilla y Leó... lugares en los q gobernó y en los q ha dejado de ser alternativa de gobierno. Lo q pasí en estos sitios se está reproduciendo ahora a nivel federal
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    Nale
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    Sáb, 02/09/2013 - 09:16
    Hola. Me gustaría contactar con el profesor Jaime Pastor. Soy Nale, del programa de radio "Economía para la Ciudadanía" que hacemos el equipo de attac sevilla. Estaríamos interesados en hacerle una entrevista de radio. Podrían decirle que contacte conmigo en nale_p@hotmail.com? Gracias.
  • Isa
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