Olvido de la memoria, memoria del olvido

A partir de enero, entramos en el 75º aniversario de la II República
española, y el 70º aniversario de la resistencia popular al golpe de
Estado y de la revolución española. Las fricciones en torno a la apertura
de fosas comunes fruto de la represión contra los derrotados,
en torno al Archivo Histórico de Salamanca, o la aparición de textos
revisionistas avalados por la ‘derechona’, nos indican que la memoria
es también un espacio de confrontación política. Con el fin de
fomentar la reflexión colectiva, iniciamos este debate.

29/04/06 · 18:28
Edición impresa



Durante los 36 años de
franquismo se practicó
el olvido de la memoria
por decreto. Luego vino
la transición, y por otros 31 años
se pusieron rejas a la memoria utilizando
ahora un encadenamiento
jurídico -sin solución que continuidad-
que ‘casa’ la ‘legalidad vigente’
de la dictadura con el corpus
normativo de la democracia.
Por eso, ahora, cuando distintas
sensibilidades confluyen en la necesidad
de pasar del olvido de la
memoria a la memoria del olvido,
es urgente una amplia y contundente
movilización ciudadana para
exigir una auténtica ruptura democrática.
Sólo con semejante catarsis
podrá acabarse con el sistema
de desmemoria que supuso la
genocida política franquista respecto
al pasado inmediato y la recepción
de aquella ‘legalidad vigente’
en una transición que de hecho
representó el reconocimiento
de una ley de punto final.

En este contexto, son muy reveladoras
las dos declaraciones hechas
este mes de marzo pasado
respecto al olvido de la última memoria
histórica, al margen de otras
recientes manifestaciones de distintas
personalidades y partidos.
De un lado se ha producido una solemne
declaración contra el franquismo
por parte de una alta institución
europea. El 17 de marzo, la
Asamblea Permanente del Consejo
de Europa aprobó por unanimidad
la condena sin paliativos de los
múltiples y graves crímenes cometidos
por la dictadura entre 1939 y
1975 (¡ojo al periodo abarcado!), al
tiempo que los representantes de
los 43 países miembros solicitaban
una reparación integral para las
víctimas y que desde el próximo 18
de julio la fecha fuera declarada
día de condena internacional de
aquel sanguinario régimen.
Se trata, por la ejemplaridad de las
medidas solicitadas y la rotundidad
de la condena, de una enmienda a la
totalidad respecto a la política de amnesia
generalizada practicada por
los partidos democráticos ungidos
por la Constitución de 1978.

Enmienda

El segundo manifiesto es mucho
menos concluyente pero más revelador.
Es más, podría pensarse que
en él late un propósito de enmienda
transaccional a lo que de radical
tiene el elaborado antes por el
Consejo de Europa. Se trata de una
proclama a toda página insertada
como publicidad el 2 de abril en el
diario El País, en donde con motivo
del 75 aniversario de la II República
y bajo el título “Memoria
del futuro” un numeroso elenco de
personalidades y profesionales de
los más diversos ámbitos reivindican
los valores republicanos. El
texto rechaza los actuales intentos
revisionistas que pretenden “absolver
al general Franco de la responsabilidad
del golpe de Estado que
interrumpió la legalidad” republicana,
afirmando que “después de
30 años de democracia resulta vergonzoso
tener que recordar aún
dónde estaba la ley y dónde el delito”,
para terminar pidiendo que en
lo sucesivo el 14 de abril sirva como
“reconocimiento oficial a todos
los ciudadanos españoles que lucharon
activamente por la libertad,
la justicia y la igualdad”.

“Memoria del Futuro” nada dice
sobre la anulación de la ‘legalidad
vigente’ del franquismo que está
permitiendo, aquí y ahora, que los
tribunales de la democracia ‘casen’
los procesos sumarísimos y las ejecuciones
perpetradas por la dictadura.
Ni habla del dilatado periodo
en que la maquinaria represiva impactó
brutalmente contra los disidentes.
Ni insinúa la necesidad de
abrir un proceso de reflexión crítica
sobre el hecho de que hayan sido
necesarios 31 años y una instancia
europea -endógena y exógena,
al mismo tiempo, pues somos
europeos para algunas cosas-
para pedir responsabilidades a la
dictadura y sus principales colaboradores,
como por otra parte nuestra
Audiencia Nacional tiene predicado
con las dictaduras argentina
y chilena. Quizá por eso, el manifiesto
“Memoria del Futuro” ha sido
suscrito por gentes tan variopintas
y desmemoriadas, acogiendo
generosamente a republicanos
de toda la vida y antifranquistas,
pero también a personalidades
dobles, como Santiago Carrillo,
Marcelino Camacho, Alfonso
Guerra o Javier Pradera, que en
diferentes momentos y circunstancias
justificaron la renuncia a la
República y la expresa aceptación
de la Monarquía del 18 de julio como
tributo necesario para la normalización
política.

Otros tiempos,
otras declaraciones


Posiblemente, como decía Antonio
Machado, confundiendo neciamente
valor con precio. Recordemos al
secretario general del PCE y al de
CC OO madrugando a todo el espectro
político antifranquista al adoptar -el 14 de abril de 1977- como propia
la bandera nacional durante la celebración
de la legalización del partido.
A un Alfonso Guerra cediendo al
primer envite el histórico republicanismo
del PSOE en los tratos de mesa
camilla urdidos para perfilar la
constitución del ‘78.

En fin, al otanista Javier Pradera
conmemorando, con su proverbial
y brillante polisemia sintáctica, en
El País los 30 años de Monarquía y
la pericia del Rey para lograr “conservar
el equilibrio siempre inestable
y contradictorio entre el principio
monárquico y el principio democrático”.
Por cierto, que en la
serie fotográfica sobre La Transición
publicada por el diario de
referencia (La Mirada Del Tiempo)
aquella foto del 14 abril comunista
no aparece, como tampoco hay
imágenes de los incidentes que
culminaron con los asesinatos del
3 de marzo en Vitoria, confirmando
que a veces para algunos memorialistas
de cabecera la memoria
ha sido el olvido.

Por eso es muy importante, a la
vez que apoyar el importantísimo
proceso libertario que anuncian los
manifiestos citados, esgrimir una
insobornable memoria de elefante
para rescatar también esa memoria
del olvido practicada con luz y
taquígrafos durante casi tres décadas
por la clase dominante surgida
del consenso y la transición. A ellos
se debe este inexplicable anacronismo
de que desde España se haya
impulsado acciones de justicia
universal contra los crímenes de
Videla y Pinochet manteniendo a
la par una estricta impunidad ante
el horror oriundo, infinitamente
más grave en cantidad y calidad.

Y sobre todo hay que avergonzar
a esos medios que han servido
durante años de papel secante y sumidero
de aquella “memoria negada”,
yendo siempre -literal y en la
doble acepción del término- ‘detrás’
de la noticia. La mejor prueba
de la eficacia de este trabajo de zapa
de medios e instituciones es que
lograron anular mental y afectivamente
a toda una generación.
Hasta el punto de que han tenido
que ser los ‘nietos’ de aquellos
‘abuelos’ vencidos, humillados y
abandonados los llamados a la titánica
tarea de destapar ese inmenso
campo de calaveras oculto por la
propaganda de unos, la indecencia
de otros y los intereses de todos.

Tags relacionados: Franquismo Golpe de estado Memoria
+A Agrandar texto
+A Disminuir texto
Licencia

comentarios

0

separador

Tienda El Salto