Nueva oleada de acciones y protestas de los ‘sin papeles’ en Bélgica

Durante el verano, Bélgica ha sido sacudida por una nueva oleada de movilizaciones de ‘sin papeles’, exigiendo su regularización. El incumplimiento de las promesas del Gobierno ha radicalizado las protestas.

, Bruselas / Redacción
02/10/08 · 19:35

 

 

Texto de Anouk Devillé y Fernán Chalmeta

 

PROTESTAS SOBRE GRÚAS. Decenas de inmigrantes son evacuados de una grúa donde permanecían para denunciar su situación.
El Gobierno de coalición belga finalizaba
en julio el curso político
sin cumplir con su compromiso de
definir un procedimiento que permitiera
algún tipo de regularización
de los ‘sin papeles’. Y mientras
se iba de vacaciones, su política de
cerrar las fronteras y de perseguir
a toda persona en situación irregular,
internándolas en Centros
Cerrados (Centres Fermés –CF–,
centros de internamiento para extranjeros)
para su posterior expulsión,
seguía aplicándose. Pero frente
a la indiferencia gubernamental
y de parte de la sociedad, los ‘sin
papeles’ belgas han demostrado
una fuerte perseverancia en sus
movilizaciones y el verano ha estado
marcado por sus protestas.

En mayo, tras el inicio de la última
oleada de huelgas de hambre de
‘sin papeles’, la ministra de la política
de asilo y de la migración, Annemie
Turtelboom, había presentado
un borrador de circular con nuevas
condiciones para la regularización.
Ésta se aplicaría en casos concretos
y en base a un baremo ideado para
“objetivar” y “cuantificar” el nivel de
arraigo duradero. El Gobierno belga
discutió esta circular durante junio
y julio, dejando entrever alguna
posibilidad de regularización para
los ‘sin papeles’, algunos de los cuales
abandonaron sus huelgas de
hambre. Pero los miembros de la
coalición gubernamental no se pusieron
de acuerdo sobre cómo definir
el arraigo local duradero. Consecuencia:
el 25 de julio, el Gobierno
cerraba el curso político sin haber
llegado a ningún acuerdo y se fue
de vacaciones, dejando a los ‘sin papeles’
a su suerte.

Ante esto las acciones de los ‘sin
papeles’ se hicieron más duras. Las
huelgas de hambre que ya estaban
en marcha desde julio, se endurecieron
(algunas se transformaron
en huelgas de sed, lo que supuso
varias hospitalizaciones y secuelas
de por vida para las personas implicadas).
A primeros de agosto, en
Bruselas, unos 69 huelguistas de
hambre se colgaban de 21 grúas de
obras, pasando varios días en ellas,
hasta que fueron desalojados por la
policía. En uno de los desalojos,
unos de los ‘sin papeles’ cayó desde
unos diez metros de altura, teniendo
que ser hospitalizado. El 23
de agosto, ‘sin papeles’ encerrados
en el CF de Steenokkerzeel, le
prendieron fuego y algunos de ellos
intentaron fugarse.

También durante el mes de agosto
una amplia campaña (con recogidas
de firmas, marchas, concentraciones...)
intentó evitar la expulsión
de Rothman Salazar, ecuatoriano
de 19 años que llevaba seis años en
Bélgica, donde había llegado con su
madre y hermanas. La madre, por
motivos de salud, consiguió la regularización,
pero el hijo, pese a un
enorme apoyo social, fue expulsado
a Ecuador el 31 de agosto.

Siguen las huelgas de hambre

Por su parte, la oficina de extranjería,
organismo público federal que
gestiona las regularizaciones, concedió
permisos de residencia de
corta duración a los huelguistas de
hambre más “deteriorados”, pero
se los negó al resto hasta que no estuvieran
en peligro sus vidas. Así
las cosas, al cierre de esta edición,
unas 150 personas seguían en
huelga de hambre, muchas de las
cuales superaban ya los 70 días. A
principios de septiembre tres huelguistas
tuvieron que ser hospitalizados.
Y junto a los ayunos han
continuado los encierros como el
de la Casa de América Latina (con
220 personas) o el de un edificio de
la Universidad Libre de Bruselas
(ocupado desde el 7 de abril).
Además de los actuales encierros
y huelgas de hambre y de desarrollar
otras acciones –bloqueos de edificios
públicos o manifestaciones–
el movimiento de ‘sin papeles’ está
preparando nuevas movilizaciones.
Para entender la motivación de
los ‘sin papeles’ basta el relato de
uno de los que se colgó de una grúa.
Hassan, de origen marroquí, llegó
en 1979 a Bélgica, con 13 años. El
año que viene, llevará 30 años viviendo
y trabajando en el país donde
también ha estudiado. Toda su
familia, incluidos sus padres, tiene
la nacionalidad belga y sus tres hijos
sacan buenas notas en el colegio.
Habla fluidamente el flamenco.
Pero tenía una simple tarjeta de residencia,
y cuando ésta expiró no le
fue renovada. No quiere ser regularizado,
quiere la nacionalidad belga.

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PROTESTAS SOBRE GRÚAS. Decenas de inmigrantes son evacuados de una grúa donde permanecían para denunciar su situación.
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