¿’Nation building’? Algunas precisiones sobre Israel y Palestina

La publicación, en DIAGONAL nº 37, del artículo El peligro es la guerra (infinita), y el fanatismo, de Raúl Sánchez Cedillo, centrado en dudar de la efectividad de la consigna “destruir Israel” como medio para salir de la lógica de guerra preventiva, ha generado una polémica que quizás nos permita ahondar en la reflexión colectiva ante los problemas de Oriente Medio. R. Sánchez contestaba a su vez al artículo Israel es el peligro, de Santiago Alba Rico, publicado en la sección Global, en DIAGONAL nº 35.

16/10/06 · 19:47

Texto de Cthuchi Zamarra y David García, del Grupo Antimilitarista de Carabanchel y de la Asamblea Antimilitarista de Carabanchel respectivamente.

Con este texto queremos ir
directamente al grano, ya
que hemos leído una serie
de afirmaciones en el texto
El peligro es la guerra (infinita), y el
fanatismo, escrito por Raúl Sánchez
Cedillo, que creemos imprescindible
precisar. Antes de nada, y para aclarar
cualquier tipo de duda sobre los
posicionamientos de los que partimos
los autores, queremos resaltar
que somos activistas del movimiento
antimilitarista. Es decir, partimos de
un rechazo frontal a la utilización de
la violencia como método de resolución
de conflictos, y nuestra praxis
se enmarca en campañas de desobediencia
civil, apostando cuando es
necesario por la acción directa noviolenta
como herramienta social
transformadora. Por lo tanto, creemos
que difícilmente se nos puede
encuadrar en lo que clásicamente se
ha dado en llamar “antiimperialismo”,
no se leerán textos nuestros
acríticos con las distintas expresiones
de “legítima resistencia armada”,
así como de estar “enfermos de fanatismo
o impostura” -tampoco creemos
que sea el caso de Santiago Alba
Rico-, o por lo menos creemos que
es muy improbable que alguien que
conozca mínimamente al movimiento
antimilitarista piense que esas son
características nuestras.

Historia

Nos inquietan sobremanera algunas
aseveraciones muy malintencionadas
que, como mínimo, deberían
argumentarse un poco más.
Para empezar, es muy chocante el
que se hable de “contribución de un
occidental, simpatizante de la causa
palestina (y, por lo tanto, panarabista)”
[la cursiva es nuestra]. Nos
sorprende muchísimo que se hable
de panarabismo en relación a
Palestina después de tanto tiempo
transcurrido desde la Guerra de los
Seis Días y la posterior muerte de
Nasser, el que fuera presidente de
Egipto. Aclaramos: el panarabismo
surge después de la desaparición del
Imperio Otomano, tuvo un gran auge
después de la II Guerra Mundial
(sobre todo después de la Guerra de
Suez) y generó “productos de laboratorio”
como fue el intento de crear
la República Árabe Unida, la unión
entre Siria y Egipto. Después de la
citada Guerra de los Seis Días el panarabismo
como ideología entró en
declive y prácticamente desapareció
como banderín de enganche en distintos
estados árabes, por lo que entendemos
que actualmente sólo tiene
algún sentido citarlo (y con bastante
prevención) en relación a Libia
o Siria, ya que las distintas organizaciones
políticas y sociales que
operan en los territorios palestinos
no se caracterizan en su mayoría
por su “panarabismo”. Las simpatías
de algunos occidentales por la
causa palestina vienen más bien de
la conciencia de la colaboración de
Occidente con el “politicidio”, en
términos de Baruch Kimmerling,
del pueblo palestino, y la importancia
simbólica de este conflicto como
paradigma de los procesos de colonización
del Sur por el Norte. Estos
occidentales normalmente también
critican otro “politicidio” actual
dentro del mundo árabe, el que
ejerce el gobierno de Marruecos
sobre la población saharaui, con
igual consentimiento cuando no
complicidad de Occidente.

Tragedias y genocidios

Al igual que el autor del texto, pensamos
que es inapropiada la comparación
entre Auschwitz y Gaza, pero
no por los motivos que él establece.
La Shoah, la Nackba, la ocupación
de Palestina y otros genocidios son
grandes tragedias de la historia de la
humanidad que cualquier persona
que pretenda construir un mundo
mejor ha de tomar como duelos propios.
Si se ha comparado tantas veces
Auschwitz con Gaza o Cisjordania,
no es por la similitud histórica,
sino para resaltar el hecho de que
las víctimas se convirtieron en verdugos,
no por un verdadero paralelismo
histórico que relativice la tragedia
del genocidio judío. Si bien, la
situación de Gaza y Cisjordania se
empieza a parecer cada vez más a un
campo de exterminio donde los soldados
israelíes cuentan con impunidad
absoluta para cometer asesinatos
y otros crímenes.

En cuanto a la pregunta retórica
que realiza sobre si es peor el sionismo
que otros nacionalismos: por supuesto
que sí, en cuanto tiene dos
características peculiares: reclama
exclusividad sobre una tierra habitada
por otra gente, por lo que ha tenido
que traer colonos de fuera para
poder poblarla, y tiene el apoyo de
las democracias occidentales su programa
de limpieza étnica. Más grave
nos parece el intento de ocultar la
realidad de la agresión sionista en la
guerra del ‘48 para legitimar la existencia
del Estado de Israel, cuyos
presupuestos se basan en ser un
Estado exclusivo de judíos construido
sobre un territorio árabe. No está
de más recordar que quienes históricamente
habitaban lo que es ahora
Israel y Palestina (los árabes) siempre
respetaron el derecho de las religiones
del Libro (judía, cristiana y
musulmana) a vivir y peregrinar a
Tierra Santa, frente a la histórica intolerancia
de por ejemplo los cristianos
durante las Cruzadas y de los
judíos en la actualidad. Otro punto
que queremos aclarar (no nos extendemos
más por cuestiones de espacio)
es la supuesta “migración
progresiva” de “pioneros judíos” (las
cinco aliyá, “ascenso” en hebreo) a
la zona. El Reino Unido, ‘gestor’ de
Palestina desde 1920 por obra y gracia
de la Sociedad de Naciones, alternó
el fomento de la inmigración
judía -promovida por el movimiento
sionista- mediante la expropiación
de tierras a palestinos para su posterior
venta, con intentos de limitación
de la inmigración judía y la
compra de tierra por parte de éstos.
Las cinco aliyá podrían caracterizarse
de muchas formas, pero jamás
de “progresivas”, no se explican
si no se correlacionan con la I
Guerra Mundial y el auge del nazismo,
de hecho consideramos que
fueron precisamente golpes de efecto
sionistas para lograr una transformación
demográfica en la zona.

Consideramos por tanto que no
es necesaria una nueva exposición
del problema de Oriente Medio, sino
recuperar las voces silenciadas
que vienen de allí y que claman por
soluciones pacíficas, tanto del lado
palestino como del israelí. Las propuestas
en este sentido son de crear
una organización política conjunta
en la que se respeten los derechos
humanos, prime la igualdad interétnica
y se permita a todos los habitantes
de la zona acceder a una vida
digna. Nosotros, como antimilitaristas
añadiríamos las propuestas que
además deseamos para el resto de
países del mundo: llámese “Estado”
o no, “plurinacional” o no, pero un
marco de convivencia donde ninguna
organización ejerza o monopolice
la violencia, donde puedan emerger
estructuras de toma de decisiones
basadas en una verdadera participación
ciudadana, la horizontalidad,
el consenso y la inclusión de
grupos excluidos, y que se instaure
una auténtica cultura de paz que
promueva valores que permitan la
convivencia en común sin que ningún
grupo humano explote a otro.

+A Agrandar texto
+A Disminuir texto
Licencia

comentarios

0

separador

Tienda El Salto