El mundo árabe y la intervención

Túnez, Egipto, Jordania, Yemen, Bahrein, Libia… ¿Quién iba a pensar que las multitudes del mundo árabe iban a ser las iniciadoras de unas revueltas globales que empiezan a impugnar el ‘nuevo’ orden mundial? Sometidas desde hace décadas a brutales regímenes vasallos de Occidente y del neoliberalismo, pensadas en los discursos y narrativas hegemónicas como ‘atrasadas’ y con tendencias ‘islamistas’, son muchas las lecciones para los movimientos transformadores de base. Seguimos el debate.

20/04/11 · 8:19
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Lo que viene ocurriendo en el Magreb y en el Próximo Oriente es tan sorprendente como natural: cuando todos pensábamos que el mundo árabe estaba en la Edad Media, adormecido o fanatizado por una versión reaccionaria del islam, resulta que estaba más bien en 1789 o, como sugiere Wallerstein, en 1968. O en una combinación de ambas fechas. La chispa tunecina ha provocado un gran incendio en el que se funden todas las diferencias locales y que ilumina un nuevo panarabismo del malestar y la humillación y, por lo tanto, de la ciudadanía y la dignidad.

Hay que tomarse muy en serio eso que los árabes comparten, aquello de lo que se quieren librar y también lo que quieren obtener. Desde Mauritania al Golfo, todos han vivido o viven aún bajo dictaduras controladas por abyectos aparatos policiales al servicio de oligarquías mafiosas muy funcionales al capitalismo internacional. Millones de personas, especialmente jóvenes “mantenidos con vida”, pero sin recursos ni futuro, inscritos en los circuitos de información global, reclaman democracia y libertad. Y están dispuestos a dejarse matar por cambiar las cosas.

Todo el que no vea este impulso común no está viendo nada. Túnez, Argelia, Marruecos y Egipto parecen compartir algunos rasgos socio-económicos de los que inducir respuestas semejantes. Pero eso sirve igual para el Yemen, con su complejidad tribal y religiosa, de cuyas protestas dice el politólogo local Abdulghani al Iryani: “nunca hemos tenido verdaderas movilizaciones callejeras. Antes de Túnez la oposición hizo una manifestación de 200 personas. Después de Túnez fueron miles. Después de Egipto se convirtió en una avalancha.

Hay una nueva valoración del poder colectivo. Lo que no pudo hacer el establishment político formal, juntar a la gente, logró hacerlo la protesta de la juventud”. Pero también sirve para Bahrein, con su mayoría chií y su altísimo nivel de vida: “Tras los primeros enfrentamientos y las primeras violencias”, dice un testigo, “la vieja dirigencia chií ha sido descabalgada y desautorizada por una nueva generación de protagonistas: los jóvenes y las mujeres. Han sabido tomar en sus manos la organización de la lucha política con métodos absolutamente pacíficos y de masa, una organización capilar y objetivos y consignas totalmente claros y transparentes: libertad y democracia”.

Pero lo mismo puede decirse de Siria y de Libia, donde la intervención militar de la OTAN, que puede y quiere corromper el impulso inicial, no debe hacernos olvidar el origen de las protestas del 14 de febrero. Y de Iraq, otra vez olvidada, que se ha unido a las revueltas, en las circunstancias más adversas, para reclamar el fin de la ocupación y del Gobierno corrupto y represivo de Al-Maliki. En cuanto a Arabia Saudí e Irán, subpotencias regionales enemigas, ven avanzar la ola con temor mientras cada una de ellas trata de desestabilizar el campo de la otra.

“Libertad” y “democracia”, invocadas en serio por poblaciones que tienen una visión muy realista de Occidente, son consignas materialmente revolucionarias. Se trata, sí, de una revolución nacional, social y democrática que ha sorprendido a contrapié a todos por igual: a los imperialistas, que creían poder mantener a sus dictadores amigos en nombre del combate contra el islamismo y concediendo apenas algunos cambios cosméticos; a las izquierdas locales, contraídas y en minoría desde los ‘80; y a los propios islamistas, la fuerza más robusta de la región, que se ha visto obligada a ir a remolque de las protestas, a tratar de amortiguar su radicalidad libertaria y finalmente, como recuerda Gilles Keppel, a adoptar un perfil ‘democrático’ que no las deje completamente fuera de juego.

Túnez y Egipto, libres ya de sus tiranos, ven ahora cómo estas tres fuerzas se disputan un territorio muy abierto en cuya superficie reaparecen las fracturas sociales suspendidas por el impulso revolucionario ‘nacional’.

Pero a quien sin duda la primavera árabe ha pillado más desprevenida, sin reflejos y sin recursos, es a la izquierda institucional de América Latina. Estas revoluciones eran suyas y las ha ignorado. Empezaron como el Caracazo de 1989 que luego llevó a la victoria bolivariana; como las luchas indígenas en Bolivia y Ecuador; como la de los piqueteros en 2002 en Argentina. Como bien recuerda Jacques Bricmont, mientras los intelectuales nos dedicamos a “parlotear en nuestros rincones”, otros hacen política. Interviene quien puede intervenir.

El imperialismo capitalista tiene medios muy poderosos que están tratando ya de interrumpir o controlar en su favor el impulso revolucionario del mundo árabe. La izquierda mundial, tras muchos años de retroceso en los que apenas si resistía la heroica Cuba, tiene ahora algunas instituciones, como el ALBA, patrimonio de las luchas populares latinoamericanas, que podía haber jugado un papel decisivo a la hora de ampliar el frente anti-imperialista y de frenar la contrarrevolución occidental en el mundo árabe.

Los países del ALBA han intervenido y han hecho política; pero han intervenido mal y han hecho la política equivocada. Y mientras la UE y EE UU, con grandes divisiones en su seno, tratan de recuperar el terreno perdido mediante intervenciones discrecionales –políticas, militares y económicas–, la izquierda institucional latinoamericana o guarda silencio o reacciona mecánicamente, a remolque del imperialismo, con denuncias de conspiración y apoyos selectivos a dictadores, reflejos nerviosos que sólo evidencian una debilidad contractiva propia del marco superado de la guerra fría.

A esto se suma también quizás una imagen del mundo árabe paradójicamente muy parecida a la del mundo occidental. Mi admirado Bricmont, defensor de la política ‘libia’ de Chávez y azote de sus críticos –entre los que en este caso me cuento–, es un buen ejemplo de cómo el combate contra el eurocentrismo va acompañado a veces de una inconsciente arabofobia o al menos arabonulia: “lo más cómico, si puede decirse así”, escribe Bricmont contra los ‘humanitarios’ europeos, “es que la izquierda no tiene en la boca más que palabras como antirracismo y multiculturalismo, lo que le lleva a venerar las culturas del “Otro”, pero es incapaz de comprender el discurso ‘político’ de los “otros” realmente existentes cuando éstos son rusos, chinos, indios, latino- americanos o africanos”.

En el contexto de una revuelta en el mundo árabe, el texto de Bricmont a los únicos que no cita es a ‘los árabes’. Y es a ellos a los que América Latina debería quizás prestar atención. Han vuelto a la corriente central de la historia jugándose la vida, han tomado la palabra y quieren hacerse oír. Quien no entienda lo que dicen –no queremos ninguna dictadura– está renunciando a hacer política.

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comentarios

3

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    anónima
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    Mar, 04/26/2011 - 23:19
    Sumamente agradecido a todos los artículos de Santiago Alba Rico publicados bajo su nombre y creo que bajo el nombre de Alma Allende. Estamos viviendo el acontecimiento más importante desde la posguerra y uno no puede sino ilusionarse y emocionarse con esta Revolución Árabe. Asombra el mutismo de la izquierda latinoamericana y creo que ese mutismo se explica por una política de alianzas con algunos gobieronos árabes y luego por un descomunal racismo e ignorancia. Es algo muy preocupante, pero ¿desde cuando las izquierdas institucionales hicieron alguna revolución? Sólo espero que esas izquierdas institucionales sean barridas por esta revolución árabe o por la revolución que sea. Seguiremos esperando más artículos como éste, escritos por alguien que piensa con su propia cabeza, característica muy linda de un revolucionario.
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    anónima
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    Vie, 04/22/2011 - 13:31
    <p class="spip">Dicen que los burros con orejeras solo saben caminar hacia adelante. Afortunadamente el señor Pepe Escobar no es un burro con orejeras y puedo seguir sus andares en www.rebelion.org</p> <p class="spip">http://www.rebelion.org/mostrar.php?tipo=5&id=Pepe%20Escobar&inicio=0</p> <p class="spip">aquí un par de ejemplos:</p> <p class="spip">24-02-2011 http://www.rebelion.org/noticia.php?id=123022 28-02-2011 http://www.rebelion.org/noticia.php?id=123293 03-03-2011 http://www.rebelion.org/noticia.php?id=123481 19-03-2011 http://www.rebelion.org/noticia.php?id=124581 31-03-2011 http://www.rebelion.org/noticia.php?id=125502 10-04-2011 http://www.rebelion.org/noticia.php?id=126144 14-04-2011 http://www.rebelion.org/noticia.php?id=126408 20-04-2011 http://www.rebelion.org/noticia.php?id=126815</p> <p class="spip">Espero que nadie se atragante con tanto artículo, si así fuese, aquí dejo el antídoto http://www.rtve.es/alacarta/videos/archivo-la-bola-de-cristal/la-bola-de-cristal-el-ultimo-capitulo/635564/</p> <p class="spip">Extra de regalo: http://www.rebelion.org/noticia.php?id=125127</p>
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    anónima
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    Vie, 04/22/2011 - 11:11
    <p class="spip">A Alba Rico no le basta el no condenar la agresión imperialista contra Libia, sino que además arremete contra los líderes bolivarianos, que sí la condenan justamente. Afirma que "estas revoluciones eran suyas y las ha ignorado". Como si Venezuela, o Paraguay y Nicaragua, por mencionar a algunas "potencias" de ese hemisferio, tuviesen alguna capacidad material de "intervenir" en esos procesos desde fuera.</p> <p class="spip">En cuanto a las manifestaciones de solidaridad en los foros propios o internacionales, no he visto que los bolivarianos se hayan mostrado contrarios a los movimientos y a las protestas en favor de una mayor participacion ciudadana. Creo que más bien se ha verificado lo contrario. Por eso, no sé a qué vienen las acusaciones de Alba Rico contra los gobiernos de Latinoamérica, ni de qué se les acusa exactamente. Por otro lado, parece como si quisiera excusar a los gobiernos europeos. ("Y mientras la UE y EEUU, con grandes divisiones en su seno,..."). Es decir, el mundo al revés, se exonera a los imperialistas y se condena a los anti-imperialistas. Puro bizantinismo argumental que no se sabe muy bien qué fin persigue, porque no dudo de la buena fe anti-imperialista del autor.</p> <p class="spip">El punto de contención más <i class="spip">candente</i> es el caso libio, porque ahí es donde en este momento se concentra con más fuerza la agresión (reacción) imperialista. Hay sobrados informes, convenientemente ignorados por la prensa <i class="spip">mainstream</i>, acerca de la naturaleza espuria de la violenta "rebelión" libia, que se manifestó en un levantamiento armado, orquestado, manipulado y financiado desde las agencias de inteligencia occidentales. No caben medias tintas, o se está a favor o se está en contra de la agresión imperialista contra Libia. Y aquí habría que separar la paja del grano para evitar las confusiones propias de todos los tiempos revueltos. Nos haría falta recordar aquella frase de la película El Padrino: "no es nada personal, Sonny, tan sólo son negocios."</p> <p class="spip">Por este camino, cualquier día, Alba Rico, que sigiloso se aleja de Chávez y se aproxima a la posición de Hilary Clinton, se nos pone a predicar en las páginas de Rebelión la necesidad de bombardear Teherán o Pekín, para "proteger" a los "rebeldes" verdes de la clase media iraní o a los lamas tibetanos. Si no rectifica, terminará firmando manifiestos con BHL.</p> <p class="spip">No todas las rebeliones son justas o progresivas. Los privilegiados no se resignan a perder sus privilegios pacíficamente, y a menudo se disfrazan de "revolucionarios" para combatir a la revolución. Las rebeliones también pueden servir a los intereses de los priviliegiados, de las elites compradoras y del imperialismo. Hay que tener cuidado con lo que se apoya.</p> <p class="spip">¡Menudo lío tiene en la cabezita este hombre!</p>
  • Isa
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