Llamadas de atención

Hasta que se comiencen a despejar
las incógnitas de la nueva etapa
abierta por el Ejército Zapatista de
Liberación Nacional (EZLN), resulta
legítimo preguntarse por las razones
que han llevado a los indígenas
de Chiapas (México) a aprobar una
nueva declaración de la Selva
Lacandona. Este toque de atención
del EZLN coincide con un recrudecimiento
de las luchas indígenas y
sociales en toda América Latina, que
corresponde a su vez con un relanzamiento
de la ofensiva por parte de

23/06/06 · 13:43
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Hasta que se comiencen a despejar
las incógnitas de la nueva etapa
abierta por el Ejército Zapatista de
Liberación Nacional (EZLN), resulta
legítimo preguntarse por las razones
que han llevado a los indígenas
de Chiapas (México) a aprobar una
nueva declaración de la Selva
Lacandona. Este toque de atención
del EZLN coincide con un recrudecimiento
de las luchas indígenas y
sociales en toda América Latina, que
corresponde a su vez con un relanzamiento
de la ofensiva por parte de
las multinacionales estadounidenses
y europeas para adueñarse de
las riquezas naturales y energéticas
de la zona.

Si el primer alzamiento zapatista
rompió un clima generalizado de
paz social -el de la ‘globalización feliz’-,
este nuevo llamamiento a la sociedad
civil internacional llega en
un momento mucho más delicado:
el agotamiento global de recursos y
la depredación social se han acentuado
durante estos 11 años, así como
las resistencias globales. Las medidas
de maquillaje del G-8 responden
en parte a estos hechos, si bien
parece complicado, tras la reelección
de Bush, que las distintas familias
del capitalismo mundial alcancen
ni siquiera una salida reformista
sobre los problemas que llevan tiempo
sobre su mesa: calentamiento
global, ahogo financiero y comercial
de los países empobrecidos, aumento
de las necesidades mundiales de
consumo energético y dificultades
para aumentar la producción. Al
contrario, el G-8 parece interpretar
estos síntomas como acicates para
sus recetas de más desarrollo y más
crecimiento, hasta que el cuerpo
aguante.

El Gobierno español, como subalterno
del G-8, sigue asumiendo por
su parte la función de controlar los
flujos migratorios en la frontera sur.
Dado el nivel de denuncias de violaciones
de derechos humanos que
desde allí llegan, queda claro que se
está tomando en serio este empeño.

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