La artillería mediática del
reino repite sin cesar que la
tregua de ETA no significa
prácticamente nada, es insuficiente,
cuando no trampa, y por
supuesto no conllevará la legalización
de la izquierda abertzale de cara
a las próximas elecciones municipales
y forales de mayo.
Poco a poco, con algo de lucidez, es probable que deban desandar el camino. Según el enfoque dominante, la única vía posible para la resolución del conflicto sería la policial y no cabe más posibilidad de acción en la izquierda abertzale que aquella dictada por el Ministerio de Interior, esto es pedirle a ETA que se disuelva. Anulando el valor de los pasos dados a lo largo de los dos últimos años por el independentismo vasco de izquierdas.
Se trata de la clásica fórmula “cuando encuentro las respuestas, me cambian las preguntas”. La izquierda abertzale ha dado un paso que hace apenas unos años provocó una escisión aplaudida entonces por el conjunto de la opinión española. Un paso, el mismo, despreciado ahora por quienes, obviamente, no querían que sucediese. Un paso ninguneado por el miedo a la reasignación de fuerzas que plantea un escenario en el que la izquierda abertzale regrese, a corto plazo, al reparto del poder municipal. Con más miedo aún, a largo plazo, por el cambio en la correlación de fuerzas en los parlamentos de Vitoria y Pamplona, que dicho movimiento, sin lugar a dudas, provocará.
Esa es la cuestión que flota en el ambiente. Y de la que no se habla demasiado. ¿Qué sucederá en mayo con las alcaldías de los 125 municipios en los que las listas de la izquierda abertzale fue ilegalizada?, ¿cuántos cambiarían de manos en un escenario de relegalización y cuántos cargos públicos supondría? ¿Cuántos miles de millones de euros en gestión? ¿Cuánto espacio público? ¿Qué sucedería con, pongamos, 10 diputados de la izquierda abertzale en los parlamentos?
No hay más que echarle un vistazo, en esa dirección, al enfoque de los medios extranjeros, abiertamente disonante del que recibimos en la prensa del Reino. Desde el Wall Street Journal hasta Al Jazeera, pasando por Le Monde o la BBC, la tregua de ETA y los movimientos de la izquierda abertzale sí significan algo.
Así, el primer Inside Story de la cadena Al Jazeera respecto a la tregua de ETA contaba con la participación del director del diario Gara explicando una versión del contexto político abiertamente divergente. Divergente de aquella legible en los diarios españoles, mucho más interesados en informar sobre ETA y la izquierda independentista a partir de conversaciones privadas y nunca citadas con fuentes del Ministerio del Interior.
Sorprende, y gratamente, en el secano de la prensa española, el experimento desarrollado por el blog 1001 medios, que decidió dar voz, en igualdad de condiciones, a personas que representan los diferentes sentires de la sociedad vasca. Ofreciéndonos opiniones que no suelen salir del País Vasco debido al bloqueo que rodea al enfoque más cercano a la izquierda independentista. Un enfoque que, guste o no, representa a un porcentaje de la población que nadie podría situar por debajo del 10 o el 15%. Un movimiento político que tras ocho años de ilegalización, no sólo ha sobrevivido sino que ha sido capaz de desarrollar durante meses un debate político interno con la participación de miles de militantes dispuestos a reunirse y desarrollar vida de partido en la clandestinidad. En épocas de desafección y escepticismo políticos, cuesta creer que otros partidos, por muy legales que sean, sean capaces de movilizar a miles de sus miembros para discutir de política y variar, bajo presión y en público, algunas de sus posiciones históricas.
Pero no sólo eso. Una organización ilegal que tiene a su líder encarcelado y a su segunda línea de dirigentes pendientes de juicios que podrían encarcelarles también, ha anunciado públicamente que se someterá a la Ley de Partidos. Esto es, anuncian que harán exactamente lo que se les pide dentro del marco legal. Cumplen con lo que se les pidió hasta el mismo momento en que decidieron cumplirlo. Insisto, cuando encontraron la respuesta, les cambiaron la pregunta.
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