La segunda transición era esto

Los recortes anunciados por Rajoy agravarán la recesión hasta 2013”: así titulaba El País el paquete de medidas con el que se inicia el protectorado económico imperial de la UE y los mercados. El titular podría haber sido otro no menos consistente y coreado: “¡No es una crisis! ¡Es una estafa!”. A fin de cuentas, estamos asistiendo a la peor operación de extorsión que hayamos conocido.

, Miembro de Artefakte y profesor asociado de la UdG
24/07/12 · 0:00

La extorsión, recuérdese, es un
“delito consistente en forzar –por
medio de violencia o intimidación–
a realizar u omitir un acto o negocio
jurídico con ánimo de lucro y con la
intención de producir un perjuicio
de carácter patrimonial, o bien del
sujeto pasivo, bien de un tercero”.
Para el caso, la intimidación viene a
ser la ejercida por los mercados, y el
acto o negocio jurídico con ánimo
de lucro, las medidas aprobadas en
Las Cortes con el objeto de arruinar
las vidas del 99% en beneficio del
1%. Pero, ¿realmente hay crisis? La
consciencia explícita de que las medidas
no sólo no remedian, sino que
prolongan y agravan la crisis desvela
algo mucho más preocupante, si
cabe, que la obvia irresponsabilidad
del desgobierno. A saber: que 1) el
Estado nacional ya no es el centro
de poder soberano de la modernidad,
2) la democracia liberal y el gobierno
representativo han fracasado
en conciliar institucionalmente capital
y trabajo; 3) el mando que nos
gobierna se instancia hoy en algún
lugar a medio camino entre instituciones
supranacionales como la UE
e instituciones financieras como las
agencias de rating –por citar dos
ejemplos evidentes de un entramado mucho más
complejo–.

Así las cosas, ¿qué tipo de (des)
gobierno es aquél que se basa en
prolongar agravando y a sabiendas
el malestar de la ciudadanía? Sin
duda un gobierno ilegítimo.
También, como hemos apuntado,
un gobierno que no es tal, sino más
bien la correa de transmisión de
instancias decisorias no menos ilegítimas,
ya que escapan a todo
control democrático. Sobre todo,
es un des/gobierno que responde a
una lógica que debe ser diagnosticada
en sus funcionamientos, denunciada
en sus efectos y combatida
con una estrategia eficaz.

La lógica del des/gobierno puede
ser identificada con un tipo de régimen
que se instaura con cada medida
aprobada: la cleptocracia. Del
griego klepts, sustracción, y kratos,
mando, puede ser definida como “el
gobierno de los que sustraen”.
Dado que se trata de una sustracción
ilegítima, podría decirse, directamente,
el “gobierno de los ladrones”.
Se trata de un tipo de régimen
consistente en no gobernar
desde, por y para el demos –como
en democracia–, sino al servicio de
la lógica de la priva(tiza)ción de los
recursos otrora públicos. Un sencillo
ejemplo: si suben las tasas universitarias
y sólo una minoría las
puede pagar, pero todos y todas financiamos
por igual la universidad
pública con nuestros impuestos,
¿dónde está la redistribución de la
riqueza? ¿dónde la igualdad de oportunidades?
¿dónde los principios
del Estado de bienestar? ¿dónde la
Constitución? Así es, no obstante,
como funciona la cleptocracia: sustrae
al 99% para dar al 1%.

La deuda es el mecanismo que
hace posible el robo legalizado: la
deuda privada que de forma ilegítima
se convierte en deuda pública;
la deuda que, como un deus ex machina,
nos condena a la pobreza. La
deuda consume hoy el porvenir y, a
la par, reduce las existencias a su
dimensión meramente vegetativa.
Dejar de pagar resulta un imperativo
en defensa de la vida digna.
Frente a un mando que se nos presenta
como un automatismo financiero,
urge hoy avanzar por la vía de
la desobediencia, en el empoderamiento
autónomo, hacia el régimen
político del común.

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