MOVIMIENTOS SOCIALES Y REPRESENTACIÓN POLÍTICA
Tras su reciente salida de IU, Espacio Alternativo decidía
convertirse en el partido Izquierda Anticapitalista y presentarse
a las próximas elecciones europeas. ¿Por qué apostar
por la representación política en un parlamento? ¿Por
qué arrancar precisamente en una candidatura a nivel
europeo? ¿Qué puede aportar esta apuesta a los movimientos
sociales, a los espacios políticos, a las apuestas
por la transformación social?
El estallido de la crisis financiera
y la situación actual
de recesión mundial ha introducido
cambios significativos
en la situación internacional
y en las condiciones de trabajo de los
movimientos sociales críticos con el
sistema. La más importante de ellas
es la extensión social de un rechazo
amplio, pero difuso, del capitalismo,
muy apreciable en las últimas fechas,
pero más relacionado con los
sentimientos que con la acción.
La interpretación dominante y
consensuada de las fuerzas políticas
y sociales –desde el Gobierno a las
organizaciones sindicales y los medios
de comunicación convencionales–
es que hay que buscar soluciones
a la crisis dentro de la lógica del
sistema capitalista y de las necesidades
concretas de sus élites, en primer
lugar, el capital financiero. Hemos
pasado del lema neoconservador:
“No hay alternativas al neoliberalismo”,
al lema sistémico: “No hay alternativas
al capitalismo”.
En esta situación coexisten dos escenarios
de futuro condicionados y
contradictorios: por una parte, se
amplían las posibilidades para la
construcción de una izquierda política
anticapitalista que pueda lograr
una influencia capaz de desestabilizar
el sistema político; por otra parte,
si no se avanza significativamente en
esta dirección, puede producirse un
nuevo ciclo de desaliento, con costes
sociales y morales muy grandes para
los sectores más militantes y que
concluiría en un mapa de fuerzas políticas
semejante al actual y una refundación
neoliberal.
En nuestro país, el interés por la
construcción de una izquierda política
anticapitalista es minoritario en
la izquierda social, que es hoy el
componente más numeroso e influyente
de la ‘izquierda alternativa’.
Sectores significativos de la izquierda
social mantienen su desconfianza,
su malestar, o su rechazo ante
cualquier propuesta de ‘organización
política’; en este sentido, se
mantiene una situación de estancamiento
que dura ya 20 años y que
pensamos que es necesario un
esfuerzo amplio y común para empezar
a superar. Por otra parte, el
mapa de fuerzas de la izquierda política
‘alternativa’ no ha experimentado
modificaciones significativas.
IU, al borde del abismo, ha cambiado
de discurso. Es todo lo que puede
cambiar. Permanecen las mismas
‘familias’ dirigentes, el mismo alejamiento
de los movimientos sociales,
la misma ausencia de cultura democrática
y hasta las mismas metas,
marcadas por las subalternidad en
los gobiernos de Catalunya, Asturies
y la Comunidad Autónoma Vasca.
En definitiva, no hay ninguna organización
que sea el referente estatal
o nacional de este espacio político
alternativo. Como siempre, la situación
de Euskadi es especial y puede
decirse que allí aún ocupa un papel
–cuestionado, pero importante– la
corriente abertzale.
En nuestra opinión, hay que intentar
abrir una brecha en ese estancamiento
y hay que hacerlo
pronto; si no, las muy modestas experiencias
positivas de los últimos
años (algunas luchas obreras, algunas
experiencias unitarias de organizaciones
sociales...) corren el riesgo
de esterilizarse. O peor aún,
podemos terminar atrapados en la
impotencia, determinados por debilidades
y dificultades, que son reales,
pero que tenemos que afrontar.
Para ello, pensamos que es un objetivo
imprescindible ganar atención,
simpatía y fuerzas militantes para
el proyecto de construir una organización
política anticapitalista. Somos
conscientes de que saber tratar
las relaciones con corrientes y militantes
de izquierda alternativa que
no comparten, o incluso son ahora
hostiles a este proyecto, sin sectarismo,
sin autoproclamaciones, con
debate, manteniendo siempre los
vínculos de acción común, es fundamental
para avanzar.
Es necesario que ese proyecto político
tenga sus lealtades en las y los
‘de abajo’, en las luchas, y que estos
vínculos se den naturalmente porque
la organización esté en la primera
línea de combate contra todas las
agresiones del capitalismo, que ahora
se manifiestan con especial crudeza
y claridad. Y ese frente pasa hoy
por reforzar las resistencias contra
los despidos en Nissan y en tantas
otras empresas, por denunciar el papel
cómplice de los gobiernos
europeos y del propio Gobierno español
en la masacre que está perpetrando
Israel contra Gaza, por reforzar
las luchas contra el cambio climático
y este modelo de producción
y crecimiento, por seguir reivindicando
un aborto libre y gratuito, por
reclamar el derecho a la autodeterminación
de las naciones del Estado.
Para nosotros la política no puede
ser nunca una profesión sino un
compromiso voluntario para cambiar,
a la vez, el mundo y la vida. La
rotación de cargos, la formación permanente
de la militancia y la concepción
de las instituciones como un altavoz
para las luchas sociales y nunca
como un fin en sí mismo, forman
parte indeleble de nuestro ideario.
En definitiva, pasa por levantar
una organización política netamente
anticapitalista, ecologista y feminista,
que haya aprendido una nueva
forma de hacer política por su propia
militancia en los movimientos
sociales. Y que lo demuestre en la
acción. Se trata, combinando dos lemas
de nuestras compañeras y compañeros
zapatistas y del Bloco de
Esquerda portugués, de “comenzar
de nuevo, abajo y a la izquierda”.
En este camino, que será duro y
difícil, pero también apasionante,
nos hemos decidido a organizar una
candidatura para las próximas elecciones
europeas. Esta decisión ha levantado
atención y simpatías, pero
también extrañeza y desacuerdo en
amigas y amigos. Sabemos que unas
elecciones son un terreno minado
para la izquierda anticapitalista y
que además las elecciones europeas
suscitan normalmente escaso interés.
En fin, en los últimos años se ha
impuesto en nuestro país la costumbre
del voto llamado ‘útil’, aunque
sea con las narices tapadas, en detrimento
del voto por convicción, aunque
las posibilidades de obtener
diputados sean remotas.
Respetamos estos argumentos
que responden, sin duda, a problemas
reales. Pero pensamos que estas
elecciones son también una oportunidad
para llamar a la acción y la
organización anticapitalista a escala
europea. Tenemos además la voluntad
de hacerlo dentro de una red
internacionalista, en la que desarrollamos
el aprendizaje y la experiencia
común con organizaciones
como el Nuevo Partido Anticapitalista
de Francia, Sinistra
Critica de Italia y otros grupos y
plataformas, conscientes de que cada
uno debe construir su propia trayectoria,
pero es bueno hacerlo en
un marco internacional solidario.
La Ley Electoral impone a las organizaciones
que no tienen cargos
públicos la recogida de 15.000 firmas
para poder legalizar la candidatura.
Queremos aprovechar esta
traba legal para hablar con mucha
gente, y escucharla, sobre la necesidad
de construir una referencia política
anticapitalista y alternativa que
tenga, por primera vez en muchos
años, una expresión electoral. Esta
campaña nos pondrá también a
prueba para conocer de primera mano
la simpatía real y el interés de
nuestra gente, o sea de la izquierda
social y política que merece el nombre
de ‘alternativa’. El llamamiento
público, que se hará a finales de enero,
para la creación de comités de
apoyo sectoriales y territoriales para
la recogida de firmas queremos que
sea una buena oportunidad para la
confluencia entre gentes de distintas
luchas sociales y tradiciones.
¿Todo esto es ilusorio, es imposible?
Vamos a verlo. En estos tiempos,
pensamos que nuestro lugar
está a la izquierda de lo posible. (Más
info: europeas2009@anticapitalistas.
org / www.anticapitalistas.org).
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