LOS HISTORIADORES Y EL NACIONALISMO. El movimiento libertario y la recuperación de viejos conceptos

A partir de enero, entramos en el 75º aniversario de la II República
española, y el 70º aniversario de la resistencia popular al golpe de
Estado y de la revolución española. Las fricciones en torno a la apertura
de fosas comunes fruto de la represión contra los derrotados,
en torno al Archivo Histórico de Salamanca, o la aparición de textos
revisionistas avalados por la ‘derechona’, nos indican que la memoria
es también un espacio de confrontación política. Con el fin de
fomentar la reflexión colectiva, iniciamos este debate.

05/04/06 · 23:51
Edición impresa



En España el movimiento libertario
ha tenido sus singularidades
que difícilmente
encontramos en otros
países incluso de nuestro entorno.
La Confederación Nacional del
Trabajo (CNT) se constituyó después
de la Semana Trágica de
Barcelona en 1909, cuando los reservistas
catalanes se negaron a defender
los intereses particulares del
Conde de Romanones en el Rif,
mientras el Gobierno argumentaba
que la tragedia de Barcelona era
una revuelta del separatismo catalán.
Para corregir estas malas interpretaciones,
los obreros catalanes
agrupados en La Sociedad
Solidaridad Obrera decidieron crear
una organización a nivel estatal.
Un año más tarde nacía la CNT.
Diferentes concepciones
de la transformación social
El anarcosindicalismo de la CNT de
aquel entonces, gracias a los acuerdos
tomados en el Congreso de Sans
de 1918 y a la práctica cotidiana del
cooperativismo y la autogestión,
apostó por la construcción de una
‘Sociedad Paralela’.
En plena dictadura de Primo de
Rivera, cuando las cárceles están repletas
y con la llegada de una nueva
generación, el movimiento libertario
se fue radicalizando una vez más,
primero en las playas de Valencia
con la creación de la FAI, pero sobre
todo con la llegada de la República y
el empuje de las Juventudes Libertarias
que ya no estaban por la construcción
de una ‘Sociedad Paralela’
sino, como diría Juan García Oliver,
“por la Gimnasia Revolucionaria”,
por hacer la revolución.

En ese marco estalla el Alzamiento
Nacional diseñado por el general
Emilio Mola. El movimiento libertario,
dueño de las calles en Barcelona,
celebra a los dos días una asamblea
de sindicatos y militantes del
movimiento libertario, donde García
Oliver y algunos sindicatos como la
fed. local de Hospitalet propondrán
ir hacia el ‘Todo’ mientras que la mayoría
optará por colaborar con las
diferentes opciones políticas, constituyéndose
el Comité de Milicias.
Así, historiadores como Abel Paz
señalan que la Revolución española
duró mientras funcionó el Comité de
Milicias (hasta septiembre/octubre
de 1936), y otros, los historiadores
más generosos alargan este periodo
hasta “los hechos de mayo del ‘37”.
Después, la guerra, la desolación,
el exilio y la muerte. El miedo se instala
en la península y el tiempo diseca
las ideas: había que aniquilar el
conocimiento obrero nacido de los
ateneos, escuelas racionalistas y de
los sindicatos anarcosindicalistas.
Tan sólo unos pocos inconformistas
ponen su generosidad sobre
la mesa y continúan luchando por
dignidad (pero en ningún momento
por la democracia), como Raúl
Carballeira, Sabater, Facerias. En
definitiva, los Maquis.

Con la llegada de la Transición,
los miedos a la involución hacen
que los partidos pacten una Constitución
diseñada por el Franquismo,
el atado y bien atado de
Franco quedaba patente, el parche
sin duda quedaba mal cosido y ¡ya
se sabe!, ¡las cosas mal arregladas
terminan por romperse!
Los partidos políticos llamados de
izquierdas también estaban de
acuerdo en lo de que había que olvidar.
Así franquistas y partidos de izquierdas,
“demócratas todos”, tenían
claro que había que ocultar que existió
un movimiento obrero capaz de
organizarse, con el conocimiento salido
de los ateneos libertarios y obreros,
escuelas racionalistas y sindicatos
anarcosindicalistas, y capaz de
organizar una sociedad mucho más
igualitaria, sin los tejemanejes de
otras sociedades como la de la URSS.

Errores libertarios

En esas circunstancias y a pesar de
que en ciudades como Barcelona resurgió
con fuerza la CNT, uno de sus
primeros errores fue creer que en
1976 estábamos como en el ‘36.Nada
más lejos de la realidad, entre otras
cosas los ateneos se convirtieron en
correas de transmisión de los sindicatos
cenetistas olvidándose del papel
que debían haber adquirido, algo
así como “escuela de militantes”.
Pero pese a la falta de formación y
crítica libertaria, en una buena parte
de la juventud libertaria existió la
generosidad que unos pagaron con
la vida y otros con la cárcel. Luego
los grupos de presión con sus luchas
internas y, por descontado, hechos
como el Caso Scala echaron el resto.

A partir de ahí, el movimiento se
disgrega en varios sindicatos y grupos
y apenas tiene papel político en
la vida ciudadana, pero ha estado
presente en muchos comportamientos
personales de la vida cotidiana.
Con la llegada de una nueva generación
a finales de los ‘90 y con
el afianzamiento del movimiento
okupa y los movimientos antiglobalización
de claro signo autogestionario
en su mayoría, el movimiento
libertario ha dejado a un lado
los purismos del ‘36 y las luchas
internas del ‘76 para convertirse en
un movimiento donde sobre todo
prima la resistencia al capitalismo.
Actualmente el movimiento llena
cada vez más de contenido los
movimientos vecinales y sociales,
por ejemplo, denunciando a sectores
especulativos y distorsionadores.
Para echarle el freno al capitalismo,
hace falta que los movimientos
sociales sigan creciendo
y se interrelacionen.

Movimientos sociales

Hoy el movimiento libertario es el
más conservador de los movimientos
sociales, como diría el buen amigo
José María Nunes, pidiendo a gritos
“no más conurbaciones urbanas”,
o dicho de otra manera, “no más cemento”.
Y no es que esté en contra
de la evolución y la modernización,
sino que la entiende desde la equidad
y en el beneficio de todos.
Porque, entre otros, el conocimiento
y el trabajo acumulado de las anteriores
generaciones no puede ser patrimonio
de una clase privilegiada sino
Patrimonio Universal.
Mientras tanto, habrá que seguir
insistiendo, ya que ciudades como
Barcelona tienen un interesante
tejido social pero que apenas se interrelaciona,
y en contadas ocasiones,
muy a pesar de los constantes
intentos e iniciativas que caminan
en esa dirección, como por ejemplo,
hace algún tiempo, ‘El debate
libertario’ o, más recientemente,
‘Repensar Barcelona, Recuperar
la Ciudad’ y otras iniciativas que
desde luego no han faltado.

Estamos viviendo en un período
un tanto autista de la sociedad, y por
descontado el movimiento libertario
no está ausente de ese autismo puesto
que nuestra cotidianidad nos relaciona
con el Todos (como por otro
lado debe ser). Para corregir esa mala
interrelación del tejido social, inmerso
en la cotidianidad y salpicado
de los valores por los que apostó el
capitalismo, hace falta recuperar valores
del anarquismo como el principio
federativo, tanto de las personas
como de los colectivos, y la ética
y el apoyo mutuo.
No se trata más que de recuperar
conceptos que nos permitan
una mejor convivencia entre iguales
y el respeto por el entorno.

+A Agrandar texto
+A Disminuir texto
Licencia

comentarios

0

separador

Tienda El Salto