Fuera de Afganistán y del Índico

ESTITXU MARTÍNEZ DE GUEVARA. Colectivo Gasteizkoak

18/12/09 · 0:00
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ESTITXU MARTÍNEZ DE GUEVARA. Colectivo Gasteizkoak

Nos oponemos a la presencia de tropas en Afganistán porque creemos evidente que lo que ese país padece es una guerra y una ocupación militar disfrazada de ‘misión de paz humanitaria’. Pero del mismo modo nos oponemos a la presencia de cualquier tipo de fuerza armada en los atuneros vascos presentes en el Índico: igual de evidente nos parece que lo que la zona está sufriendo es un expolio de su riqueza pesquera, así como el uso de su costa como vertedero incontrolado, disfrazado de ‘legítimo negocio pesquero de nuestros abnegados armadores’. Ni a la OTAN ni al Gobierno español les importa un bledo la situación del pueblo afgano. Ni a los armadores ni a las empresas pesqueras les importa un comino la suerte de la población somalí; lo que verdaderamente les interesa es controlar una zona marítima de paso y arrebatar de sus caladeros la pesca. La ‘amenaza talibán’ se ha convertido en una excusa para justificar la presencia militar en Afganistán, tanto como el pirateo en el Índico para introducir la presencia armada en los pesqueros occidentales. Se trata de convertir a ‘los otros’ en ‘odiables enemigos’ contra los que actuar, esto es, su conversión en ‘terroristas’. Pero, ¿qué piensan las poblaciones afgana y somalí de quienes en nombre de la ‘democracia occidental’ les saquean caladeros, bombardean territorios y aterrorizan con el uso de la fuerza armada. Encontramos mucha similitud entre las corporaciones militares privadas que obtienen contratos multimillonarios en Afganistán y las empresas de seguridad privada que se lucran a bordo de los buques que están en el Índico. Tan hipócrita resulta la actitud de los gobiernos que deslegitimaron las elecciones afganas y después han negociado con el Gobierno resultante, como la de las instituciones españolas que tras descalificar e implicar al Gobierno somalí en la organización del ‘pirateo’, han negociado con él la solución a la crisis. En ambos casos es evidente que subyacen nauseabundos intereses políticoeconómicos, confesables o no. Que nadie se agarre a que los barcos en el Índico estaban en aguas internacionales, porque ni los datos apuntan a eso, ni conocemos ningún órgano o institución internacional donde Somalia haya podido acordar en igualdad de condiciones dónde empiezan o terminan esas ‘aguas internacionales’. Subleva que se sugiera que este caso es distinto porque se trata de barcos y armadores vascos, porque precisamente esa implicación tan cercana –al igual que nos sucede cuando el armamento que se utiliza en guerras lejanas es ‘made in Euskadi’– hace más necesario si cabe que denunciemos la realidad que un trasnochado sentimentalismo patriotero trata de ocultar. Que se abran espacios para el debate público desde donde interpelar a la clase política vasca por cerrar filas, casi unánimemente, a la petición de presencia armada –pública o privada, en definitiva es lo mismo– en los pesqueros vascos. ¡Cómo se les ve el plumero a quienes habitualmente reniegan del ejército español y ahora recurren a él! Y a quienes ensalzan a la Audiencia Nacional, y ahora les reprochan su exceso de celo y la extralimitación de competencias, llegando a pedir que incumplan sus propias leyes. Lanzamos una propuesta: una Plataforma vasca para denunciar las situaciones señaladas en Afganistán y el Índico, que exija la retirada de todas las tropas y fuerzas de seguridad españolas y de la OTAN y que reclame que, si hay algún tipo de intervención esta sea para apoyar, sin contrapartidas, los procesos de reconstrucción civil que las propias poblaciones de esos países consideren oportunos.

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