Frente al golpe de estado del mercado

Pese a las oleadas de movilizaciones en Europa y el relativo
éxito de la huelga general del 29 de septiembre en la
península, no se vislumbran cambios reales en las políticas
económicas, ni del Gobierno español, ni de la Unión
Europea. Abrimos una hebra de reflexión, desde abajo,
sobre qué hacer con esos descontentos exhibidos.

28/01/11 · 8:00
 
 
Toma del poder político por un grupo minoritario, generalmente vinculado a un sector o la totalidad de las fuerzas armadas, al margen de la vinculación con las masas (golpismo). Se suele producir en tiempos de crisis económica y de indecisión y desorganización del régimen político anterior”. Es la definición de ‘golpe de Estado’, tomada del diccionario. Amplíen poder político a económico, sustituyan fuerzas armadas por fuerzas mercantiles y transmuten golpismo por ataques financieros y –voilá!– radiografía sencilla –que no simplista– de los recortes sociales venidos y los que vendrán. 30 años después del 23F, el búnker ya no es la Acorzada Brunete de Milans y Armada; sino el BSCH de Botín. Y todos al suelo de nuevo.

Doctrina del shock, diría Naomi Klein: conseguir mediante métodos excepcionales lo que es imposible fraguar por métodos democráticos. Vía propaganda para modificar estados de opinión, tosco destino fatalista, hacia la “inevitabilidad de las reformas”. Para los que dudan, la clásica función policial de cualquier doctrina liberal. Galeano escribía en su Diccionario del Nuevo Orden Mundial: “Riqueza: según los ricos, no produce la felicidad. Según los pobres, produce algo bastante parecido. Pero las estadísticas indican que los ricos son ricos porque son pocos, y las fuerzas armadas y la policía se ocupan de aclarar cualquier posible confusión”. Además, según las estadísticas oficiales, el golpismo es de fraude y estafa. ¿Inevitable 50.000 millones en el tijeretazo social? Ejercicio 2009: 15.000 millones en beneficios bancarios; las empresas del IBEX-35 con 44.000 en ganancias netas; fraude fiscal de 100.000 millones; 60.000 en el rescate a la banca; 32.000 en dividendos bursátiles; 50.000 en gastos militares. Golpismo de timo y tongo: que su crisis –mientras no han dejado nunca de ganar– sea una burda transferencia de rentas de abajo arriba. Estafa: Estado de bienestar invertido. Y todos los recursos a la banca, al tocomocho del tocho y a otras lindezas especulativas.

Recurrir a la metáfora arriesgada del golpismo neoliberal que nos atenaza es simbólicamente útil, aparte de políticamente real: algunos –pocos–, sustrayéndose a toda soberanía popular, han decidido el futuro inmediato de la mayoría social. Todo se comprende mejor –la dimensión de los ataques y la magnitud de los retos– si afirmamos que mediante un golpe de Estado. Putsch de la autoridad económica, en una economía intervenida por la bonapartista Angela Merkel y el eje franco-alemán. El problema, claro está, de sostener que se trata de puro golpismo para echar al vertedero de la historia un raquítico Estado del Bienestar es que la lógica –en franco desuso– advierte que se requeriría de una respuesta social mínimamente proporcional. Y claro, ¿quién le pone el cascabel al gato? ¿Y, sobre todo, cómo? ¿cuál es nuestra alternativa? ¿cómo articular la cartografía de las resistencias? ¿Quién depone a los mercados financieros y destituye a la nueva acumulación por desposesión masiva?

Desde las aportaciones de las diferentes corrientes de las economías críticas –marxista, altermundista, libertaria, feminista, ecologista, solidaria o decrecentista– cabría condensar, a propósito del rol de los movimientos sociales, una primera conclusión citando a Einstein: “Lo más absurdo es hacer siempre lo mismo y esperar resultados diferentes”. A colación la cita para visualizar el granito de arena que aporta –hoy, ahora y aquí– la economía social, cooperativa y solidaria. Prácticas y dinámicas que fraguan ya una economía postcapitalista, asumiendo, como premisa, que es complicado transformar el sistema si cada día lo legitimamos y reproducimos con infinidad de gestos y prácticas cotidianas. Cotidianidades tan interiorizadas que pasan desapercibidas pero que son la espina dorsal que posibilita que el tinglado aguante: sin nosotros no son nada.

Por eso, invocando el arte de la autodefensa colectiva y conceptualizando la economía como un campo de batalla donde se disputan modelos socioeconómicos antagónicos, la Xarxa d’Economia Solidaria de Catalunya –integrada por 60 cooperativas y entidades– editó con previsión para el mismo 29 de septiembre un particular Decálogo para el día después de la huelga general contra el peor recorte social de la democracia. Repartido a pie de calle, dos interrogaciones históricas encabezaban cada reverso. Por una parte Agustín de Hipona: “¿Si de los gobiernos quitamos la justicia, qué queda sino un grupo de piratas a gran escala?”. Por la otra Étienne de la Boétie en su Discurso sobre la servitud voluntaria del lejano 1553: “¿Si un tirano es un solo hombre y los súbditos son muchos, por qué aceptan ellos su propia esclavitud?”

Era una guía práctica que llamaba a empezar a desengancharse del capitalismo. Desde la perspectiva de que el aporte más revolucionario y más necesario es abrir puertas, construir salidas y aportar alternativas. Y que lo más urgente, hoy, es pensar en el día después: empezar a construir escenarios sólidos y solidarios y embriones de una democracia económica, equitativa y sostenible. No se trata de salir de la crisis para seguir aferrados al capitalismo, sino empezar a salir del capitalismo que provoca tantas crisis. Y empezando, imprescindible coherencia, por nosotras mismas. Deconstruyendo la lógica mercantilista en sus propias narices. Y en las nuestras también. Ante la lacerante contradicción –bipolaridad, liquidez o patente de corso inmovilista– de soportar cada día que los de abajo paguemos los platos rotos.

El decálogo, que no olvidaba la lucha en defensa de lo público y la cobertura universal de los derechos básicos a la salud, a la jubilación, a la educación, a la cultura, contenía medidas cautelares y concretas. Con ejemplos reales, plausibles y posibles: apuesta por el cooperativismo, recuperación de empresas, finanzas y seguros éticos, consumo responsable, consumo compartido, freno al endeudamiento familiar, prácticas comunitarias de apoyo mutuo, cultura libre, socialización de los cuidados, etc.

En una lógica gramsciana de autodeterminación social y reconstrucción de la solidaridad, bien acompañada de una práctica desobediente –ni un desahucio sin protesta que lo impida, digámoslo así– que revierta los efectos de la crisis en cada barrio. Desde un llamamiento social para que las estructuras que juzgamos injustas no se sostengan ni en nuestro nombre, ni con nuestro dinero y actitudes. Agregación y multiplicación de gestos cotidianos y solidarios, de prácticas alternativas, que desecan las fuentes cotidianas del capitalismo. Sabotaje diario a los que hacen negocio con nuestras vidas. Es una respuesta más a la crisis. Pero práctica, efectiva, fértil y real, para revertir el golpismo. Y podernos levantar del suelo. Que ya han pasado 30 años.

DEBATES EN NÚMEROS ANTERIORES: Y TRAS LA HUELGA GENERAL, ¿QUÉ HACEMOS? :
- [El encanto de estar en el fondo del pozo->http://www.diagonalperiodico.net/El-encanto-de-estar-en-el-fondo.html]
_ Por A. Iglesias, A. Fernández de la Rota, J. Á. Brandariz, M. Vázquez, X. Ferreiro, Activistas. Universidade Invisibel (A Coruña)

- [Asumir el marco continental->13224]
_ Por Antón Gómez Reino Varela "Tone", activista de A coruña

- [Desorientación y crisis->13121]
_ Por P. Carmona, C. Mayer, R. Sánchez Y E. Rodríguez / Activistas

- [Reflexiones después de una huelga->13014]
_ Por [cualestuhuelga.net->cualestuhuelga.net]

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