En las jornadas feministas de diciembre de 2009, en Granada, se evidenció la
riqueza de debates y retos en los feminismos independientes del Estado español.
Identidades y cuerpos políticos, articulación de las luchas, acción ante la crisis
de los cuidados. Abrimos una propuesta de cartografía y de espacio de reflexión,
abordando la diversidad, para crear herramientas de construcción de lo común.
Tengo la suerte de conocer a mujeres que son libres porque su referente está en el mundo femenino, no en el masculino. De ellas he aprendido que ser feminista tiene que ver con esa libertad y con estar contenta de ser mujer, algo que es grande y no una desgracia.
Nacer en un cuerpo femenino es un orgullo, no te falta nada para vivir a gusto, crear y relacionarte. El problema no es tu cuerpo, sino las formas de violencia masculina que lo convierten en campo de batalla, para que se amolde a lo que no desea y no le conviene o para que copie lo que hacen bastantes hombres con sus cuerpos: menospreciar y malgastar el don de la vida.
El cuerpo de mujer tiene la capacidad de ser dos, sin que esto determine nada respecto a ser o no madre ni respecto a ninguna otra cosa. Se trata de que cada una pueda elegir e interpretar libremente su ser mujer, sin plegarse a imposiciones, sin tener que afirmarse en luchas, ni instalarse en la queja o la victimización y sin entrar en guerras que no hemos declarado y no nos interesan.
El feminismo no es tratar de ser iguales que los hombres, sabiendo que muchos llevan vidas muy violentas y bastante miserables que no merecen ser copiadas. Tampoco es igualarnos a ellos en lo que no queremos, ya sean leyes, formas de hacer política y de manejar la economía o formas de hablar y de entender el amor y la sexualidad que nos resultan ajenas y dañinas. Para mí, cada mujer que mantiene viva la esperanza de traer al mundo algo nuevo que acabe con tanta violencia masculina como tenemos y se compromete para conseguirlo, es una feminista.
Si su mirada y su compromiso son auténticos, no dejará de buscar para orientarse con otras en las prácticas políticas, de vida y de pensamiento que acrecientan su libertad y la de otras mujeres. Sus referentes puede hallarlos entre amigas y compañeras de trabajo, entre escritoras, sabias y artistas del pasado y del presente o entre mujeres de su familia. El mundo está lleno de mujeres y muchas son feministas. Son las que sostienen lo vivo y las que guardan hilos de sensatez en medio de tanta destrucción de cuerpos, de vidas, de relaciones, de pensamiento, de paz, de sentido y de naturaleza.
El horizonte del feminismo es un horizonte de libertad, disponible para mujeres y para hombres. No copia lo masculino estereotipado ni se mide con ello. Por eso, los hombres desmarcados de la virilidad impuesta, también pueden interpretar libremente su diferencia sexual y encontrar formas de vida y relación entre ellos, con las mujeres, con las niñas y niños, y con el planeta que no son violentas.
El no feminismo
Pero, al lado de quienes reconocen el valor del feminismo en sus propias vidas y lo apoyan, hay quienes lo utilizan para intereses contrarios a la libertad y la felicidad de las mujeres. Hoy, el feminismo manipula y se utiliza en algunos casos como pantalla o bandera que haga presentables ambiciones de poder y de dinero personales o partidistas y también se usa como reclamo por parte de quienes dicen representar a las mujeres.
Así lo hacen algunas mujeres que han elegido hacer política en el marco de los partidos diciendo representarlas a todas, cuando solo representan a su partido y obedecen a su disciplina e interés, que no suele coincidir con el de las mujeres. En realidad, el ser mujer no es representable mediante votos.
Esta utilización se ve también en las leyes, por ejemplo, en la legislación sobre el aborto se sigue sin dar prioridad a la libertad femenina como criterio fundamental para decidir sobre la propia maternidad, una decisión que corresponde a cada mujer, no a médicos, jueces, curas o parejas que siguen sin cuestionar los modelos de sexualidad machistas que violentan a las mujeres. Al lado, las clínicas privadas para abortar son un negocio millonario, que se lava la cara con declaraciones victimistas de portavoces que se dicen feministas y progresistas, pero no contribuyen a cambiar lo que los beneficia.
Algo parecido ocurre con las multinacionales farmacéuticas en colaboración con ciertas ONG que también se dicen feministas, quienes en nombre de una pretendida libertad de las mujeres consistente en su disponibilidad a la sexualidad fálica, hacen grandes negocios a costa de su salud. Promueven el uso de anticonceptivos mintiendo sobre sus efectos y manteniendo el coitocentrismo, que provoca embarazos no deseados, más abortos y más negocio con los cuerpos de las mujeres.
Otro ejemplo actual es el empeño en que las mujeres se incorporen al ejército y a la guerra en nombre del feminismo, que siempre ha sostenido la paz. Es una contradicción insuperable que las mujeres, creadoras de vida, se dediquen profesionalmente a destruirla y que cuando alcanzan puestos de poder en las estructuras militares, se las muestre como capaces de ejercer tanta violencia como sus compañeros. No es feminismo vender esta contradicción como si fuera un triunfo del feminismo, que siempre se ha declarado no violento y ha actuado sin derramar sangre, utilizando sólo la palabra para sostener las relaciones y la vida. Ingresar en los ejércitos no es una conquista de las mujeres, es una pérdida de sentido para toda la sociedad.
El último ejemplo de lo que, en mi opinión, no es feminismo tiene que ver con la prostitución, con la esclavitud sexual de las mujeres mantenida con la complicidad y el lucro de los más variados poderes: iglesias, gobiernos, ejércitos, fuerzas policiales, leyes, administración de justicia, medios de comunicación, empresas del ramo, traficantes de mujeres, padres de familia, etc.
Negocio más rentable
Seguramente con participación en beneficios de los proxenetas, agrupados legalmente en asociaciones de empresarios de alterne, hay quienes, presentándose también como feministas, se unen a ellos para difundir la idea de que ser prostituida es hacer un trabajo como cualquier otro y abogan por que la prostitución sea regulada para que sea un negocio más cómodo y rentable. El feminismo ha cuestionado siempre, y sigue haciéndolo, la sexualidad masculina fálica, porque genera grandes daños y graves problema a las mujeres, violentándolas cada segundo y de múltiples maneras en el mundo entero.
El horizonte del feminismo ha sido y sigue siendo hoy la libertad femenina, cuya condición imprescindible es que no se violen más los cuerpos de las mujeres, que nadie se lucre de ellos y que no se hable en nuestro nombre con la excusa de defendernos. Somos nosotras quienes tenemos que decir lo que queremos. Lo llevamos diciendo desde siempre. Sólo es necesaria una escucha honesta, sin mezclarla con otros intereses que nos son ajenos. Así se distingue enseguida lo que es feminismo de lo que no lo es y que vale en el feminismo y lo que no.
artículos relacionados a este debate:
- [Transfeminismo: ¿sujetos o vida en común?->11484]
_ Por Ana Mañeru Méndez / Poeta
- [De 'género' caníbal->11354]
_ Por Victoria López Barahona / Historiadora social y activista feminista
- [Resistencias femenistas->11209]
_ Por Justa Montero, activista de la Asamblea Femenista de Madrid
- [Desafíos y oportunidades en los feminismos->http://diagonalperiodico.net/Desafios-y-oportunidades-en-los.html]
_ Por Montse Otero Vidal y Betlem C. Bel / Comi de Ca la Dona
comentarios
0