Euskal Herria: señas de identidad

Podemos decir ya con claridad
que Euskal Herria vive
una nueva etapa de su devenir
político. Incluso en el
improbable caso de que ETA –o una
parte de ella– trate de continuar su
actividad, la percepción general es
que el tiempo de la lucha armada ha
pasado de forma definitiva.

18/11/10 · 8:00

Podemos decir ya con claridad
que Euskal Herria vive
una nueva etapa de su devenir
político. Incluso en el
improbable caso de que ETA –o una
parte de ella– trate de continuar su
actividad, la percepción general es
que el tiempo de la lucha armada ha
pasado de forma definitiva.

Desde luego, los rescoldos de la
antigua fase están aún lejos de apagarse
y puede que todavía se reaviven
pequeños incendios aquí o allá,
pero cada vez es más evidente que
todos los agentes tratan de adaptarse
a la nueva situación.

Los grandes partidos estatales y,
en cierta forma, también el PNV,
aspiran a que el fin de ETA acabe
asimismo –o por lo menos se debilite
de forma notable– con las aspiraciones
políticas de la ‘izquierda
soberanista’. Según parece, algunos
prefieren una ETA en activo y
bajo mínimos, con tal de no abrir
el campo de juego a la izquierda
abertzale.

Desde el campo de los soberanistas
de izquierda, los objetivos->] de la
nueva fase tratarían de cumplimentar
–por vías democráticas– la
aspiración hacia la soberanía de la
mayoría social vasca y de dar respuesta
–de izquierda– a la crisis
económica y social.

Los vascos del sur hemos asistido,
con una mezcla de envidia y expectación,
a las grandes manifestaciones de
protesta que nuestros vecinos del norte
llevaban a cabo contra los recortes sociales
en Francia. ELA, el sindicato
mayoritario en el sur de Euskal
Herria, llegó a declarar que eran un
ejemplo a seguir. Pero parece evidente
que mientras sigamos sujetos
a la legislación laboral española,
ése será el campo de juego para
los trabajadores vascos del sur. Un
campo que no convence en absoluto
a la mayoría sindical vasca.

Desde el punto de vista de los trabajadores,
la soberanía sólo tendrá
sentido si sirve para articular nuevas
reglas
–más favorable a sus intereses–
en las relaciones laborales
y en las políticas fiscales. Es decir,
avanzar en el reparto del trabajo y
la riqueza. Cierto que esas cuestiones
desbordan cada vez más los
límites de los Estados, pero de momento
son ellos quienes definen las
escasas reglas que limitan el dominio
de los poderes económicos.

Declinar del Estado

Es verdad también que la soberanía
estatal está cada vez más limitada
por instancias supranacionales,
como la propia UE, pero no es
menos cierto que precisamente
esa menor importancia del
Estado-Nación
hace que la aparición
de nuevos Estados en el seno
de la UE sea más fácil y menos
dramática. Aun así, es preciso reconocer
que el tabú de la patria
indivisible en países como España
y Francia dificulta esas nuevas realidades
estatales; algo que no sucede
en la misma medida en países
como el Reino Unido, Bélgica,
o Dinamarca.

Desde un punto de vista electoral,
en el País Vasco del sur la pregunta
es si los distintos partidos políticos
de ‘izquierda soberanista’ serán capaces
de dejar a un lado sus divisiones
y pretensiones hegemónicas
para presentar algún tipo de coalición
en 2011
. Más allá de esa posibilidad
–que desde luego podría tener
unos resultados espectaculares
en la Comunidad Autónoma Vasca
y en Navarra– la cuestión estriba en
saber si esa unidad se quedará sólo
en un pacto electoral o puede significar
el inicio del camino hacia la
creación de un movimiento social
amplio, que consiga avanzar hacia
los grandes objetivos de los que hablábamos
al principio de este artículo.
Objetivos que –utilizando la terminología
de la antigua etapa– se
podrían definir como de liberación
social y nacional. Una ecuación, por
cierto, en la que el orden de los factores
sí altera el producto.

Tags relacionados: ETA Conflicto vasco Lucha armada
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