En las Jornadas Feministas de diciembre de 2009, en Granada, se evidenció la
riqueza de debates y retos en los feminismos independientes del Estado español.
Identidades y cuerpos políticos, articulación de las luchas, acción ante la crisis
de los cuidados… Inauguramos una cartografía y un espacio de reflexión sobre
estos temas, abordando el relevo intergeneracional en el movimiento feminista.
Queremos compartir algunos de los desafíos que se están planteando en el MF (movimiento feminista) a partir de las relaciones políticas entre mujeres de distintas generaciones, orígenes y estilos que aportan, sin ninguna duda, un enriquecimiento y un plus de energía para todas, pero al mismo tiempo, requieren una gestión cuidadosa y atenta.
Las Jornadas Feministas Estatales celebradas con mucho éxito el pasado diciembre en Granada han mostrado, una vez más, la diversidad de Feminismos y que las diferencias entre las mujeres se han ampliado o, quizás, visibilizado. Diversidades determinadas, especialmente, por las mujeres muy jóvenes que están ensanchando el espectro generacional, por los nuevos enfoques y también por debates calientes y enfrentados, como el de la prostitución/trabajo sexual que provoca posicionamientos viscerales.
Algunas mujeres pensamos que el conflicto intergeneracional es una artimaña ideada por el patriarcado para enemistar a las mujeres entre ellas e impedir las alianzas y la solidaridad entre todas. Pero también es cierto que quizás son las ‘abuelas’, es decir, las que tienen más antigüedad en el MF y por lo tanto más voz, más visibilidad y más poder, en general, las más proclives a situarse en la negación del conflicto.
Ahora que la realidad intergeneracional es tan presente, es importante reflexionar sobre la posición de cada cual y evitar actitudes que puedan ensombrecer la ilusión y la fuerza de trabajar conjuntamente. Cabe destacar, al mismo tiempo, algo que puede ser significativo: las voces discordantes de las transfeministas han sido acogidas con un reconocimiento excepcional, puesto que no es lo más frecuente que las voces muy jóvenes sean tan fácilmente escuchadas y autorizadas. Quizás deberíamos preguntarnos si las razones están en el momento político, el aprendizaje previo del movimiento feminista o la forma cómo se han manifestado. Las jóvenes están utilizando formas y lenguajes que se corresponden con los retos del momento histórico presente, con la energía de la edad y con el saber adquirido gracias a unas oportunidades académicas y de formación en estudios de género y de políticas de igualdad que proliferan en muchas universidades y que han sabido aprovechar.
Las ‘abuelas’ deberíamos dejar el espacio político necesario para que puedan expresarse y actuar con sus ideas y sus modos propios. La casa de los feminismos no es la casa de unas a la que otras se incorporan, sino la casa abierta de todas las que estamos. Se deberían evitar expresiones del tipo “las mujeres jóvenes se incorporan, vienen o se acercan” porque ellas están donde están porque han llegado ahora. Igualmente, dejar de pensar que “eso nosotras ya lo discutimos” o “eso hace 20 años que ya lo dijimos”.
La experiencia de haber vivido más años debe revertir en una aportación que sume conocimiento y saber relacional con la mirada renovada que aporta cada ser que se asoma al mundo y actúa en el espacio político, como decía Hannah Arendt, desde su realidad existencial.
Las mujeres jóvenes podemos aceptar escuchar, querer aprender de la experiencia de otras mujeres. Pero hacerlo desde el intercambio y la empatía no siempre es fácil. Porque también queremos que se escuche y acepte nuestras visiones de las cosas, por inexpertas que sean –si es que lo son–, porque en todo caso, son. Son lo que sentimos, son lo que hacemos, lo que deseamos en este momento, que es el presente, y por tanto, nuestro reto.
Abrirse un camino propio, ocupar un espacio político, entre las experiencias y las sabidurías ajenas, autorizadas y reconocidas, de las mayores no es sencillo. Hace falta mucho convencimiento y energía para conseguirlo sin renunciar en el intento. O bien, pertenecer a espacios de mujeres jóvenes, y relacionarte con las mayores desde ahí. Entonces las mujeres jóvenes somos escuchadas, desde ese espacio de otredad. En cierta manera, esto ha sucedido en Granada: las muy jóvenes, con cantidad y con calidad, han llenado espacios y se han hecho escuchar. Quizás puedan surgir de ahí espacios de activismo intergeneracional.
Además, se están redefiniendo los conceptos de mujer, de sexo y de género y formulando nuevas estrategias de rebeldía a los estereotipos de género y de insumisión a los roles establecidos. Hace tiempo que los feminismos han denunciado que el sistema patriarcal ha pretendido universalizar un determinado género, una raza, una clase social, unas creencias y una opción sexual, todo ello mientras desautorizaba, ninguneaba y silenciaba todas las otras realidades, las otras representaciones simbólicas y las otras opciones sexuales. Gracias a las aportaciones del feminismo se han podido expresar otras voces, otras miradas que trabajan para construir un mundo que no sea ‘uno’ sino ‘otro’, un mundo lleno de la diversidad de miradas, de realidades y de sentires que ya existen.
Ha denunciado, también, cuán arbitraria y opresiva es la estructura dicotómica y binaria sobre la que se sustenta todo el sistema patriarcal. De entre todas las dicotomías, destaca la del sistema de sexo- género que define dos únicas clases de seres humanos: los hombres y las mujeres. Dos categorías humanas que se plantean como polares, eres lo uno o lo otro, sin intermedios posibles; y jerárquicas, una de ellas es más valiosa que la otra, generando, como consecuencia, la desigualdad y las opresiones.
Por lo tanto, si tenemos en cuenta que repensar, deconstruir, hacer o deshacer las identidades ha sido y es central en el feminismo, ya sea desde la diferencia, la igualdad, el post, el queer, lo trans, o lo que sea, no podemos obviar que uno de los desafíos actuales del feminismo es pensar la corporeidad en toda su complejidad. El cuerpo es la intersección entre lo físico, lo simbólico y lo social y la categoría ‘mujer’ ya no remite a una única realidad, sino a una multitud de expresiones y narrativas.
Sin embargo, esto no significa que las mujeres dejemos de ser las protagonistas del feminismo ni de luchar para abolir las discriminaciones. Se trata de articular la necesidad de mantener el marco de referencia de la diferencia sexual, en tanto que significa algo que todas, todos y todixs sabemos y comprendemos, con la lucha y los deseos del transfeminismo y de otros colectivos que también quieren abolir el sistema heteronormativo.
La diversidad de sexos-géneros humanos abre nuevas perspectivas para establecer políticas de alianza con personas intersexuales, transexuales o transgénero que, como nosotras, luchan contra los pilares básicos del patriarcado. Mientras haya opresión y violencia contra las mujeres hemos de continuar creando redes de relación y de interconexión, sumando diversidades y evitando divisiones o exclusiones. Constituye otro desafío de qué manera hacerlo para articular las relaciones y contaminarnos unas a otras y todixs en conjunto.
*Comi de Ca la Dona es un espacio de relaciones y prácticas políticas entre mujeres, nacido en 1988 en Catalunya.
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