Represión en Zaragoza

Se aproxima la Expo. Las Fuerzas de
Seguridad del Estado afinan sus dispositivos
para que no haya errores. Altos dirigentes
mundiales visitarán nuestra ciudad
y hay que prevenir posibles
atentados terroristas. Cientos de nuevos
policías se han destinado a nuestra área
metropolitana. Deben aprender cómo
hacer controles y registros para proteger
el orden público. ¿Qué modelo de urbe
se pretende enseñar al mundo? ¿Cómo
se pretende que sea Zaragoza frente a las
cámaras? A uno, como zaragozano, le

Alfonso de la Figuera (presi disidente de la SECA)
05/03/08 · 20:25
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Se aproxima la Expo. Las Fuerzas de
Seguridad del Estado afinan sus dispositivos
para que no haya errores. Altos dirigentes
mundiales visitarán nuestra ciudad
y hay que prevenir posibles
atentados terroristas. Cientos de nuevos
policías se han destinado a nuestra área
metropolitana. Deben aprender cómo
hacer controles y registros para proteger
el orden público. ¿Qué modelo de urbe
se pretende enseñar al mundo? ¿Cómo
se pretende que sea Zaragoza frente a las
cámaras? A uno, como zaragozano, le
gustaría que nuestra ciudad fuera un
ejemplo de sostenibilidad, de tolerancia,
de convivencia. Las Cortes de Aragón tienen
su sede en el Palacio de la Aljafería,
joya del arte aragonés y muestra de la
interculturalidad que debería presidir
nuestras relaciones sociales. En este
palacio se encontraron restos arqueológicos
que demuestran el consumo de cannabis
en el siglo XI en nuestra comunidad.

Por contra, lo que más parece
importar es mostrar una ciudad limpia,
inmaculada cual virgen vestal, donde no
haya margen para la disidencia pública,
ni rincón de libertad al margen de lo establecido.
Padecemos unas leyes que persiguen
el consumo de cannabis. En Cataluña,
hace tres años, se puso en marcha
un programa piloto para la dispensa de
cannabis a enfermos que debería haber
sido extendido posteriormente al resto del
Estado. No ha sido así. En el resto del
Estado, los enfermos siguen padeciendo,
además de las propias dolencias de su
enfermedad, la persecución de las Fuerzas
del Estado. Lamentable Estado.
Y, siguiendo las órdenes de sus superiores,
la policía insiste en impedir el consumo
de cannabis en bares y pubs donde
se lleva años consumiendo, incluso antes
de la Ley 1/92 de Seguridad Ciudadana
(ley Corcuera). Teóricamente, es para
reducir el consumo de drogas. En la práctica,
no sirve para eso: sólo es un arma
para amedrentar a los jóvenes y recaudar
dinero para las arcas del Estado.
Cuando se aprobó la ley citada, el ministro
Corcuera dijo que no era represiva en
sí, que dependía del talante con que
fuera aplicada. Aquel año 1993, se impusieron
25.000 multas. Desde entonces,
gobierno tras gobierno, se ha ido incrementando
su aplicación, hasta llegar a
las 300.000 en el año pasado. ¿Es ése
el talante del señor Zapatero?
Mientras lees esto, una patrulla de policía
secreta está identificando y registrando
a un grupo de jóvenes para sacarles
la mínima china e imponerles la correspondiente
multa. Entre tanto, un maltratador
golpea a su pareja. Un violador
recorre el barrio. Un ladrón de guante
blanco esquilma a los ingenuos. Un
corrupto distribuye cocaína por kilos.
¡Me pido cárcel!

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