No puedo estar más de acuerdo con
la autora del artículo “No al reformismo”,
en el que defendía la “ilegalidad”
de la prostitución, además de poner a
los lectores al corriente de su rica vida
sexual (DIAGONAL nº8). Creo que es
algo tímida en sus propuestas. La
prostitución es algo tan evanescente,
tan esquivo, son tantas las cabezas de
esta bestia, que convendría prohibir
cualquier tipo de relación sexual que
no esté motivada por el más puro y
noble desinterés.
Por lo pronto avanzaría la idea de
No puedo estar más de acuerdo con
la autora del artículo “No al reformismo”,
en el que defendía la “ilegalidad”
de la prostitución, además de poner a
los lectores al corriente de su rica vida
sexual (DIAGONAL nº8). Creo que es
algo tímida en sus propuestas. La
prostitución es algo tan evanescente,
tan esquivo, son tantas las cabezas de
esta bestia, que convendría prohibir
cualquier tipo de relación sexual que
no esté motivada por el más puro y
noble desinterés.
Por lo pronto avanzaría la idea de
crear un cuerpo de policía moral que
patrullara los hoteles y los domicilios
para comprobar que no se están produciendo
intercambios sexuales ilícitos.
Aun así estaríamos siendo demasiado
permisivos. ¿Qué decir de esa
monstruosa maquinaria que es la
industria del cine X? ¿Hasta cuando
tendremos que soportar la visión de
esas mujeres que venden su cuerpo
ante una cámara? Abogo también por
la prohibición de la prostitución cinematográfica.
Propondría una incineración
pública de películas X como
catarsis colectiva.
De hecho, lo prudente sería que las
películas y los anuncios exhibieran
exclusivamente el alma de las mujeres.
Una mujer visible es una mujer
objetivable, y una mujer objetivable es
una mujer objeto. Va a ser una larga
guerra, pero yo la animo a proseguir
en su empeño revolucionario. No a la
degeneración de género en general.
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