Arte y tradición cruel

Los que defienden el toreo argumentando
que es un arte se olvidan de que, por
ejemplo, el Otello de Shakespeare es una
auténtica obra de arte literaria y ello no
justifica que el actor o cantante principal
de la función pueda matar realmente a la
infortunada Desdémona. Si fuese así, el
actor sería además un asesino. De la
misma forma, si en la ópera Carmen de
Bizet se maltratase realmente a un animal
o a la protagonista del inmortal Merimée,
los responsables de la producción
cometerían un acto perverso, además de

Antonio García-Palao
03/04/08 · 0:00
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Los que defienden el toreo argumentando
que es un arte se olvidan de que, por
ejemplo, el Otello de Shakespeare es una
auténtica obra de arte literaria y ello no
justifica que el actor o cantante principal
de la función pueda matar realmente a la
infortunada Desdémona. Si fuese así, el
actor sería además un asesino. De la
misma forma, si en la ópera Carmen de
Bizet se maltratase realmente a un animal
o a la protagonista del inmortal Merimée,
los responsables de la producción
cometerían un acto perverso, además de
un delito. Tampoco el séptimo arte tiene
licencia para rodar sus obras cinematográficas
con violencia real. Todo ha de ser
una inofensiva representación, sin perjuicio,
además, de que esta ficción pueda
ser incluso reprobada por su excesivo realismo.
Si en nombre de la tradición los
cristianos alanceasen realmente todos los
años en Villajoyosa o Alcoy a decenas de
moros para celebrar la conmemoración
de la reconquista de la Península Ibérica,
España sería considerada un lugar habitado
por asesinos. Si basándonos en la tradición
asiria, persa o romana el derecho
penal contemplase aún la crucifixión de
personas, nuestra civilización hubiera
sucumbido también hace mucho tiempo
a causa de tanta barbarie. Afortunadamente
fue abolida en el siglo IV por Constantino.
Si tampoco hoy es aceptable
crear, mediante el cruce de razas, perros
o gallos de pelea caracterizados por su
fiereza, por qué no nos parece perverso
crear toros bravos para la lidia. Y si es
una raza genuina, por qué se aduce torpemente
que el toro nació para morir en
la plaza. Un rottweiller o un pit bull no
nacen para morir en peleas. Si basándonos
en el respeto a la libertad individual o
de un grupo se otorgase inmunidad de
acción, las mafias, la delincuencia y la
impunidad camparían también a sus
anchas. La equidistancia entre antitaurinos
y taurinos aduciendo respeto por
ambas partes es tan impropio de la razón, la ética y el derecho como lo es no
interponerse entre víctimas y opresores o
entre animales inocentes y la tradición
cruel.

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