Los últimos terremotos en uno de los partidos que encarna la institución política pueden sepultar el análisis de las recientes elecciones autonómicas. Aportamos una reflexión sobre la campaña y los resultados de las mismas en el Pais Vasco.

inforelacionada
“Arnaldo Schwarzenegger será Gobernador”, reza la pancarta del grupo punk Lehendakaris Muertos.¡Sorpresas! EH Bildu ficha a la presentadora Jasone Agirre y Elkarrekin Podemos lanza una andanada a la línea de flotación de la Izquierda Abertzale con la candidata Pili Zabala.
Las apuestas sobre la inhabilitación de Otegi centran la precampaña y en contra de toda jurisprudencia el TC lo expulsa del teatro. Pero uno no es sólo uno, suma tres. Miren Larrion se presenta como el cerebro del desalojo de los populares del Ayuntamiento de Gasteiz, en línea con la apuesta de concentración de centro izquierda. La periodista Maddalen Iriarte refuerza la imagen. El objetivo, un sector compacto de la clase media, el funcionariado euskaldun, progresista y en su mayor parte mujer.
Ni una descalificación a la casta y hasta los presuntos casos de corrupción jeltzale se esfuman
La lógica social de Otegi pasa por evaluar el coste que supone permanecer en el Estado y adquiere forma como “Denon herria”. Un programa que pivota sobre tres ejes: las garantías sociales, dar la palabra a la ciudadanía y la convivencia.
Por lo demás ni una descalificación a la casta y hasta los presuntos casos de corrupción jeltzale se esfuman. Sólo un importante punto de inflexión, el trasvase en masa de la opinión sobre el voto de los universitarios hacia EHB. Uno de los colectivos que mejor uso hace de las redes sociales y que cuenta con intereses paralelos a los de la clase funcionarial autóctona. Un cuerpo social que en gran medida había dado el voto a Podemos en las recientes elecciones al Congreso. Pero Otegi en una visita al Campus plantea una confluencia armónica de intereses que englobe al mayor número de fuerzas políticas en un complejo de relaciones de centro-izquierda –PNV, Podemos y EHB–, capaz de abordar los principales problemas del país, para que nadie tenga que hacer las maletas, y propone crear 40.000 empleos públicos.
Los ejes de EHB son rechazados por el PNV y Podemos. Los jeltzales se hallan cómodos, sus rivales han aceptado su régimen de subsidiariedad y sólo le resta pescar el voto de derechas. Tienen su propia propuesta: reconocimiento nacional en Europa, soberanía compartida con el Estado y acuerdo plural entre partidos, cuya resolución sería sometida a una consulta habilitante de cara a una negociación con Madrid y cuyos resultados se evaluarán en referéndum. Ortúzar advierte que la pregunta resultante no tiene por qué ser la de independencia.
Elkarrekin Podemos se olvida del derecho a decidir y se enfanga en una deslucida campaña, que pone al descubierto sus déficit en estructura y programa, y las contradicciones sociales le estallan en forma de casa del millón de euros de su candidata Zabala. Una ingenua ostentación que pone en fuga a muchos votantes que habitan en esa estratificación sin fin que va del eventual al precario. La guinda, la adopción del modelo Ley de Claridad canadiense que invierte el derecho a decidir por la decisión sin derecho.
Otegi anuncia el asalto a los cielos. Alguien debe haberle escuchado. El PNV saca 28 parlamentarios, uno menos de los dados por válidos tras el primer recuento, lo que le permite contar 'casi' con quien quiera y para lo que quiera.
A Podemos se le evaporan más de la mitad de los sufragios. Vuelve al comienzo. Por su parte, el PSOE vive sus peores pesadillas; el PP se huele el culo y Ciudadanos no cuenta.
Para Floren Aoiz la victoria del PNV confirma la máxima ignaciana de que en caso de tribulaciones no conviene hacer mudanzas. En una línea similar, pero apostando por la apertura de un proceso constituyente se halla Mario Zubiaga. Según este analista, el PNV se ha encontrado cómodo en campaña dada la "mansedumbre generalizada", y tras descartar deslizamientos hacia el centro-izquierda y el soberanismo, se ha dedicado a achicar votos de orden. Para Zubiaga en el PNV hay dos sectores, el que entiende la soberanía como variante de la libertad de expresión y el que considera que el autogobierno es derecho a decidir. La receta que le gustaría es la de contar con este último grupo para blindar el ámbito de decisión a través de un proceso constituyente, aunque es consciente de que el PNV hará de la ambigüedad virtud. Zubiaga considera que el sorpasso al PNV pasó y que la EHB se ve obligada a realizar una oferta consensual, que va del multilateralismo al unilateralismo, pasando por la bilateralidad frustrada, y que a su entender corre el riesgo de empantanarse en el escenario institucional.
El PNV se halla cómodo, sus rivales han aceptado su régimen de subsidiariedad y sólo le resta pescar el voto de derechas
La idea del polemista Salvador Sostres es que la campaña ha sido como un episodio de Los Osos Amorosos y que el reto del PNV pasa por desactivar cualquier discurso alternativo de EHB y Podemos.
Eguiguren se dirige a los malos resultados de su partido, recriminándole que cuando se consiguió la paz la sociedad vasca cambió y el PSE no. Pero Felipe González interviene en el debate para apuntar que al PSOE nunca le fue tan mal como ahora, “a pesar de las cosas que hicimos, tá, pá, pá…".
Llegó la hora de las rebajas. Podemos rechaza pactar con el PNV. Iñigo Domínguez lo ve claro cuando apunta que a los morados no le queda otra que mezclarse en el debate identitario. Comienza la ronda. El tiquismiquis de Ortúzar afirma que es difícil creer en las buenas intenciones de los no creyentes de EHB, cuando hablan de un asalto a los cielos institucionales en donde el PNV es Dios. Mientras recuerda al PSE que, si quiere ser muleta, no la fastidie con el euskera. Egibar anda por gobernar solitos y Otegi replica que los de EHB son de fiar, que si no de qué iban a gobernar en el consistorio gasteiztarra. El PNV saca las tablas de los diez mandamientos y, como no sabemos lo que dicen…, nos quedamos con las coincidencias genéricas sobre la necesidad de grandes acuerdos, pero sin compromisos. A su vez Otegi, estabilizado el frente electoral, debe plantearse qué hacer con Sortu, lo de los movimientos…, siempre es terciario. La partida está abierta, con los datos actuales Gipuzkoa otorgaría su gobierno y gran parte de sus municipios a una izquierda coaligada. El Lehendakari “es un txistulari”, dijeron los Derribos Arias; los ratones dantzan el arin-arin en el Parlamento.
comentarios
0