Trabajo sexual
Pensar antes de actuar

No quiero un mundo en que los cuerpos de las mujeres o sus trozos, sus agujeros, se mercantilicen.

, profesora de Filosofía y autora de Neoliberalismo sexual. El mito de la libre elección
19/05/16 · 8:00
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Estoy en contra de considerar la prostitución un trabajo y, en consecuencia, darle cobertura legal y moral desde nuestras instituciones democráticas. No quiero que quienes nos representan manden a la sociedad el mensaje de que los hombres tienen derecho a acceder a los cuerpos de las mujeres por un precio variable. O con tarifa plana. No quiero que nuestras alcaldesas manden a las chicas, a mis alumnas en paro, el mensaje de que “es un trabajo como otra cualquiera”, que no sean puritanas y se dispongan a sacar partido a 'su capital erótico'. Es decir, no quiero un mundo en que los cuerpos de las mujeres o sus trozos, sus agujeros se mercantilicen. Y que este neoliberalismo sexual se convierta en modelo para legitimar el neoliberalismo económico. Todo tiene un precio, todo es mercancía.

Muy pocas mujeres –pero entre ellas sufragistas, comunistas y anarquistas– se ha atrevido a desafiar la complacencia social con 'la debilidad masculina'

El espíritu neoliberal avanza para imponer que el mercado y los deseos no han de tener límites. O que el único límite al dinero en la cartera debe ser 'el libre consentimiento'. No concibo la sociedad por la que luchamos desde el socialismo y el feminismo como un espacio en el que cada cual vende lo que puede o lo que quiere. Como un gran mercado en que 'lo importante son tus deseos'. Una sociedad que se dirige a los hombres para decirles:
Tú cliente, tú eres nuestro rey: ¿quieres mujeres? ¿te pican tus partes? ¿Habéis terminado un buen negocio, un buen pleno, un buen examen, un buen partido? Ven, tu deseo es lo único importante. A quién y por qué razones tengas enfrente o debajo para satisfacerlo no es tu problema. Tu tranquilo, rey, que vamos a decirte lo que quieres escuchar, que la prostitución es un buen trabajo. Vamos a decirte, desde el ayuntamiento y el Estado que esas chicas negras con el culo al aire en fila, que esas 'natachas' que ves detrás de los escaparates, que estas chinas “nuevas, muy jóvenes” a las que puedes meter el pene por el culo están aquí porque este es un trabajo bueno. Un trabajo con posibilidades, en que se conoce gente interesante. Como tú. Mucho mejor que fregar baños, venga, adelante. Bienvenido a este nuevo barrio rojo y a lo tuyo, a correrte. ¿Acaso hay algo más importante y transgresor en la vida que tu placer? Lee a quienes te van a decir que no hay nada más progre y alternativo que ir de putas. Que quienes se oponen son unas 'burguesas' con la vida resuelta. Pues nada, benditos sean Strauss Kahn y Berlusconi, héroes del movimiento alternativo pro prostitución.

La realidad es que la prostitución ha estado legalizada desde siempre, hasta la iglesia la comprendió como el 'mal menor' –el mal mayor es que los hombres no tengan derecho a correrse en el cuerpo de una mujer cualquiera, por eso se les llamaba “una cualquiera”–. Muy pocas mujeres –pero entre ellas sufragistas, comunistas y anarquistas– se ha atrevido a desafiar la complacencia social con 'la debilidad masculina'.

Los debates sobre la prostitución tienen que involucrar a la ciudadanía y, más allá de los testimonios individuales, ofrecer una visión sobre las consecuencias de normalizarla para toda la sociedad. Si normalizamos la prostitución, ¿qué argumentos van a encontrar en el futuro las chicas y chicos de las clases más bajas para no abrir el acceso a sus cuerpos por dinero? La perspectiva de la normalización y el consentimiento no sólo conduce a la reproducción de la desigualdad de género sino a la de clases y países. En los países más patriarcales y colonizados del planeta tendrán sucursales todos los proxenetas legales y podrían difundir con el apoyo del Estado su buena nueva. “¿Familias con problemas? Ahora ya hay solución: en los burdeles españoles se apreciará mucho a vuestras hijas. Nosotros nos ocupamos de todo. Ya les enseñamos, en un par de tardes, cómo se trata a un cliente, cómo se complace a los chicos españoles. A los chicos, a sus padres y a sus abuelos. Welcome refugiad@s”.

Cabe preguntarse si, tras siglos de lucha por una sociedad más justa, es finalmente éste el mundo que queremos legar a las nuevas generaciones. Un mundo en que se normalice que las jóvenes con menos recursos se conviertan en cuerpos para ser tocados y 'penetrados' por los hombres con ganas y dinero en la cartera. Por otro lado, la prostitución no afecta solamente a las mujeres prostituidas, sino que, indirectamente afecta a toda la sociedad. La prostitución como institución se convierte en una escuela de desigualdad para los hombres. La prostitución afecta al imaginario de lo que es una mujer y lo que se puede hacer con ella. El mensaje del negocio del sexo insiste en que es un trabajo liberador y empoderador que es producto del 'girl power', pero ¿qué influencia puede tener en los chicos jóvenes saber que por un poco de dinero pueden acceder a tocar y penetrar el cuerpo de chicas y mujeres de casi todas las partes del mundo, africanas, asiáticas, latinoamericanas, de los países del Este de Europa?

La normalización y el consentimiento no sólo conduce a la reproducción de la desigualdad de género sino a la de clases y países

Los debates teóricos sobre la prostitución han girado demasiado tiempo alrededor del libre consentimiento. Pero las instituciones están para limitar el uso del libre consentimiento. Y si no es así, quitemos límites y tonterías varias como la del salario mínimo. ¿Quién eres tú Estado para impedirme trabajar por un euro la hora? Mi cuerpo es mío, una mercancía de la que resulto ser la titular. ¿Quién eres tú Estado para impedirme trabajar lamiendo culos en la calle o en un escaparate? Pensamos que hay que avanzar hacia una visión estructural de la prostitución. Es decir, pensarla como un sistema o una institución. La institución que trata de satisfacer de forma legítima y legal lo que llamaremos “los derechos sexuales de los varones”.

Leon Tolstoi escribió que imaginaba un mundo en que ningún criado tendría por qué quitarle las botas o descalzar a su señor, aunque mediara el consentimiento; ahora imaginamos un mundo en que ningún ser humano tenga que chuparle los huevos a otro. Y menos con la legitimidad y complacencia del municipio o el Estado.

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comentarios

6

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    Anabell
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    23/05/2016 - 2:23pm
    Felicito a Ana de Miguel por su interesante artículo. Me parece importante su planteamiento, pues dado el contexto mundial en el que se está dando la trata de personas, la explotación prostitución de niños y niñas, por parte de las mafias, es de vital importancia problematizar estos asuntos y tomar posición al respecto.
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    Beatriz Barón Beraud
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    23/05/2016 - 5:21am
    Brillante exposición. Mercantilizar los cuerpos de las mujeres es puro neoliberalismo, derecha recalcitrante. Colonizar sus cuerpos es violar sus almas. La prostitución es un tema de derechos humanos, una realidad donde se ejecuta la tortura y esto deja secuelas incurables en un 50 por ciento de las prostituidas.Si queremos un a sociedad progre legalicemos la prostitución ; si deseamos una sociedad progresista abolamos la explotación sexual
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    Carlos Barna
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    22/05/2016 - 7:23pm
    La pregunta parece lícita: ¿Cuál es el problema de mercantilizar el sexo? Como si sólo hubiera un problema. El artículo explica varios: Queremos impedir que el capitalismo pueda comprar todo lo que cualquiera desee, sabemos que legalizar la prostitución aumentará el comercio ilegal de personas, es el momento de oponernos a la histórica doble moral de la satisfacción oculta de las necesidades, y buscamos un mundo donde ninguna persona se rebaje a otra. La sexualidad no se vende.
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    Eloisa Piquer
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    22/05/2016 - 8:42am
    ¿Cuál es el problema específico de mercantilizar el sexo? Pues verás, mercantilizar el cuerpo de un ser humano es la inhumanidad mayor. A través de cualquiera de sus formas: esclavitud, prostitución, venta de órganos, granjas de bebés... Es el aprovechamiento absoluto de la desigualdad en el mundo para cosificar a las personas y abusar de su falta de medios. Cuando hablamos de prostitución, no habla de un porcentaje anécdotico de personas que lo hacen por vocación... Hablamos de la masa crítica que lo conforma que son las personas más vulnerables. La posibilidad de que el Estado legalice el cuerpo humano como mercancía supondría un mundo donde normalizaríamos que hay personas de inferior valía. Por cierto, limpiar ancianos o descuartizar vacuno no es un trabajo carnal.
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    César
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    21/05/2016 - 11:50am
    "No hay manera" no has entendido nada, no porque no esté bien explicado, si no porque no quieres entender, lo más curioso no es tu argumento, repetido cual eslogan desde hace mucho tiempo, si no cómo has llegado hasta aquí, en diferentes sentidos.
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    no hay manera
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    21/05/2016 - 9:24am
    Preguntas retóricas. ¿Está dispuesta la autora a mercantilizar su mente o su sabiduría, por entero o en cierto grado? ¿Alguna parte de su cuerpo? ¿De su alma? ¿De su inteligencia? ¿De su personalidad, su simpatía o su empatía? ¿Cuál es el problema específico de mercantilizar el sexo? Quizá, para que su postura fuese coherente, debería rechazar el trabajo mercantil (por entero) o explicarnos cuál mejor es esa razón del sexo femenino (no habla de prostitución masculina) lo distingue de otros empleos tan carnales pero dignos como, por ejemplo, limpiar ancianos o descuartizar vacunos.
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