Todavía hay partido

Aunque parezca una oportunidad, lo mejor que puede pasarle a Podemos es no entrar a gobierno ni apoyar uno en estas condiciones. No pensar con las encuestas como marco.

, miembro de La Hidra Cooperativa, Barcelona. @nu_alabao
17/03/16 · 7:39

El parlamento llega a su paroxismo teatral estos días de pactos donde decir o desdecirse sirve para abonar acercarmientos o distancias entre formaciones, o hacer tiempo hasta que soplen vientos más favorables. Esgrima verbal, tacticismos, golpes de efecto al servicio de sacar el máximo rédito político o culpar a otros si no se llega a acuerdos: el triste trasfondo de la oportunidad de cambio más grande desde la Transición que está siendo reducida al juego de espejos deformantes de la democracia representativa.

Tras el 15M, los partidos políticos tradicionales apenas han movido sus posiciones, aunque Ciudadanos no se canse de invocar una segunda Transición. “He­mos escogido el camino difícil, pero es, sin duda, el correcto”, ha asegurado Rivera, parafraseando al expresidente Suá­rez. Si la primera nos condujo a esta maltrecha democracia, la segunda –en la que supuestamente nos encontramos– ¿qué traerá?

En el último barómetro del CIS, tan sólo un 1,4% de los ciudadanos reconocen estar preocupados por la ausencia de gobierno. Algo que tam­poco preocupa a la Comi­sión Eu­ropea, que ha dicho que mande quien mande, se vienen unos recortes de unos 8.000 millones adicionales para cumplir con los objetivos del déficit.
 

En el último barómetro del CIS, tan sólo un 1,4% de los ciudadanos reconocen estar preocupados por la ausencia de gobierno

Ni que nos gobierne la cabra de la Legión, las prioridades están claras porque –no nos engañemos– eso es lo que estaba realmente en la mesa de negociación estos días. Lo demás, merde. Incluido el referéndum catalán que sólo les preocupa por cómo puede alterar la relación de fuerzas en el tablero mediático.

Como explicaba Irene Montero –diputada de Pode­mos–, en las reuniones entre Podemos y PSOE se hablaba fundamentalmente de economía y lo que más chocaba era la exigencia de Podemos de renegociar los términos del límite del déficit para poder garantizar derechos sociales. Algo tan ‘radical’ que hasta Francia ha conseguido ampliar su techo para poder gastar con algo más de holgura, pero que a los economistas del PSOE les sonaba a Ho Chi Minh colectivizando la agricultura.

Entonces, ¿qué nos traerá la Gran Coalición? No un pan bajo el brazo, sino todo lo contrario. El discurso de Pablo en el Congreso durante el debate de investidura lo dejaba muy claro, trazaba una línea entre los que quieren una restauración de régimen –el pacto PSOE-C’s o una Gran Coalición con el PP– y la posibilidad de una transformación que vaya más allá, una que ponga en cuestión las bases mismas de las políticas de austeridad.

Replantear Podemos

Aunque parezca una oportunidad, lo mejor que puede pasarle a Podemos es no entrar a gobierno ni apoyar uno en estas condiciones. No pensar con las encuestas como marco. Si la Gran Coalición que se está formando consigue incorporar al PP no habrá una dinamita mejor para acabar de destruir el sistema de partidos español sin acabar de limar el descontento social. Por tanto, todavía queda juego. Mientras, Podemos tendrá tiempo de repensar su hipótesis de partida que implicaba la llegada relámpago al gobierno para desde ahí construir el sujeto político del cambio –lo que Errejón llama “construir pueblo”–. Esto es evidente que no se va a dar.

El replanteamiento tendrá que implicar por fuerza jugársela en un arco temporal más largo, en una construcción más elaborada de Podemos como organización estructurada y como contrapoder. Podemos tendrá que elegir entre ser una alternativa madura al régimen con las movilizaciones sociales detrás, o seguir jugando a la autonomía de lo político en el escenario teatral de lo institucional. La primera Transición se hizo pidiendo al PCE la pacificación de las movilizaciones; la segunda, sólo será posible con un Podemos fuerte que sea capaz de impulsarse sobre ellas o incluso de activarlas y potenciarlas.

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comentarios

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    Vina
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    Dom, 03/20/2016 - 17:44
    A mí Podemos no me inspira ninguna confianza y no me parecen una alternativa real a nada. Cambiar dictadores de derechas por dictadores de izquierdas, no es algo que me atraiga precisamente.
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    Javier Cortines
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    Sáb, 03/19/2016 - 16:55
    Hola Nuria: Estoy totalmente de acuerdo contigo. Lo mejor que puede hacer Podemos es descatar alianzas con los Hunos y los Otros, y ser la voz de la oposición y del 15-M en el Parlamento. Sería un error histórico engancharse al carro del Psoe. Debe crecer y madurar en la oposición. Creo sinceramente que, si hace eso, dentro de poco tiempo podría llegar a ser una alternativa al Psoe y PP. No sabía que, según el Cis, sólo al 1,4% de la ciudadanía le preocupa que no haya gobierno. Me parece un dato muy interesante.
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    7814EBC
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    Jue, 03/17/2016 - 08:48
    ¿“Un Podemos fuerte...”?. Un partido político es un ente que está al servicio del Estado y, por lo tanto, es una institución más de ese estado, o sea, un ente público fundado para desempeñar una labor político-social. Las instituciones van más allá de la voluntad individual, por lo tanto un partido político está por encima de sus líderes, aunque este hecho no sea considerado como tal en los partidos. Cuando una energúmena, llamada (des)Esperanza, llamó al movimiento del 15M a las urnas -”¡qué se presenten a las elecciones!”, decía sin prever lo que se le venía encima- creía que se trataba de esos “perroflautas” que estaban jugando a la política. Y algunos incautos de Sol le tomaron la palabra, o mejor, algunos incautos se dejaron llevar por otros menos incautos que ya habían previsto lo que iban a hacer: constituirse en partido político, a pesar de que la mayoría de las asambleas solares y en otras plazas, se pronunciaron una y otra vez en contra. Y así nacieron algunos “nuevos” partidos, entre ellos Podemos. Pues bien, Podemos nos ilusionó, al menos momentáneamente, con sus formas, con sus asambleas, tanto 'presenciales' como en las “redes”, con sus comunicados que, sin llegar a aquellos otros comunicados zapatistas de finales del siglo XX: “Los dioses primeros, los que nacieron el mundo, se dieron en morirse para que la tierra tuviera luz y caminaran la verdad y el amor en los pasos de los hombres y mujeres murciélago (…). No hundan ese barco de favor”, sin tener ese lirismo, ese espiritualismo; nos hablaban de economía, de soberanía, de control público de sectores estratégicos, de exigir honorabilidad a los cargos públicos, de extender las iniciativas populares, de controlar a los lobbies, de la tierra y las políticas de sostenibilidad..., eran más prosaicos. Ahora se lanza el líder con un título hermoso: “Defender la belleza”, pero la belleza la encuentra en hechos más apartados aún del lirismo: la retirada de Rajoy a su posible investidura, la necesidad de revertir las políticas que castigan a las gentes, el 'estado del bienestar', el empleo, la salida al impasse post 20D, el miedo de la oligarquía... ¡ah y por fin!: la “belleza” está : en el brillo de sus ojos cuando la gente de Podemos habla de política, de lo que está construyendo. No voy a preguntarme por el sentido de la belleza, entre otras cosas porque no sabría responder por mucho que leyera a Kant, o a Friedler, o a della Volpe, o a Bozal; o, en otro ámbito, a Tzara, a Bretón, a Kropotkin, a Proudhon, o a Ben Morea... seguiría sin poder definirla, pues la belleza está en un aroma, en una brisa, en una vela hinchada con viento de popa, en un vehículo que marche a velocidad humana para comunicar núcleos humanos, no financieros; en una alborada, en un atardecer, en una sonrisa o en miles; en la pipa de Magritte, en el revolver de Solanas y en tantas y tantas cosas, momentos, suspiros, sueños..., definir todo ello sería imposible, al menos para mi. Eso sí, me atrevo a afirmar que la belleza no está en un partido político, ni en todos los partidos políticos, ni siquiera está en la política. Al poco de hacer público el manifiesto en “Defensa de la belleza”, el líder desciende de lo etéreo a lo concreto-político: destituye a un secretario. No conozco los estatutos de Podemos, pero creo que en “una marea de voces plurales, donde se discute y debate de todo” destituir a otro por decisión personal de su líder no es bello ni propio del “cambio”. Eso ya lo hacen otros partidos políticos, los tradicionales, los de la casta, los de la oligarquía. En “una marea de voces plurales” antes de tomar una decisión de ese calibre, se ha debido proponer, discutir y aceptar o rechazar. En “una marea de voces plurales” antes de que algunos miembros, cansados de la inoperancia de otros que llevan las riendas, se vean obligados a renunciar a sus cargos, sus razones, que fueron expuestas una y otra vez, debieron ser discutidas. ¿Qué brillo se estará reflejando en los ojos de algunos miembros? ¿Será igual de bello? Mal asunto, Podemo(s)-”marea”-Iglesias, cuando un partido es monopolio de una sola persona. Claro que quien esto escribe no ve nada bien la existencia de partidos -parten, dividen, ocupan el poder o trozos de él y ahí se quedan, se ven sumergidos en la vorágine come-migas o a veces más, limpiando lo negro de las “aportaciones”..., los partidos son entes, instituciones, al servicio del Estado, con eso está dicho todo- Mal asunto. Enrique Bienzobas.
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