¿Qué va primero: lo de la independencia o esa cosa de las izquierdas?

Qué duda cabe. Las elecciones generales de hace apenas unas semanas supusieron el (¿enésimo?) golpe mortal al proyecto independentista de TV3 y aledaños de Godó. A sus voceros políticos se les agotaban los libelos y el tiempo, y, por lo visto, el miedo a quedarse sin su hombre-de-paja-Brey les ha hecho perder la fe en la normalidad de las urnas. ¿Votar es normal? Que se lo pregunten ahora a Baños.
Lo malo de los socialistas de una sola calle es que ni son socialistas ni salen del barrio. Al nacionalismo de izquierdas (!) que crece en el asfalto y se alimenta de monóxido de carbono debe de pasarle como al nacionalismo de derechas que bebe del paganismo converso y se frota las manos con papel cuché: al final de la partida, el crédito sustantivo regresa a la patria (no importa de qué sucursal se trate). La izquierda, como siempre, ni sabe ni contesta.
A este propósito, David Fernández publicaba en 2012 un artículo en La Directa jocosamente titulado “Voleu fer el favor de callar!” en el que, con la mejor de las (muchas) dignidades que le recuerdo, la emprendía con el junquerismo confeso de quien, apostatando de siglas, historia, pero no de religiones, vota “país” y se sacude de encima la “izquierda”. Ho volem tot sería durante años el ambicioso lema de la CUP. Pero (persistente memoria…) desde hace unos meses no he dejado de preguntarme con pesar: ¿qué tendrá que ver Artur Mas con “el todo”? Mea culpa; debería haberme leído la Biblia. Las pascuas de la doctora Rahola darán para 18 meses más.
Otro que la pasa feliz es el circense Espada. Sus textos son a menudo un festín para cazadores de sofismas, pero esta vez es difícil no estar de acuerdo con él. Claro que, para eso, antes hay que leerle el negativo: los voluntariosos de Poble Lliure deben seguir pensando que contra Franco se vivía mejor. Pues no, companys, no hay nada que pueda justificarse en nombre de Franco; pero tampoco hay nada por lo que valga la pena luchar si para ello tienen que seguir alimentando al monstruo. Ese guion está muy gastado y nunca acaba bien.
Lo decía un escarmentado Gordillo antes de las elecciones del 27-S: “[…] en la vida de todo independentista de izquierdas siempre hay un día en que debe decidir si primero va lo de la independencia y después esa cosa de las izquierdas, o al revés. Tras las elecciones del 27 de septiembre habrá muchos días así”. Hoy sabemos cuál de sus dos almas ha tirado la CUP al vertedero de la historia.
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