Málaga Ahora como enjambre

Análisis de los resultados de una apuesta municipalista, la de Málaga Ahora, que se quedó en la oposición, lo que le facilita la creación de tejido asociativo.

Texto de Javier Fernández Cruz y Curro Machuca. Componentes de Málaga Ahora / Consejo vecinal Distrito 1. Fundación de los Comunes

30/11/15 · 23:39

Hace poco más de un año que Málaga Ahora terminaba de cobrar forma como iniciativa ciudadana y autónoma. A partir de prácticas radicalmente democráticas, reivindicaciones comunes y objetivos concretos se buscaba propiciar una confluencia real y efectiva entre los diversos actores políticos, sociales, vecinales y culturales de nuestra ciudad, contando también con la participación de personas a título individual. Málaga Ahora no nació con vocación de constituirse en dispositivo de conquista electoral, sino en un movimiento capaz de crear nuevos espacios de organización y participación social, esto es, de decisión, con el propósito de intervenir políticamente mediante formas diferentes a las tradicionales.

Ni partíamos ni partimos de cero, aunque el reto de abrir la institución a la ciudadanía es enorme. Málaga Ahora recoge en su seno muchos de los deseos y demandas de cambio que cristalizaron en el 15M. Pero la hipótesis municipalista, la nuestra, la de todas, va más allá. Por así decirlo, la idea de fondo es lograr pasar del “No nos representan” al “Nos representamos nosotras mismas”. Ello requiere, no obstante, la construcción y consolidación de una organización dinámica que por fin otorgue la potencia necesaria a la participación social, que genere ilusión y permita incorporar en su seno a la mayor parte de la ciudadanía. En relación con ello, tres hechos se nos revelan evidentes en los últimos años, al menos en Málaga:

Por así decirlo, la idea de fondo es lograr pasar del “No nos representan” al “Nos representamos nosotras mismas”1) El 15M, en su vertiente 'movimiento', tuvo una incidencia limitada en ciertos sectores sociales, justamente los más golpeados por la crisis sistémica –parados, migrantes, cuidadoras, trabajadores poco cualificados, etc.–.

2) Los apegos todavía mayoritarios de la militancia de las organizaciones políticas –antiguas y nuevas– a la forma-partido siguen generando dinámicas de grupo y lógicas identitarias que hacen muy difícil avanzar hacia las metas de amplitud democrática que marcó el impulso rupturista del 15M y sus decantaciones posteriores.

3) El abandono de la afinidad en pos de la hegemonía no ha resuelto ninguno de los problemas de representatividad y participación a los que nos enfrentamos. Antes lo contrario, parece que de nuevo se están imponiendo la estructuración vertical a la hora de tomar decisiones y el hiperliderazgo.

Creemos tener claro que entrar en los ayuntamientos no produce un cambio per se. Impulsar propuestas que contribuyen a mejorar las condiciones de vida de la ciudadanía malagueña, por muy loable, necesario y legítimo que sea, tampoco resulta suficiente. Hay que ir más allá: extender la democracia. Nuestras concejalas son conscientes de que su acción política está encorsetada por los límites que impone la institución, máxime cuando se encuentran en una situación de oposición. No en vano, Málaga Ahora ha conseguido romper con la inercia acomodada del Partido Popular, que duraba ya veinte años, y ha logrado que el Ayuntamiento de Málaga apruebe medidas sociales de fondo, como mejorar el protocolo de atención a las víctimas de la violencia machista o un programa experimental de eficiencia energética. Las mociones que en estos meses se han elaborado y presentado, casi siempre a iniciativa de los consejos vecinales y foros sectoriales que integran Málaga Ahora o con el directo apoyo y asesoramiento de los propios colectivos de afectadas, han tenido dos finalidades. Por un lado, abordan problemas estructurales de la ciudad, mediante medidas de fondo como las que acabamos de mencionar y, por otro, dan solución a demandas ciudadanas concretas, sin importar demasiado si se adecuan o no la mediaticidad imperante en una política municipal siempre a la caza del titular. Pero, insistimos, con esto no basta.

Málaga Ahora no es ni quiere ser un partido político. No podemos limitarnos a las buenas propuestas y estar al lado de las personas que más lo necesiten. El objetivo no es ser su voz. Por eso, cuando el pasado mes de octubre nuestro grupo municipal presentó una moción para que desde el Ayuntamiento de Málaga se instara al gobierno central a redactar una nueva ley reguladora del derecho a una vivienda, fue la PAH quien la defendió. Al atril del Salón de Plenos malagueño no subió ninguna portavoz de Málaga Ahora, sino las mismas personas que llevan años dignificando esa lucha.

A diferencia de otras iniciativas hermanas, Málaga Ahora está en la oposición con cuatro concejalas –tres compañeras y un compañero–, lo que la convierte en la tercera de cinco fuerzas. No queremos caer en el autoengaño, el reto era 'ganar', es decir, formar gobierno propio y entrar así en la nómina de 'ciudades rebeldes'. Sin embargo, figurar en esta posición nos otorga una ventaja: que el rodillo institucional nos aplaste resulta más complicado, sobre todo porque desde la misma noche del 24 de mayo a Málaga Ahora no le ha quedado otra que abrirse en canal a la construcción híbrida de movimiento-institución, a la participación.

Málaga Ahora está en la oposición con cuatro concejalas, lo que la convierte en la tercera de cinco fuerzas
En un primer momento, la vorágine electoral nos colocó en un lugar ambiguo: estábamos dentro, pero no exactamente donde queríamos, o mejor, donde habíamos pensado que íbamos a estar. Desde ese mismo instante, resituados, resituadas, sabíamos que no quedaba otra que reforzar el afuera, canalizar de nuevo la ilusión y fraguar una comunidad que poco a poco fuera generando un polo de contrapoder ciudadano. Para las personas que estén leyendo esto, resultará una obviedad decir que el municipalismo es antes que nada movimiento, con ansias de autogobierno, desde abajo y colectivo. No eran las elecciones nuestro objetivo, aunque parece que muchas, durante unos meses de irreflexión acelerada, lo olvidamos: justo nosotras, remisas en ocasiones a la propia acción de votar. El fin era asaltar la institución, luego ya veríamos qué desafíos tendríamos que afrontar. Pues bien, hoy ya lo conocemos: empoderarnos como ciudadanía, agenciarnos la vida. ¿Cómo? A través de la participación colectiva, herramienta para dar forma a una organización que desborde y, a la misma vez, acompañe a las compañeras que luchan desde la institución para ponerla en manos de la gente. Difícil, pero no imposible.

El modelo organización-comunidad que Málaga Ahora propone no parte de una idea teórica preconcebida, sino de intereses y reivindicaciones comunes, que son puntos de partida para sumar distintas subjetividades. Para nosotras es esencial mantener un continuo intercambio de saberes, haceres y experiencias a través del diálogo para así ofrecer respuestas a la situación de precariedad que una mayoría social sufrimos. Esta escucha activa pretende dejar atrás la unidireccionalidad de las ponencias infalibles, de las proclamas de vanguardia y de la condescendencia militante. Es la voz ciudadana la que tiene que dar forma al discurso de nuestro proyecto común. La potencia de Málaga Ahora está, de hecho, en la creación de afectos positivos, no en el plano individual, sino en el colectivo.

Política de los afectos

Podemos decir que desde la entrada de Málaga Ahora en el Ayuntamiento el goteo de personas que se han acercado a participar en sus estructuras organizativas no ha sido desbordante, pero sí incesante. La explicación, si es que sólo hay una, radica en que Málaga Ahora tiene algo que seduce. No hay plan previamente orquestado. No apostamos por la pedagogía política. Mientras se camina, se escucha. Es así como nacieron las 'colmenas', centros sociales que gestionan los vecinos en su propio barrio. Se trata de una propuesta impulsada y materializada por la gente, gente que ni siquiera formaba parte de Málaga Ahora antes de las elecciones. En unos pocos meses, vamos camino de crear la tercera.

Así nacieron las 'colmenas', centros sociales que gestionan los vecinos en su propio barrio

Experimentamos con nuevas formas de organizarse y hacer. Esta es nuestra estrategia para impulsar las reivindicaciones que llegan, por boca de nuestras portavoces, a la institución. La experiencia viva de Málaga Ahora es un fenómeno transformador que está logrando unir a personas de procedencias muy diversas que, de otra forma, difícilmente hubieran coincidido en un mismo espacio. Málaga Ahora ha creado una red de afectos, cuerpos y hábitos, de modo que profesionales liberales que raramente saldrían de la almendra del Centro Histórico acaben trabajando codo a codo con vecinas jóvenes de un barrio de la periferia. Se hace así causa común por mantener las clases de gimnasia para mayores en el polideportivo de la zona, por formar a amas de casa en el ciberactivismo o por que jubilados y jóvenes grafiteros decoren juntos las paredes de una de las colmenas. En lo micro, no es más que un contenedor de ensayo y error de nuevos modelos de ciudad, mientras que en lo macro puede convertirse en un polo virtuoso de enriquecimiento democrático y poder constituyente.

En este período inicial se han abierto los panales y un joven enjambre está empezando a sobrevolar la ciudad de Málaga. Aún está por desarrollarse toda la potencia que surge en esta etapa en la que contamos con una pata en la oposición, pero muchas más en nuestros barrios. Además de la construcción de una comunidad constituyente, podremos medir el éxito de este primer asalto en la capacidad para generar una salida institucional real a la autorrepresentación. No podemos arriesgarnos a bajar la guardia y competir contra una maquinaria institucional con miles de recovecos. Está en juego la democratización de nuestros barrios, la lucha contra las agendas mediáticas o contra la enorme reserva de mociones sin ejecutar por un equipo de gobierno que prefiere aprobarlas antes que retratarse políticamente. Por otro lado, la presencia en la institución supone una gran oportunidad para conocer las dimensiones reales del oponente, llegar a capas de la ciudad que no alcanzábamos desde un enfoque puramente movimentístico y, como efecto colateral, polinizar con el espíritu del cambio a una ciudad que se despereza tras décadas de vieja política.

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comentarios

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    Clara
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    Vie, 12/04/2015 - 00:18
    Suerte y que la autocrítica sea bandera.
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    Clara
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    Vie, 12/04/2015 - 00:17
    Suerte y que la autocrítica sea bandera.
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