Un municipalismo difícil

Levantemos el Puerto llegó en mayo al gobierno municipal de El Puerto de Santa María (Cádiz) mediante un pacto con PSOE e IU. Beltrán Roca, miembro de la candidatura municipalista, cuenta su experiencia tras seis meses en las instituciones.

, profesor de la Universidad de Cádiz y militante de Levantemos El Puerto
17/11/15 · 21:30
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Asamblea de Levantemos el Puerto celebrada en junio. / Levantemos El Puerto

En las pasadas elecciones municipales, la plataforma ciudadana Levantemos El Puerto obtuvo más de 5.000 votos en una ciudad de 90.000 habitantes. Estos resultados hicieron posible poner fin a ocho años de gobierno del Partido Popular a través de un pacto de gobierno entre PSOE, Levantemos e IU. Los activistas de Levantemos pasamos en pocos meses de las pancartas a los sillones o, mejor dicho, entramos a compaginar el trabajo desde los movimientos sociales con la gestión desde el Ayuntamiento. Nuestra
experiencia, llena de dificultades pero también de enseñanzas valiosas, puede ayudar a reflexionar sobre las limitaciones y posibilidades de la participación institucional desde lo municipal.

Una primera impresión, valorando lo recorrido hasta ahora, es el enorme esfuerzo que requiere transformar, con un pie dentro y un pie fuera, el Ayuntamiento. Algo aparentemente tan sencillo como introducir cláusulas sociales y laborales en pliegos de condiciones, se convierte en una carrera de obstáculos que debe superar informes desfavorables de los altos funcionarios, leyes estatales, planes de ajuste... Es necesario mucho trabajo, mucho tiempo y un buen asesoramiento técnico para dar cualquier paso. Claro que gobernar dejándose llevar por la inercia de la Administración es fácil, y no requiere esfuerzo.

Sin cambios políticos sustanciales a escala estatal y europea, el margen del municipalismo es muy estrecho

Sin embargo, alcanzar los ambiciosos puntos de nuestro programa y democratizar radicalmente una institución es una tarea apasionante a la vez que ardua. Los concejales y asesores de Levantemos El Puerto trabajan unas doce horas diarias, a veces fines de semana incluidos, y están apoyados por decenas de voluntarios que forman parte de varios grupos de trabajo. Pues bien, ni aún con toda esa dedicación es suficiente para llevar adelante de manera satisfactoria todo el trabajo que nos proponemos.

Una segunda constatación es que estar en el gobierno municipal no significa ejercer el poder en una ciudad. Por un lado, nos encontramos con leyes y políticas estatales y autonómicas que limitan las competencias, y con planes de ajuste que reducen drásticamente el margen de maniobra. Por otro lado, existen poderes fácticos –especialmente, los medios de comunicación locales– que tienen una gran capacidad para distribuir entre la población mentiras y lanzar campañas difamatorias que desgastan políticamente. Hay que mencionar que mientras el PP dedicaba una enorme cantidad de fondos a comprar a los medios de comunicación, Le­vantemos y el gobierno del que forma parte ha optado por reducir drásticamente el presupuesto municipal en ‘autobombo’ para dedicar el dinero público en atender la situación de emergencia social en la que se encuentran muchas familias. La hostilidad de medios de comunicación que funcionan como negocios está asegurada.

Enemigo inesperado

En tercer lugar, nuestro municipalismo se enfrenta a un enemigo inesperado: el asociacionismo clientelar. Los gobernantes han urdido, durante años, una densa red de relaciones clientelares. Nuestra insistencia en romper con los privilegios y en introducir nuevas formas más directas de participación y representación de la sociedad civil ha chocado con ese asociacionismo que ahora la derecha trata de azuzar desde la oposición.

Hacer frente al poder aplastante de las leyes y políticas austericidas y conservadoras, el complot interesado de los medios de comunicación y el asociacionismo clientelar, requiere un enorme esfuerzo y una capacidad estratégica que no habíamos imaginado y que supera con mucho el ámbito restringido del municipio.

El 20D se convierte, en este contexto, en un horizonte fundamental para la actuación de plataformas municipalistas que, como Levantemos El Puerto, apuestan por una democratización política y económica radical. Sin cambios políticos sustanciales a escala estatal y europea, el margen del municipalismo para implantar políticas sociales que impulsen una economía social y solidaria, y para introducir mecanismos más directos de representación política, es muy estrecho.

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