En un cuenco, a la entrada de mi casa, hay una chapa en la que se puede leer la inscripción “Ahora en Común”. Seguramente por el mundo haya muchas otras chapas con esa misma inscripción. Lo reseñable de ésta es que remite a un Ahora en Común algo anterior al Ahora en Común que todas conocemos, que no apuntaba a las elecciones generales, sino a otro objetivo, uno previo.

En un cuenco, a la entrada de mi casa, hay una chapa en la que se puede leer la inscripción “Ahora en Común”. Seguramente por el mundo haya muchas otras chapas con esa misma inscripción. Lo reseñable de ésta es que remite a un Ahora en Común algo anterior al Ahora en Común que todas conocemos, que no apuntaba a las elecciones generales, sino a otro objetivo, uno previo. Un objetivo que, para sorpresa de muchos, se consiguió.
Inicialmente, la expresión Ahora en Común fue lanzada en el contexto de la campaña para las elecciones municipales, con motivo del encuentro en Madrid de algunos de los que luego llegarían a convertirse en alcaldes y alcaldesas del cambio. El éxito de las candidaturas de confluencia ciudadana en las elecciones del 24M generó una onda expansiva de ilusión. Un cierto deseo colectivo, difuso pero no por ello menos intenso, tomó como objeto este proyecto de confluencia para las generales y lo adscribió a la marca, al nombre de Ahora en Común como proceso ciudadano de asalto a las instituciones del Estado, al Congreso y al Senado. Surgió como un espectro que, pronto, quizá demasiado pronto, comenzó a materializarse. Ya en junio, el fantasma de Ahora en Común recorría España. Primero bajo la forma de manifiesto, luego bajo la forma de asambleas y de grupos virtuales.
La celeridad del paso a la materialidad no es consecuencia de un proceso de crecimiento y de autoorganización interna, sino un efecto de dinámicas externas que imponían unos ritmos rápidos de respuesta. En concreto, de la precipitación de las primarias internas en Podemos. La cúpula de Podemos, especialmente su sección errejonista y, muy probablemente, contra los intereses de Pablo Iglesias, adelantó lo más posible la configuración de las listas para las generales, con el objetivo de producir un cierre del partido que asegurase las posiciones de poder internas. Desde hacía meses y desde muy diversos sectores, tanto internos como externos, se había venido exigiendo la apertura de Podemos y un mayor grado de democracia interna, así como un cambio de estrategia que lo alejara de las posiciones centristas en las que Ciudadanos había empezado a hacerse fuerte. La hipótesis de Vistalegre de una máquina electoral capaz por sí sola de ganar las elecciones se había demostrado falsa.
La celeridad del paso a la materialidad de Ahora en Común es consecuencia de las primarias internas en Podemos
Iglesias y Errejón, en un gesto que fue expresión al mismo tiempo de suma torpeza y de tacticismo político, en lugar de iniciar un proceso de hibridación y apertura controlada que les hubiera permitido no sólo ampliar sus expectativas de voto sino, también, dar un salto cualitativo hacia una forma de organización más compleja y plural, y, por ello mismo, más potente, lo que hicieron fue lanzar unas primarias como mecanismo de depuración de los sectores críticos. Es frente a ese gesto de cierre que Ahora en Común se materializa, en continuidad con las propuestas que venían exigiendo abrir Podemos. Cuando se lanza el Manifiesto Ahora en Común, en apenas 24 horas se recogen 18.000 firmas. Desde ese instante el deseo colectivo no hace sino alejarse de su forma espectral para encarnarse en cuerpos concretos y en procesos colectivos.
La primera asamblea de Ahora en Común tiene lugar en Aragón. La afluencia es masiva. Reúne a gente de muy diversa procedencia. El proceso de materialización continúa rápido. En un acto en Madrid se lanzará la propuesta de confluencia ciudadana para las generales. En él estarán presentes los promotores de Ahora en Común, pero junto a quien en esta ocasión ejerce de portavoz del proyecto se sentarán Alberto Garzón, la Talegón y otros. En cualquier caso, tras el acto en Madrid comienzan a brotar como setas asambleas de Ahora en Común por todo el territorio del Estado español. En general se trata de asambleas altamente plurales en las que, entre otros, se integran los sectores críticos de Podemos. Por otro lado, la materialización de un Ahora en Común estatal se consolida a través de una caótica organización virtual en la que participa una población heterogénea, con un marcado perfil quincemayista.
Aún estamos en julio, y las asambleas territoriales se preparan para atravesar el desierto político de agosto. Se organizan grupos de trabajo, se lanzan líneas de debate. El planteamiento vertebrador es claro, quizá demasiado: lanzar un proceso desde abajo que resulte en la convocatoria de unas primarias abiertas a todos y todas, y en las que las distintas organizaciones, incluido Podemos, presenten a sus candidatos. Ante semejante reto, la cúpula podemita y sus fieles responden con dureza abandonado el proyecto, en ocasiones boicoteando y, en los medios de comunicación, desprestigiándolo.
El sector crítico más fuerte dentro de Podemos, los restos de la antigua Izquierda Anticapitalista, muy desgastado, decide no entrar a jugar sus bazas
La estrategia de la cúpula de Podemos responde claramente a que Ahora en Común llega a aparecer en cierta fase como una alternativa factible frente a la hipótesis verticalista de Vistalegre. Esta estrategia le sirve, además, para evitar que se produzcan procesos de autoorganización de los sectores críticos de Podemos, así como la posible alianza de dichos sectores con los sectores más movimentistas previamente implicados en el municipalismo. Sin embargo, y esto va a ser clave, el sector crítico más fuerte dentro de Podemos, los restos de la antigua Izquierda Anticapitalista, muy desgastado, decide no entrar a jugar sus bazas. Echenique, por su parte, quizá demasiado prudente, también da un paso atrás. Así las cosas, quien no dudará en entrar en Ahora en Común será IU y cada una de las mal avenidas familias que la conforman. Bajo un fuerte ataque dirigido desde el sector oficialista de Podemos y con los más importantes sectores críticos de Podemos fuera de juego, los sectores municipalistas y quincemayistas se quedan solos ante el empuje de la máquina de captura de IU. El resultado de estas dinámicas se concretará en la asamblea estatal que tiene lugar a principios de septiembre cuando se produce el desembargo definitivo de IU.
En esta coyuntura de fuerte deterioro de la democracia interna, el grupo promotor de Ahora en Común asociado al municipalismo deja el proyecto. Se decide reservar el partido, que había sido registrado al mismo tiempo y por la misma gente que había impulsado el manifiesto, para aquellos ya improbables procesos locales que se adecúen a la propuesta inicial, esto es, que cuenten con unas primarias abiertas en las que participen todos, incluido Podemos. El resto de candidaturas tendrá que buscar otra marca electoral. La elegida por todas las asambleas bajo control de IU será Unidad Popular.
Por el momento y si nada cambia, frente al fracaso del fantasma de Ahora en Común, la ultraderecha posmo, el lado oscuro del 15M, algo muy semejante al demonio excremental del Gólgota del que nos hablase Kevin Smith en su película Dogma, está llamando a tu puerta. Tu amigo y vecino, Albert Rivera.
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